24. Bromista y todo, pero así me agradas

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—¿Qué pasa, Eithan? ¿Sigues traumado por enterarte de que Madi y yo somos gemelas?

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—¿Qué pasa, Eithan? ¿Sigues traumado por enterarte de que Madi y yo somos gemelas?

La burlesca pregunta de Madeline, hace que su hermana y Jeff se suelten a reír, antes de hacer el pésimo intento de controlar sus risas. Sabía que toparme con estas dos chicas sería lo peor que podría pasarme, pero no contaba con que la sesión de burlas comenzaría tan pronto.

Al ver como los otros dos me miran con demasiada “fijeza”, opto por rodar los ojos con fastidio.

—No tiene nada que ver con eso. —Tomo una buena bocanada de aire y prosigo a saludar a cada una de ellas—: Hola, Madeline; Hola, Madison.

—Chicas, ¿qué dicen? ¿Podemos acompañarlas? —pregunta Jeff, logrando que las gemelas asientan con entusiasmo.

El responsable de que esté en esta incómoda situación, jala una de las sillas y toma asiento junto a Made, mientras alza sus brazos hacia arriba, estirándose y poniéndose más cómodo en su lugar. De inmediato, me ofrece una silla para que lo imite, sin embargo, sigo pensando que es una malísima idea. Si apenas acabo de llegar y ya me gané que la “gemela malvada” inicie con las burlas, ¿qué puede pasar si me quedo?

No quiero averiguarlo, así que mi mente comienza a ingeniar un plan para poder escapar.

—Bueno, gracias, pero… yo no, no puedo quedarme —balbuceo con rapidez, haciendo que sea un poco difícil entenderme—. Bueno, es que… yo…

Una idea pasa por mi cabeza de forma fugaz. Y gracias a ello, logro encontrar la excusa perfecta para huir de aquí cuánto antes.

—Yo no tengo dinero, al menos aquí, conmigo —aseguro, aunque yo, mejor que nadie, sé que eso es mentira—. Además, tengo muchas cosas que hacer. Debo ir al supermercado… después a la tienda… y también tengo que cuidar a Bigotes, y…

La risa que sueltan las dos chicas frente a mí, me hace interrumpir mi “pequeña lista de excusas”.

—En serio, Eithan, ¿tanto te molesta estar con nosotras? —pregunta Madi, con una sonrisa, sin embargo, en sus ojos se puede apreciar una leve pizca de decepción.

¿Para qué negarlo? Verla así, logra hacerme sentir bastante mal por mi actitud, por lo que empiezo a negar de forma nerviosa.

—A ver, Eithan —interrumpe Jeff—, el dinero no es un problema. Si no tienes, yo puedo prestarte. Y a Bigotes no le va a pasar nada por quedarse un rato solo, ¿no crees?

—Además. —Ésta vez, quien interrumpe, es Madeline— Si en verdad tienes que ir al supermercado, a la tienda y a no sé dónde más, nosotros podemos ir contigo y ayudarte con las compras. —Una amplia y tétrica sonrisa se asoma en su rostro. A esta chica le encanta molestarme.

—De esa forma, también ahorras tiempo —finaliza Madison, en voz baja y sin mirarme a la cara.

Miro a las tres personas frente a mí y no puedo evitar pensar que me volví el juguete preferido del destino, porque le encanta jugar conmigo. Parece que todos se pusieron de acuerdo para arruinarme la existencia un poco y, en vista de la situación, se me hace casi imposible decir que no.

¿Otra Vez Tú? © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora