13. Acosado Por Mi Extraña Vecina

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Al oírme, la extraña silueta da unos pasos al frente. Y gracias a la poca iluminación que brinda la luna, puedo ver con claridad el rostro de la persona que viene detrás de mí.

—Tranquilo, Eithan, sólo soy yo; Made.

Sí, es nada más ni nada menos que la rara de mi vecina.

Suelto de forma exagerada todo el aire que tenía atrapado en el pecho, mientras hago esfuerzos sobrehumanos por no ahogarme con la leve tos que esto me provocó. Demonios, ésta chica sí sabe cómo dar buenos sustos.

—Ah… otra vez tú —balbuceo, antes de inhalar y exhalar con profundidad.

—Sí, otra vez yo —me dice ella, con una sonrisa plasmada en el rostro.

Me toma unos cuantos segundos recobrar el aire que perdí con el susto, sin embargo, lo logro y al sentirme en mejor estado, me dedico a observar a la chica frente a mí, lo cual, sólo consigue que mi ceño se frunza un poco.

De nuevo, su apariencia se ve… muy arreglada, la verdad.

No gastaré tiempo en describir su atuendo, pero puedo decir que se ve bastante bien, sin contar que el maquillaje en su rostro le da un toque diferente; un toque que no tenía cuando estuvimos juntos hace un rato; un toque que la hace ver…

Como una persona diferente.

«Tranquilo, Eithan, sólo soy yo; Made»

Sus palabras hacen eco en lo más profundo de mi mente. Un momento… ¿Made?

El recuerdo de lo que ella misma dijo en la tarde, me pone a pensar un poco en la situación. Cuando se refirió a su otra personalidad, la llamó Madeline. Y más temprano, en la mañana, se refirió a ella misma como Madison… 

Made… Madeline…

Madi… Madison

Ahora todo empieza a tener un poco de sentido. No cabe duda, la chica frente a mí o, en todo caso, la “personalidad” a la que estoy viendo en éste instante, es Madeline. Y la otra chica, la que es más callada, es… Madison.

—¿Por qué tan asustado, querido Eithan? —pregunta ella, llamando mi atención.

Inhalo un poco de aire mientras pienso en una respuesta. Para empezar, ¿por qué me asusté? Ah, claro, fue porque ella venía detrás de mí y… parecía que estaba… siguiéndome.

—Me metiste tremendo susto. Sólo vi tu sombra y no alcancé a reconocerte de inmediato —le digo y en parte, suena a queja—. Dime algo, ¿por qué presiento que estabas… siguiéndome?

—¿Yo? —cuestiona, sorprendida—, ¿de qué hablas, Eithan? Yo no estaba siguiéndote.

—¿Segura? No es lo que parece. —La seriedad con la que hablo es tanta, que incluso a mí me asusta—. Si no estabas siguiéndome, entonces, ¿por qué venías caminando detrás de mí?

La chica me mira y sólo sonríe.

—No estaba “caminando detrás de ti”, sólo caminaba a mi casa —asegura, sin siquiera tartamudear.

Bueno… no había considerado esa opción.

—Vivimos en la misma calle, Eithan. Es normal que choquemos de vez en cuando, pero no significa que yo te haya seguido —indica, como si fuera lo más obvio del mundo.

Y aunque me cueste admitirlo, tiene razón. Quizás, sólo estoy algo paranoico y ella no estaba siguiéndome. Como dijo, vivimos en la misma calle, así que sería muy extraño no encontrarnos seguido, pero eso de sentir que me está siguiendo, ya es demasiado.

¿Otra Vez Tú? © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora