ESMERALDA

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Emily Sinclair

La noche se sentía pesada, tenia menos de 24 horas en el castillo y me habían acusado de lo de mi hermana, se sentía oscuro, pesado y aun me sentí responsable de lo sucedido, pero no pude evitar pensar en Malfoy y las imágenes que vi cuando cruzamos miradas, mierda, ninguna se veía bien, ¿cuando las visiones me podrían enseñar algo bueno?.

Joder, había sido una estupida pasada lo que le hice Astoria, que mal movimiento, aunque, podía hacerles olvidar a todos e irme de aquí, finalmente tenia un poco de libertad en mi vida, podría aprovecharlo un poco, sí claro, como si fuera posible. Simplemente me fui a dormir queriendo olvidar.

Me desperté con los rayos de sol entrando en mi habitación, era linda a decir verdad, no era enorme como la que tenia en el castillo, pero fácilmente era la mitad de ella, tenia un baño propio con regadera y bañera, chimenea a un lado de la puerta, sillones, mesa y una habitación extra, donde había un librero y una pequeña mesa, pero lo importante era el balcón, que daba al lago, si saltabas caerías directamente al agua, ya que estaba justo unos centímetros encima de este, esta fue una requisición obligatoria que pidió mi madre a Dumbledore, pues cuando pierdo la calma, lo único que puede aliviarme es un cuerpo de agua, una clase de herencia de mi madre por haber sido sirena.

Porque si... si mi vida no fuera lo suficientemente enredada, mi madre descendía de sirenas, hizo un pacto muy poderoso con un mago para renunciar a serlo, por amor, basta decir que mi padre era el mago, descendiente de Merlin y amor de mi madre. La comunidad de sirenas tomo bien la noticia, no era la misma raza que vivía en el lago negro, las de mi madre son de Australia, no tienen la misma apariencia, ni mentalidad, se llaman sirens, era común que se enamoraran incluso de muggles.

Salí de mi habitación vistiendo el uniforme, con medias negras, falda negra, la camisa blanca, corbata de mi casa y mi capa, los zapatos eran tacones, puesto que siempre los usaba, me he acostumbrado a ellos, iba un poco tarde, así que cuando cruce la sala común ya no había nadie.

Al cruzar la salida de las mazmorras me encontré con la escena más bizarra, el trio de oro esperando al parecer por mí antes de llegar al gran comedor.- no quiero lidiar con esto ahora-. pensé.

-Hola, creímos que te hablas perdido en el castillo, no te vimos en el desayuno.- dijo la chica castaña de rizos, que por supuesto se que su nombre es Granger, pero seria raro decirlo antes de que se presente.

El azabache me miraba con ojos grandes y él pelirrojo un poco desconfiado, esto se pondrá divertido.

-Hola, lo siento, la verdad es que nunca he sido buena con las mañanas y me he levantado tarde, supongo iré directamente a mi clase.- respondí y les di una mirada juguetona.

-Oh, no te preocupes, podemos mostrarte el camino si quieres, mi nombre es Hermione Granger, el es Ron Weasley y Harry Potter.- dijo la castaña.

-¿Cómo?, ¡te iras sin desayunar!.- dijo el pelirrojo.

Sonreí ante su comentario y voltee para decirle.- No te preocupes, puedo recuperarlo en la hora de la comida, pero es muy amable de tu parte preocuparte.- voltee con la castaña para responderle.- Granger, Potter, Weasley es un placer conocerlos, mis profesores siempre me han contando lo excelente alumna que eres Hermione.- comente al final.

Ante este comentario la castaña se coloro un poco, parecían gustarle los cumplidos.

-¿Tienes profesores privados?- pregunto derrepente Potter.

-Si, nunca antes habían asistido a un instituto, por lo que todas mis clases fueron en el castillo.- respondí.

Los tres pusieron cara sorprendida, como si tuviera 3 cabezas.

-Disculpen creo que iré a tomar una manzana, solo para no desmayarme en clases y continuamos nuestro camino al aula, me toca pociones ¿a ustedes también?, creí ver en el horario que la compartíamos.- mencione.

-Claro, te acompañamos y respondiendo a tu pregunta, si, la compartidos.- comento sonriendo Hermione.

