23. El basquetbolista más patético de la historia

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Fijo mi vista en la pelota de básquet, la cual continúa entrando una y otra vez en el aro, antes de regresar a las manos de la persona que la lanza

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Fijo mi vista en la pelota de básquet, la cual continúa entrando una y otra vez en el aro, antes de regresar a las manos de la persona que la lanza. Siendo honesto, me parece mejor opción observar esto, antes que tener que ver a los ojos al chico frente a mí.

Jeff vuelve a recibir la pelota y, al ver mis intenciones de ignorarlo, se echa a reír, por milésima vez desde que me encontró aquí. Y claro que, al verlo, vuelvo a rodar los ojos con fastidio, también por milésima vez.

—Hablé con las chicas —comenta, por fin. Sabía que a eso se debían sus "risas sin sentido"—. Ellas me contaron lo de tu "penosa situación".

Siento la cara arder con sólo oírlo. Si él ya lo sabe, lo más probable es que el resto del pueblo también esté enterado. ¿Con qué cara voy a verlos? Y aún peor, ¿con qué cara voy a ver a las "gemelas Foster"? Si ayer apenas pude despedirme y sigo pensando que lo hice a medias, pues lo único que quería era salir corriendo, entonces ¿de dónde voy a sacar valor para verlas a la cara?

Lo único que quiero es desaparecer del planeta. Tierra, ¿podrías ayudarme con eso? ¿Y si me tragas?

La nueva risa que suelta Jeff, es la encargada de sacarme de mis pensamientos. No imagino lo rojo que debe estar mi rostro en este momento.

—No puedo creer que de verdad hayas creído que eran la misma persona. —Una nueva carcajada lo interrumpe, antes de que logre tomar aire y continuar—: no logro entender cómo no te diste cuenta de que eran gemelas.

—¿Cómo iba a saberlo? Nadie me dijo nada —me quejo, pero sólo consigue divertir aún más al idiota de Jeff.

—¿Fue por eso que me preguntaste lo del TID? Cuando hablaste del trastorno y las personalidades... ¿lo decías por ellas, por Madi y Made?

Un intenso calor me invade el rostro, el cual se siente tan asfixiante que me impide pensar en cualquier otra cosa. Asimismo, me impide responder.

—Dios, entonces sí fue por eso —murmura, antes de soltar una fuerte carcajada.

No imagino la cara que debo tener. Esto quizás me sirva de lección para no salir de casa cuando cometa alguna estupidez, sobretodo si es una de la magnitud de ésta.

Ya con seriedad, le digo a Jeff que deje de burlarse y él acepta, aunque claro está que le toma un momento, pues el tener que controlar su risa, es un trabajo que le cuesta llevar a cabo. Al fin lo logra y continúa con su rutina de hacer tiros libres al aro, mientras yo solo miro desde abajo.

Cuando la pelota impacta en la parte superior y no entra en la cesta, aprovecho para interceptarla y luego de dar un pequeño salto, ésta termina en mis manos, dejando al chico con los brazos extendidos y a la espera de algo que no llegará a él.

—¿Qué dices? ¿Jugamos? —le ofrezco, a lo cual, asiente encantado.

«Y así, el intenso campeonato de basquetbol comienza. Los dos chicos luchan por la pelota como si sus propias vidas estuvieran en riesgo, mientras cada uno se luce mostrando sus cualidades y atributos en el juego, los cuales les servirán...»

¿Otra Vez Tú? © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora