Diario: Sospecha parte 3

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17 de Mayo del 2015

La noche transcurrió inquietante. Me costó dormir pese a estar cansada.

Lo último que observé del conflicto entre mamá y papá antes de irme a dormir, fue a papá sentado fuera de la puerta del baño, tratando de convencer inútilmente a mamá para que saliera.

-Perfecto Beatriz –había resuelto- si no me quiere escuchar, yo la espero hasta que salga y hablemos –declaró decidido.

Mamá se negaba salir del baño. Ya llevaba dentro una media hora.

Quiero pensar que estaba tomando un baño de tina con una de esas velas que le regala doña Catalina para relajarse y no que se estaba refugiando de las acciones de papá.

Papá claramente no estaba en condiciones de hablar nada con mamá, solo estaba actuando por impulso, tal vez por desesperación, papá era el reflejo de las sensaciones que podía causar beberse una botella completa de whisky en una tarde.

Me metí bajo las cobijas y me puse los audífonos, aún no sabía cómo lidiar con un conflicto de ellos, puede ser porque pocas veces discutían, y si es que llegaban a hacerlo, el enojo no les duraba más de 5 minutos y al rato andaban abrazándose otra vez.

Estaba preocupada hasta que de pronto recibí un mensaje:

"Hola Camila, soy Fer. Paula me dio tu número, espero no te moleste. Queremos invitarte a casa el viernes ¿aceptas?"

De pronto, todo lo que ocurría en casa y todo lo que ocurrió durante ese extenuante día, ya no pesaba tanto.

"Queremos invitarte"

Mariposas otra vez.

Ahogué un grito en mi almohada.

"Si va Dayanne, lo siento, tengo que estudiar. Pero si no va, cuenten conmigo ;)"

Escribí mientras le sonreía a la pantalla como una boba. No podía creer como, entre todas cosas buenas que habían pasado en mi corta vida, esto parecía ser lo mejor de todo.

Felicidad.

Se podía estar derrumbando el mundo a mi alrededor pero Fernando me rescataba teniéndome una mano, otra vez.

Hoy en la mañana apenas me desperté, me propuse averiguar quién había leído mi diario y que era lo que estaba buscando. Esperaba con todas mis fuerzas que nadie lo hubiera leído y solo fuera una impresión mía.

Descartaba a mi abuela, primero porque era  reacia a lidiar con tecnología y segundo porque mi abuela fue la primera en enterarse sobre mi gusto por Fernando y las cartas que leí de papá. (Que era todo el misterio que yo podía ocultar en este diario)

Solo quedaban mamá y papá. Entre ellos ya tenía un sospechoso pero necesitaba verificar mi sospecha con pruebas, si no tenía pruebas no podía encarar a nadie.

Fui al comedor a desayunar, abuela Julia estaba muy callada, posiblemente seguía preocupada por lo que pasó anoche:

-Abuela –susurré- ¡Abuela Julia!

-¿Qué pasó mija? –se dio vuelta replicando también en voz baja, como si entendiera mi petición implícitamente.

-¿Qué pasó con esos dos anoche? –Pregunté- Yo me dormí y no supe más nada.

-Ay mi niña –susurró mi abuela con pesar- no pudieron arreglar nada. Su papá estaba muy tomado y pues Bettica ya no tenía paciencia.

En ese instante entra papá desde la sala principal vestido con la ropa del día anterior, claramente no durmió con mamá.

-¿Qué hora es? –preguntó sin percatarse de nada.

-Las 7 papá –respondí fingiendo normalidad, papá sacó un vaso y lo lleno de agua- ¿Quién me llevará a la escuela hoy?

-Yo creo que su mamá mija –dijo la abuela Julia mientras observaba a papá tomándose un segundo vaso de agua- Armandito debe estar con guayabo –sonrió.

Papá se veía sombrío, ensimismado, posiblemente pasó una noche horrible:

-Cami, hija –dijo sentándose frente a mí- yo quería pedirte disculpas. –Musitó apenado- me da muchísima pena que me hayas visto en esa condición anoche y te prometo que no volverá a pasar –yo le creía, la culpa se reflejaba en su voz. Admiraba su valor, no muchos padres consideran así a sus hijos. Extendí mi mano y acaricié su rostro- Lamento haberte asustado mi amor, y lamento que hayas tenido que cargar conmigo y mis problemas.

-No importa papá -dije con toda la sinceridad que pude expresarle- solo quiero verte bien. Y quiero que arregles las cosas con mamá ¿si? -papá asintió y me regaló una media sonrisa.

-lo intentaré -concluyó.

-Por cierto necesito preguntarte algo -aproveché el momento para investigar- ¿Tú entraste a mi habitación y esculcaste en mis cosas?– guardósilencio- ¿Papá?

-No sé de qué me hablas –dijo levantándose rápidamente, evitando el interrogatorio- iré a despertar a tu mamá para que te lleve a clases. Ya es tarde y yo no puedo en estas condiciones.

Papá se mostró evasivo, eso era sospechoso. Pero aún tenía que preguntarle a mamá así que no lo tomé en cuenta.

Mamá llegó como a los 20 minutos vestida ropa cómoda, no estaba usando ninguno de sus trajes formales de oficina y eso me parecía extraño

-¡Buen día Cami! ¿Cómo dormiste? –preguntó mi mamá amorosamente.

-Bien mamá, ¿y tú que tal? –pregunté sin doble intención pero mamá me miró con sospecha.

-Pues no tan bien como quisiera –respondió después de un rato- Arréglate o llegaremos tarde a la escuela.

Papá salió desde el baño con unos analgésicos en la mano y otro vaso de agua.

-No contaremos con la compañía del vicepresidente hoy ¿verdad? –dijo mamá mirándolo con algo de decepción.

-Necesito hablar contigo mi amor –dijo papá haciendo caso omiso a su pregunta.- Por favor.

-¿Ya le pediste disculpas a Camila? –preguntó mamá. Papá asintió con la cabeza y yo confirmé su respuesta- Bien, llevaré a Cami a clases y hablaremos después. Báñate y cámbiate ¿sí? Ya vuelvo.

-¡Ah por cierto! –Interrumpí- necesito pedirles permiso para ir el viernes a la casa de Paula.

-¿Estará su hermano ahí? –Cuestionó papá.

-Si, pero yo voy a ver a Paula

-Y a Fernando si es que se puede –asumió papá- cuidado con ese pelao' Camila, no me gusta nada esa traga por el. ¡Ni que te mande noticas y carticas!

¿Cartitas? -me pregunté, Fernando no me escribe cartas. ¿Será que papá encontró la nota de Fer? ¿o está suponiendo sin saber? 

No lo creo, lo veo convencido... mucho.

¿Será que el leyó mi diario?. En ese instante sentí un escalofrío, un balde de agua fría, papá decidió no confiar en mi y aún sabiendo lo que un diario intimo significa para una persona, lo esculcó.

-¿Papá? tu leíste mi diario -sentencié, afirmando más que cuestionando- ¿no es así? tú revisaste mis cosas y leíste mi diario -dije con un ligero temblor en la voz -¿Por qué hiciste eso ah? ¿Por qué decidiste romper mi confianza en vez de solo preguntarme lo que querías saber? ¿En vez de solo hablar conmigo? 

-Camila, no lo tomes así, yo solo estaba preocupado por ti hija...

-¡No papá! Llegaste muy lejos -intenté reprimir una lagrima pero no funcionó, esta cayó por mi mejilla- por favor, solo dejame en paz.

No podía creerlo, mi papá, el ilustre señor Mendoza, había descubierto parte de mi intimidad a la fuerza, había hecho las cosas mal con intención, ¡No le importó lo que yo sintiera! ¡No le importó nada! y yo que lo defendía y que a veces hasta justificaba sus estupideces.

No sabía como explicarlo, no tenía palabras para describirlo, pero lo sentía como una traición.

El diario de Camila Mendoza PinzónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora