Y bien, así fue como terminó nuestra “caótica aventura”.
Miro de reojo la patrulla policial estacionada frente a nosotros, mientras la sirena suena a un volumen tan bajo que sólo se escucha de forma lejana. No entiendo por qué insisten en mantenerla así, ¡ni siquiera están persiguiendo a nadie! ¿Por qué no sólo la apagan y ya?
Ruedo los ojos y le doy un largo trago a mi botella de agua, mientras estiro un poco las piernas sobre el asfalto. Admito que sentarnos en ésta banqueta fue mejor idea que quedarnos de pie, pero ésta posición ya se está volviendo bastante incómoda y difícil de aguantar.
Ninguno decimos nada. El silencio es nuestra única compañía, hasta que un hombre no mayor a los treinta, se acerca a nosotros. A pesar de no llevar uniforme, está más que claro que es policía.
—Con que son ustedes, ¿eh? Los chicos que se las dan de héroes —habla, pero ninguno decimos nada—. ¿Tienen idea del riesgo en el que se pusieron? Algo podría haber salido mal y ustedes, ambos, habrían acabado heridos o muertos —sentencia, con dureza, antes de dar un profundo suspiro, lo cual sólo logra asustarnos aún más de lo que ya estamos—, sin embargo, tengo que reconocer su valentía, muchachos.
Sí, ya sabemos que la regamos, pero… un momento, ¿qué dijo?
—No cualquiera hubiera sido capaz de adentrarse en ésta situación sólo para impedir un robo, aún sin saber si los ladrones estaban armados o no. —Bueno… ¿nos está regañando o felicitando?— Felicidades, muchachos, tienen mucho valor.
Dicho esto, se da la vuelta y se va, dejándonos con la confusión por entender lo que dijo. Al final, ¿hicimos bien o no?
Giro mi rostro hacia un lado y me encuentro con esos ojos color avellana, pertenecientes a la chica que, sin intención, nos metió a Jeff y a mí en todo éste problema. Su semblante ya se ve mucho más calmado que cuando estábamos allá adentro, atrapados, pero su mirada continúa viéndose algo extraña, como pensativa, pero no pareciera estar ingeniando algún plan; es… más como si lo que pasó, la hubiera dejado algo “traumatizada”.
Si tengo que admitirlo, me siento algo mal de verla así, por lo que busco algún tema para sacarle conversación.
Para mi desgracia, sólo hay uno que se me ocurre. Y es algo en lo que he estado pensando desde que nos rescataron y nos sacaron de ese lugar.
—Madi —le hablo, consiguiendo que me preste toda su atención—, ¿cómo lograste que no te hicieran nada grave? ¿Cómo conseguiste que sólo te amarraran y te dejaran ahí?
Y es que sí, la duda por saberlo, no me dejaba en paz. Si lo pienso bien, ella era una testigo y bien podría reconocer a cada uno de los tipos que estaban involucrados, ¿no hubiera sido mejor para ellos “deshacerse” de ella? Y no, no es que desee que eso hubiera sucedido, pero es lo que siempre pasa en las películas, ¿por qué aquí no sucedió eso? ¿O es que acaso debo dejar de ver tanta ficción?
—Fue Mike quien me encontró —indica, en voz baja—. Él se dio cuenta de que alguien los estaba siguiendo, así que me acorraló y, cuando se dio cuenta de que era yo, sólo me amarró y me encerró en esa habitación, no sin antes advertirme que me quedara ahí y que no me moviera.
—¿Ya se conocían? ¿No dijiste que él vivía a afueras del pueblo, en la ciudad? —pregunto, algo confundido.
—Jeff ha subido a sus redes muchas fotos. Y en varias de ellas, aparezco yo. —Ah, claro, ahora todo tiene más sentido—. Mike las había visto y cuando me vio en persona, supongo que no le fue difícil reconocerme.
—Tuviste mucha suerte —aseguro, sin estar dispuesto a dejar las cosas así—. No debiste haber venido aquí tú sola, aún más cuando sabías que habían más de tres personas involucradas. Fue algo muy arriesgado, ¿tienes idea de lo preocupados que estábamos?
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¿Otra Vez Tú? ©
Genç KurguEithan es reservado y distante. «Madi» es simpática y alegre. Eithan es nuevo en el pueblo. «Madi» ha vivido toda su vida ahí. Eithan carga con el peso de una pérdida que aún le causa mucho dolor. Y quizás, «Madi» sea la única capaz de entender...