Eithan es reservado y distante.
«Madi» es simpática y alegre.
Eithan es nuevo en el pueblo.
«Madi» ha vivido toda su vida ahí.
Eithan carga con el peso de una pérdida que aún le causa mucho dolor.
Y quizás, «Madi» sea la única capaz de entender...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Aire… aire fresco… es lo que mi cuerpo pedía hace unos minutos, sin embargo, ahora que estoy aquí, afuera, sólo siento ganas de volver adentro y no tener que ver la luz del día, nunca más.
Con un suspiro cansado, me enderezo y vuelvo a quedar sentado, sobre ese verde césped que, en éste momento, se siente frío y muy húmedo, quizás por la incesante lluvia que nos ha golpeado estos días. Por eso, me resulta casi increíble que, justo ahora, no esté lloviznando siquiera, cuando en el último tiempo, no hemos podido salir a la calle sin terminar empapados, de los pies a la cabeza. Sea como sea, ya es un avance, ¿no?
Mi emoción se acaba en el instante en que miro al cielo y noto que, según su aspecto, hoy no será diferente. Aunque aún se puede apreciar el sol de forma lejana, hay buena parte que está cubierto por densas nubes oscuras que continúan esparciéndose, confirmando mi teoría de que hoy también lloverá, al igual que los últimos días.
Cuando bajo un poco mi vista, lo primero que capta mi atención, son los árboles que se alzan a la distancia, recordándome que ahí, en algún lugar, se encuentra el parque, marcando la entrada a ese bosque que parece no terminar jamás.
—Eithan, ¿dónde est…? —La voz de mamá, se ve interrumpida cuando sale de la casa y me encuentra, antes de suspirar de forma disimulada— Acabo de hablar con tu tía. Ella dice que estará feliz de recibirte en su casa.
Ya entiendo. Así que de eso se trataba.
—Ella también cree que es una buena oportunidad para que pases más tiempo con tus primos; hace mucho que no los ves.
Bueno, sí… no lo niego, aunque debo admitir que, la idea de pasar tiempo con dos niños de diez y siete años, no me “emociona” de gran manera. Como dije, quien me cae mejor es George, pero… ¿Jeremiah y Benjamin? No sé si podré seguirles el ritmo. Aún así, es mejor opción intentarlo que continuar como hasta ahora, encerrado día y noche en mi habitación, como si ya no hubiera nada que me importara fuera de ella.
Inhalo profundo, decidido a meterme esa idea en la cabeza, hasta que yo mismo me la crea por completo.
—A mí también me agrada la idea. Creo que será divertido. —Le sonrío a mi mamá, intentando transmitirle algo de calma; calma que, por cierto, a mí me falta.
Al no escuchar su respuesta, elijo levantarme del suelo y camino hasta ella, sólo para rodearla y darle un fuerte abrazo desde atrás, el cual me ayuda a relajarme un poco, sobre todo al sentir como me devuelve el gesto. No obstante, al hacerlo, también hace que un extraño nudo se apodere de mi pecho y suba hasta mi garganta, como si esta acción me sirviera para entender la magnitud de la decisión que he tomado.
Como si no bastara, sus palabras me lo terminan de confirmar.
—Entonces, prepárate, porque tu tía vendrá por ti en tres días.
Cuatro días… es tanto tiempo y, a la vez, tan poco…
—Me encantaría que ambos nos fuéramos de aquí —murmuro, antes de reaccionar y darme cuenta de que lo dije en voz alta.