Don Gérmenes

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22 de Marzo 2015

Hace días no puedo quitarme a Fer de la cabeza, deseo volverlo a ver.

Ando distraída todo el tiempo, pensando una y otra vez en ese momento perfecto en el que me tendió su mano.

Sus manos.

Sus manos eran hermosas.

Además su perfume me hacía soñar con lo bello que sería abrazarlo.

-¡Camila Beatriz! -espetó papá mientras se devoraba una tostada- ¿Está sorda o qué?

-Papá bájele a la neura que son recién las 7 de la mañana -respondí mientras él abría la boca sorprendido- además no me gusta que me diga Camila Beatriz, dígame Camila nada más.

-¿Por qué grita mijo?-salió abuela Julia de la cocina- ¿Qué fue?

-Su nieta me pone nervioso desde temprano doña Julia -dijo echándome la culpa de su neurosis- Ya es tarde, son las 7:30, usted tiene que irse a clases y está ahí babeando.

-Pues que me vaya a dejar mamá -repliqué encogiendo los hombros

-No señora, usted se va conmigo, yo la paso a dejar y no me mire así, que soy su papá y tengo el derecho... ¡No! más bien, tengo el deber de ir a su escuela.

-Llegará tarde al trabajo doctor -le desafié irónica.

-Figúrese que tengo medio día libre para usted ¿cómo le parece? -contestó en el mismo tono.

A veces papá parecía tener mi edad y por algún motivo eso me hacía mucha gracia.

- ¡No, divino pues! ¿Y mamá? ¿No se levantará de la cama?

- No Cami, hoy no se siente bien -musitó- deberías ir a despedirte y darle un abrazo ¿sí?

Mamá a menudo era una mujer que podía con lo que fuera, era más fuerte que papá sin lugar a dudas, pero había días como hoy en donde sentía que todo a su alrededor parecía derrumbarse y necesitaba descansar. Cuando esto ocurría, papá se tomaba un tiempo y la cuidaba junto a mi abuela hasta que se sentía mejor.

Me despedí de mamá con un abrazo fuerte:

-No olvides que te amo mamá, eres una mujer muy muy fuerte y estoy orgullosa de ti -le susurré al oído mientras la abrazaba- todo va a estar bien.

-Gracias mi amor -susurró mamá con un tono algo compungido- que tengas un hermoso día, cualquier cosa llama a papá ¿si? -yo asentí.

-¿No es mi niña un angelito? -dijo papá desde la puerta caminando hacia mamá mientras ella asentía- igual que usted mi presidente hermosa –susurró papá enternecido dejándole un beso en la sien- espéreme doctora que estaré de vuelta con usted en una horita o menos ¿si?

Nos subimos al auto y papá prendió el radio para romper el silencio mientras se acomodaba el cinturón. Tranquilamente buscó una emisora hasta que se detuvo en una y sonrió a la nada:

"Si nos dejan

Nos vamos a querer toda la vida

Si nos dejan

Nos vamos a vivir a un mundo nuevo

Creo que podemos ver

El nuevo amanecer de un nuevo día

Yo creo que tú y yo

Podemos ser felices todavía"

-¿De qué te ríes pa? –Pregunté contagiándome de su sonrisa mientras me miraba curioso- Estás sonriendo -apunté.

-De nada Cami, de nada –murmuró guardando así su secreto.

-No me gusta esa canción ¿puedes cambiar la emisora?

-¿Qué quieres escuchar? –Para mi sorpresa, no se había molestado con mi petición- Acabo de darme cuenta de que no sé qué música te gusta hija.

- Me gusta Rihanna, Ed Sheeran, Maroon 5... pop en inglés basicamente –contesté al momento.

-¿Rihanna? –replicó papá- no la conozco ¿Es una morena que rapea?

-no –reí- pero te acercaste.

-Sé que Ed Sheeran es un naranjoso peliteñido –afirmó papá mientras buscaba otra emisora, lo que me hizo reír a carcajadas- ¿Me equivoco?

Finalmente encontramos una estación y papá quedó satisfecho con su rol de DJ.

Cuando casi llegábamos a mi escuela me atreví a preguntar lo que tenía en mente desde que salimos de casa:

-Papá ¿Qué tiene mamá? Me preocupa.

-Ay Cami... tu mamá extraña a don Hermes. Tu sabes que ellos siempre fueron muy apegados, Betty era la luz de los ojos de tu abuelito -comentó tiernamente mientras evocaba algún recuerdo que lo hacía reflejar un inmeso cariño en sus ojos- ¡Y qué decir de lo que él significaba para ella! –Dijo apenado- tu madre es una persona centrada, proactiva, fuerte e independiente. Pero es también sensible y puede quebrarse a veces ¿No crees?

-Si papá, y lo entiendo -musité entristecida.

Era lindo ver como papá llegó a amar a mi abuelo casi tanto como si él lo hubiera engendrado. Como si su relación, su lazo fuese casi sanguíneo.

-Yo también lo extraño si te lo llegas a preguntar –confirmó leyendo mi pensamiento- siempre lo recuerdo con mucho amor.

-Papá

-¿Si mi amor?

-Te amo mucho -dije nuevamente entristecida mientras veía su reflejo en el retrovisor y como sus ojos se llenaron de vida y de ternura.

-Y yo a ti mi niña, mucho, eres mi princesa y estoy muy orgulloso de quien eres y de ese ser compasivo y tierno en el que te has convertido.

La voz aterciopelada de papá me arrullaba el corazón en los malos momentos, él podía calentar mi alma con un "te amo" así sintiera que se congelaba.

-Y te amo a pesar de lo terca, neurotica y peleadora que saliste por supuesto -dijo inmediatamente después para no hacer más emotivo el momento.

-¡Soy tu hija! ¿Qué esperabas? -bromeé- todo lo que se lo aprendí del non plus ultra.

-Ese fue un buen golpe Camila Beatriz -asintió desafiante- has aprendido bien.

-Hay algo que me entristece papá -confesé antes de bajarme del auto mientras papá me miraba con atención- Tu una vez dijiste que yo era tu mundo junto con mamá... ¡y la abuela claro!

-Así es -confirmó inmediatamente sin dejar espacio a dudas.

-Pues tú también eres parte de mi mundo papá... -hizo un ademán para continuar mientras me observaba espectante- ¿Qué pasará conmigo cuando tú ya no estés? 

El diario de Camila Mendoza PinzónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora