Eithan es reservado y distante.
«Madi» es simpática y alegre.
Eithan es nuevo en el pueblo.
«Madi» ha vivido toda su vida ahí.
Eithan carga con el peso de una pérdida que aún le causa mucho dolor.
Y quizás, «Madi» sea la única capaz de entender...
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Miro a la persona a mi lado y no puedo evitar reír al ver la cara de amargado que tiene. Jeff conoce a las gemelas desde hace mucho más tiempo que yo y si para mí, estos momentos ya resultan bastante… “estresantes”, no quiero imaginar cómo se sentirá él.
—¡Por favor! Ya decídanse, ¿quieren? —habla de golpe, levantándose del sofá.
—¡Es injusto, Madi! ¡La última vez vimos la que tú querías! ¡Ahora me toca a mí!
—Pero sabes que no me gustan las películas de terror, ¡yo no quiero ver El Conjuro!
—¡Pero ni siquiera da miedo! Eres una llorona —se queja, rodando los ojos—. Además, ya sabes que me toca a mí.
—¡Sólo si no pones una de tus películas raras!
—¿O qué?
Uh… esto me suena a nueva pelea.
—Entonces, no te doy el control —se burla Madi, sonriendo con maldad.
Tal y como lo predije, una nueva discusión se desata entre esas dos, mientras Jeff intenta hacerla de árbitro para que no se terminen matando entre ellas. Esto resultó más complicado de lo que imaginé, ¿cómo fue que terminamos en éste lío?
Bueno… recapitulemos.
Luego de… lo que pasó en la tarde, Madi y yo tuvimos que regresar adentro casi de inmediato, ya que su mamá apareció y comenzó a preguntar dónde estábamos y cosas así —típico de las madres—. Por suerte, no malinterpretó la situación —o eso espero— y sólo insistió con la idea de ver una película. Desde ahí, Madi y yo hemos estado igual que al principio, sobre todo porque ni siquiera hemos “hablado” de lo que pasó. Por eso, preferí no comentarle gran cosa a Jeff y supongo que ella hizo lo mismo con Made, ya que no volvió a hacer más preguntas.
Así fue como terminamos aquí, en la sala, mientras ambas chicas siguen discutiendo por la película que cada una quiere ver.
—¡¡¡Eithan!!!
Pego un brinco al oír el tremendo grito de los tres. Vaya que fue una manera única de hacerme reaccionar.
—¿Me hablaban? —pregunto, fingiendo inocencia.
—Dios, ¿pero en dónde rayos cargas la cabeza, chico? —me regaña Made, cruzándose de brazos.
Miro de reojo a Madi y casi siento ganas de reír. ¿Será mala idea decirle que pensaba, de cierta forma, en ella?
—En ningún lado, me distraje un poco. —Me encojo de hombros, restándole importancia— Pero díganme, ¿para qué soy bueno?
«¿Tú? Para nada»
«Un día me desharé de ti, ya verás»
«Buena suerte con eso, ¿sabes cuántas veces lo intenté yo?»