Tu mirada en mi [Libro 1] ✔️

C A P I T U L O 99

—Vas muy bien, cariño, usted puede hacerlo.

Me sostenía de los tubos mientras trataba de caminar. Las gotas de sudor bajaban por mi frente y mis brazos dolían.

Estaba en mi fisioterapia y debo decir que no se me ha hecho fácil. Puedo caminar un poco, pero no lo puedo hacer sin quejarme de dolor. Tener una cadera dislocada es lo peor del mundo.

Mi padre vino a acompañarme a las fisioterapias. Desde que llegó, no he dejado de sonreír, me he dado cuenta que lo había extrañado mucho.

Cuando llegó yo no pude ir hacia él, pues estaba en shock y tampoco es como si pudiera caminar bien. Por lo qué él fue hacia mi con la ayuda de mi madre.

—¡Puede hacerlo, T/N!— Dijo mi padre desde su silla de ruedas.

Y si, mi padre había quedado paralítico.

Cuando lo vi yo no pude evitar llorar. Lloraba de alegría, ya que él estaba vivo, había logrado vencer el coma. Pero al mismo tiempo lloraba de tristeza. Pues mi padre tuvo que dejar su profesión de policía debido a que ya no podía volver a caminar.

Aún no me han querido decir que fue exactamente que fue lo qué pasó. Mis padres dicen que no quieren hablar de ese día y los entiendo, yo estaba así hasta hace unos días que hablé con Jimin.

—¡Eres fuerte, hermosa! ¡Lo estás haciendo súper!

Tae también había venido a mi terapia. Él y mi padre quisieron venir mientras que mamá se quedó con Jimin en los ensayos. En unos días serán los premios y tienen que trabajar duro.

—Descanse.— El doctor me ayudó a sentarme.— Vas avanzado muy bien, excelente trabajo, T/N.

Pero ya yo quería caminar, quería correr y saltar.

Yo quería bailar.

—Recuerde sentarse con la espalda derecha y los pies planos. Mantenga sus rodillas separadas, no se siente en sillas bajas y no se doble por la cintura para recoger algún objeto que esté en el piso.— El doctor me repasaba las cosas que debía y no debía de hacer. Siempre me decía lo mismo cada vez que terminaba la terapia.— Recuerde tomarse sus medicinas y...

—No se preocupe, doctor.— Mi novio llegó hacia en donde estábamos nosotros. Me extendió las muletas.— Yo me estoy encargando de que se las tome al pie de la letra.

Coordiné la siguiente cita con el doctor. Ahora que estoy lesionada tengo más tiempo libre. No es algo de lo que esté orgullosa, pues me encanta trabajar, pero tampoco es como si pudiera levantarme y decir: "¡Hey! ¡Vamos a bailar!" Porque claramente me voy a joder más la cadera y ahí sí que no podré volver a bailar.

Eso lo entendí hasta hace unos días. Comencé a ir de nuevo a mis citas con el psicólogo, pues había recaído y de una manera poco agradable. Cuando el psicólogo me vio se sorprendió, pues desde hace tiempo ya no me veía. Me había dicho que había avanzado bastante y que ya no tenía que verlo tan seguido como antes.

Honestamente, nunca pensé que volvería a ir. Me sentía muchísimo mejor, obviamente aún tenía mis días malos, pero por primera vez me sentía una persona libre.

—¿Quieren comer algo?— Preguntó mi novio mientras nos subíamos a la camioneta.

—Yo estoy bien, gracias.— Le dijo mi papá.— ¿Tiene hambre, hija mía?

—Negué.— Estoy bien. Vamos para la casa, tal vez mamá debió de haber llegado.

Mis padres querían pasar el mayor tiempo posible conmigo. Por lo que decidieron que se quedarán a vivir aquí en Corea. Por suerte, mi casa es demasiaaaado grande, más de lo que me gustaría. Pero por lo menos ellos tendrán su propia habitación.