—¡Chicos! ¿Siguen ahí? —pregunta mi vecina, mirándonos con curiosidad—. Entonces, ¿no me van a decir?
Volteo a ver a Jeff y noto que su rostro se ha puesto un poco pálido y me siento mal por eso. No creo que exista alguien a quien le guste que se burlen de él, así que comienzo a pensar en una idea para liberarlo de esto.
Y por suerte para él, se me ocurre una.
—¡Yo se lo presté! —exclamo, con más fuerza de la necesaria—, es que... Jeff me estaba contando que no quería resfriarse cuando saliera de aquí, así que le dije que se llevara mi suéter a su casa y que me lo devolviera luego.
Parece que inventar excusas se me da mejor de lo que pensé.
—Mmm... ¿en serio? —pregunta, con cierta desconfianza—, ¿por qué no se lo das luego? ¿Por qué se lo diste ahora, cuando ni siquiera ha caído la tarde?
Sí... mi capacidad de inventar excusas no da para mucho.
—Es...
—¡Para no olvidarlo! -grita Jeff, haciendo que casi me estalle el tímpano—. No sé cómo sea Eithan, pero tú sabes que yo soy muy despistado y podía olvidarlo, así que... por eso me lo dio desde ya.
—¿Ah, sí? ¿Tú también eres despistado, Eithan?
No, para nada.
«Ajá... tú no eres despistado y yo no soy la voz de tu cabeza»
«¿No lo eres? ¡¿Entonces quién rayos eres?!»
«Hombre, ¡es sarcasmo!»
«Ah...»
«Y dice que no es despistado...»
—¿Eithan?
Reacciono cuando oigo la voz de mi vecina y recuerdo que me ha preguntado algo.
—No, para nada, yo no soy despistado —aseguro, muy convencido de mis palabras.
La chica intercambia su mirada entre nosotros varias veces, pero al no encontrar señales de que mentimos, deja las cosas como están y ya no hace más preguntas, lo cual agradecemos y sólo así conseguimos respirar aliviados.
Luego del breve interrogatorio, ella nos pide ayuda para acomodar varias cajas de arena para gatos y nosotros aceptamos con gusto. No entiendo bien la idea, pero teniendo en cuenta que ellos saben mucho más que yo, creo que lo mejor que puedo hacer es imitarlos y acoplarme a lo que hagan.
Entre Jeff, la chica y yo, nos dedicamos a subirlas una a una en un estante que está un poco alto, pero no lo suficiente como para estar fuera de nuestro alcance. Lo que sí está difícil, es acomodar bien las cajas para que no se caigan, pues no sólo son algo grandes, sino que además, la arena hace que pesen aún más.
Ahora entiendo por qué suelen utilizar arena para fabricar pesas caseras.
—¿Arreglaste las cosas con Mike? —le pregunta ella, dejándome al margen de su conversación.
—Algo así —responde e incluso yo, que no conozco el tema de la charla, puedo notar que a Jeff le incomoda hablar sobre eso, pues cambia el tema de golpe—: ¿sabes a cuántos han adoptado ya?
—Bueno... según lo que alcancé a ver, Copito fue el primero en encontrar hogar. —Volver a escuchar ese nombre, hace que me remueva incómodo al recordar el inmenso tamaño que ese gato tenía—. Después... creo que ya adoptaron a dos de los cachorros y Katty —comenta, entusiasmada.
Ahora lo recuerdo, Katty era una gatita color beige con marrón, quien, por cierto, tenía unos ojos azules preciosos.
La mirada de Jeff se desvía hacia la puerta e informa: —Parece que también se llevaron a Bunny.
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¿Otra Vez Tú? ©
Novela JuvenilEithan es reservado y distante. «Madi» es simpática y alegre. Eithan es nuevo en el pueblo. «Madi» ha vivido toda su vida ahí. Eithan carga con el peso de una pérdida que aún le causa mucho dolor. Y quizás, «Madi» sea la única capaz de entender...