Conforme pasan los minutos, podemos apreciar con claridad la forma en la que el sol comienza a desaparecer, dándole paso a la noche que, en cualquier momento, acabará por cubrir el pueblo donde vivo ahora.
—Listo, creo que ésta es la última —habla mi vecina, mientras hace un gran esfuerzo por tomar en sus brazos la última caja que queda en el suelo.
Al verla fracasar, le digo que la deje ahí y sin mucho esfuerzo, la levanto y la guardo en su lugar, justo donde pusimos las demás. Ni siquiera sé con seguridad qué es lo que hay dentro de ellas, pero sí entendí que es necesario dejarlo todo en orden.
Me doy la vuelta y vuelvo a enfocar mi visión en el paisaje de afuera. Vaya que es una vista increíble. Los colores anaranjados y rosáceos que ha adquirido el cielo debido a la puesta del sol, se contrastan a la perfección con la increíble imagen del bosque oscureciéndose por la entrada de la noche. Mamá tenía razón cuando dijo que era un lugar increíble para vivir, porque ver esta espléndida imagen, me ayuda mucho a relajarme.
Mi padre solía decir que, en ocasiones, vivimos la vida tan deprisa que nos olvidamos de mirar los pequeños detalles que hacen más hermosa nuestra existencia, como ver una puesta del sol o escuchar los sonidos del campo. Cuánta razón tenía al decir que debíamos aprovechar cosas como esas, porque la vida era demasiado corta como para perderse esos pequeños detalles que hacían del mundo, un lugar más "habitable" para los humanos.
Ojalá él estuviera aquí, para ver que su hijo aún no ha olvidado sus palabras.
—¿Y bien? —La voz de la chica a mi lado, se encarga de sacarme de mis pensamientos—, ¿qué te pareció trabajar en el albergue?
—Creo que fue muy divertido —confieso, con una sonrisa en el rostro.
—Y sí que lo es —responde, entusiasmada—. Cuando se trata de cuidar animales, nunca sabrás qué te espera al día siguiente.
Le dedico una breve sonrisa y regreso mi vista al lugar donde estamos. Ya hace rato se habían marchado todos y sólo quedábamos nosotros dos. Siendo honesto, me siento como cuando la fiesta termina y los últimos que se quedan, son quienes terminan limpiando todo.
—¿Qué opinas de Jeff? —pregunta de golpe—. Vi que hablaste con él más tiempo que con cualquiera, así que por eso quería saber qué pensabas de él.
El silencio me domina durante unos segundos. No puedo evitar recordar la conversación que tuvimos antes y eso me pone un poco nervioso, porque no sé qué tanto sabe esta chica sobre eso.
Luego de un instante, me decido a hablar.
—Me cae bien —respondo, sonriendo—, creo que es un buen amigo.
—¿Acaso te contó que...? —La pregunta se queda en el aire sin ser terminada, pero no hace falta ser un adivino para saber a qué se refiere.
—¿Qué cosa? ¿Que es gay? —La chica se sorprende un poco, pero al darse cuenta de que estamos solos, asiente.
—Jeff es un gran chico y un excelente amigo —afirma, sonriendo—, pero esto de ser gay le ha traído varias complicaciones, sobretodo por tener que ocultarlo.
—¿Ocultarlo? ¿Quieres decir que no le ha dicho a nadie?
—Nadie, excepto a mí —confiesa, girándose a verme—. Y parece que también a ti.
No puedo evitar sentirme mal por escuchar eso. Siempre había oído de casos de personas que debían fingir ser algo más, sólo para conseguir la aprobación del resto, pero ver de cerca a una persona que pasaba por eso, lo hacía un poco más... "real".
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¿Otra Vez Tú? ©
Ficção AdolescenteEithan es reservado y distante. «Madi» es simpática y alegre. Eithan es nuevo en el pueblo. «Madi» ha vivido toda su vida ahí. Eithan carga con el peso de una pérdida que aún le causa mucho dolor. Y quizás, «Madi» sea la única capaz de entender...