***Narrador Omnisciente***
Hace unos días...
Eran alrededor de las 1 de la tarde, Beatriz se veía nerviosa pero no tanto como Armando. Él se notaba descompuesto, ni siquiera la suave brisa de esa tarde templada lo ayudaba a deshacerse de la tensión.
Beatriz dejó las llaves del carro en manos del joven valet parking, tomó la mano de su esposo y avanzó por la reconocida entrada del Almirante Padilla con esa familiaridad con la que recorrería su propio salón y es que, de esa muchacha ingenua y de poco mundo en realidad quedaba muy poco.
-Mi amor –murmuró Armando con evidente inquietud- creo que no es buena idea ¿sabes? no tiene sentido que esté aquí para hablar con ese señor, me parece ridículo.
-¿Cómo así mi amor? Quedamos en que lo intentarías. Necesito que entiendas que...
-Que no hay nada, lo sé -interrumpió Armando rodando los ojos- ¡Pero que cruz! Verme en estas ya hasta me da vergüenza mi amor.
-Hazlo por mí –persuadió Beatriz- y sobretodo hazlo por ti Armando, debes superarlo de una vez. O jamás estarás en paz.
Armando se detuvo y miró a Beatriz, su Betty. Esa mujer que logró enloquecerlo, que no solo era su compañera sino el amor de su vida, su mujer, su amiga, su angelito... Su todo.
"¿Qué haría sin ella ah?" -pensó mientras una mirada de ternura se fugaba en su dirección.
Beatriz, conociendolo solo como ella lo hace, se acercó y se aferró a su cuerpo en un abrazo que reconfortó su alma, el aroma de su loción aun la embriagaba, aún la cautivaba, la seducía y estaba segura de que eso no cambiaría con el pasar de los años.
Entonces, tomando su rostro entre sus manos se acercó y trazó un pequeño camino de besos, que iba desde las comisuras de sus labios, pasaba por los hoyuelos de sus mejillas que delataban una pequeña sonrisa enternecida y finalizó con un toque suave en sus labios, esos labios que eran su hogar.
-Nada va a pasar mi amor -susurró Betty contra sus labios
Armando profundizó ese beso, se aferró con sus brazos a la cintura de su mujer e invadió su boca con propiedad mientras acariciaba su espalda, jugueteó y mordió suavemente su labio inferior. Betty respondía con una sonrisa traviesa. Pensaba que su esposo jamás dejó de ser un desesperado y ella nunca superó del todo la timidez, pero así se amaban y así encajaban, como cóncavo y convexo.
Beatriz frenó las ansias de su amante con leves golpecitos en su pecho.
-nos están mirando mi amor -dijo algo azorada.
-Si mejor entremos antes de que me vuelva loquito –Armando se había acercado a su oído para comentarle risueño- ¿Vamos?
Y así tomando la mano de su esposa, inhaló profundo y se dispuso a entrar sereno pero cauteloso, como un felino que espera ser atacado, vigilante cual soldado atrincherado protegiendo su interés, que en este caso era su más grande amor, su familia.
Tomaron asiento en un sector cercano a la barra. Habían pasado años desde la última vez que estuvo ahí con Betty y fue para celebrar su aniversario. ¿Quién diría que volverían a verse ahí con el maldito francés después de todo? ¡Tendría que haber estado loco o ser masoquista para querer encontrarse en ese sitio con el su mujer y con Michel, sabiendo lo que eso removía dentro de él!
Debía estar completamente loco...
Y lo estaba, estaba loco por Betty, su Betty, y si para ella era importante, así le costara sudor y lágrimas llegar a esa instancia, se sentaría con el maldito francés en la misma mesa.
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El diario de Camila Mendoza Pinzón
FanficInspirada en la telenovela "Yo Soy Betty, La Fea" y en su posterior secuela "Ecomoda" escrita por el guionista y productor Fernando Gaitan. El diario de Camila Mendoza Pinzón narra en primera persona parte de la historia de Camila, la hija adolescen...