Los cuatro entonces nos dirigimos al comedor, donde al entrar todos se quedaron en silencio al verme con el Trio Dorado, pude sentir una mirada penetrante directamente de un platinado, pero no quería saber nada de el, ya sabia demasiado de mi, no parecía estupido y ataría cabos rápidamente sobre lo que hice en la cena con su amiga ¿o era novia?, parecía serlo por como lo tomaba del brazo.

Al tomar la manzana escuche un saludo de parte de Blaise.

-¡Hey, Emily!, buenos días, ¿no eres una mujer de mañanas cierto? y veo que ya conociste a los Gryffindors, ¡ustedes!, como le toquen un pelo a mi nueva amiga, no amanecen. Te veremos en clases Sinclair.- dijo Blaise mientras se levantaba con toda la pandilla de Slytherins rumbo al aula, simplemente sonreí ante los comentarios y respondí su saludo, pero no pude evitar notar como al pasar los nudillos del platinado se volvían blancos. Solo desvíe mi mirada y seguí mi camino con el trio dorado al aula.

Potter era bueno sacando platica, Hermione realmente era lista y no se le pasaba ningún detalle, sin mencionar que hacia muchas preguntas y Weasley se cuestionaba si en realidad era una Slytherin por que "ser amigable", como dijo el, no era muy propio de mi casa.

Estábamos entrando al aula cuando Harry dijo.- Emily ¿te gustaría sentarte conmigo?-. accedí, realmente no me importaba y conocía al profesor perfectamente, había sido mi profesor personal durante varios veranos, realmente sabia las pociones de memoria.

Snape entro al aula, serio como siempre, cerrando todas las ventanas traseras, al posarse al frente comenzó la clase y todo el mundo guardo silencio, detrás de nosotros se encontraba Malfoy sentado con un chico que reconocí por le mencionaban, como Crabbe.

-Muy bien señorita Sinclair, comprendo que usted es nueva aquí, espero tenga todo el conocimiento necesario para estar a la altura de esta clase, no quiero decepciones.- menciono Snape, era gracioso, pues hace un mes me había dicho que no conocía a nadie que dominara tan bien pociones como yo, pero supongo que el que el me haya impartido clases no era algo que quería se hiciera publico.

Estábamos preparando la poción "Filtro de muertos en vida", cuando Potter inicio una conversación conmigo.

-Es un lindo collar el que llevas ahí ¿es una esmeralda?.- pregunto el azabache.

Abrí los ojos como platos, se suponía que el collar siempre iba oculto en mi ropa, era mucho mas que un collar, era una segunda advertencia a aquel que no podía mirar mis ojos.

-Si, una esmeralda, ¿tienes buen ojo, no es así Potter?.- trate de responder lo más calmada, mientras por costumbre ocultaba la piedra debajo de mi camisa para que ya no fuera visible.

-Solo fue coincidencia, no es fácil de ver, a decir verdad, parece pequeño y delicado.- respondió Harry.

Sonreí ante su respuesta y seguí trabajando cuando escuche detrás de nosotros como soltaban una risa burlona.

-¿Y el chiste Malfoy?.- volteo Harry para encarar a Draco.

-Me parece patético tu intento de seducción Potter, Sinclair esta fuera de tus ligas, Sangre pura, con un apellido de poder en el mundo mágico, sin mencionar que lleva la sangre de Merlin por sus venas. No te ofendas Potter, pero apuntas a algo inalcanzable.- menciono Draco mientras se reía.

-Ya que estas tan enterado de con quién puedo estar por que no me das la lista Malfoy.- dije mientras volteaba mientras alzaba la ceja sarcásticamente, mientras Draco me miraba sonriendo continue.- No seas tan estupido para pensar que hablo enserio cariño, que te quede claro que yo hago siempre lo que quiero, no necesito que tu, ni nadie, aprueben mis acciones, porque si quiero, aquí mismo me follo a Potter.

La cara de Malfoy era arte en este momento, tenia la cara de asco, pero con una expresión en blanco y algo de ¿ira?, Potter por otro lado estaba tan colorado que se parecía el cabello de Ron, a decir verdad, no me gustaba Potter, lo dije simplemente para provocar a Malfoy, por que no había nada que molestara más, que el que me impusieran algo, o se creyeran con el derecho de decidir por mi.

Snape al fondo dio la clase por terminada y yo salí tan rápido como pude, simplemente dejando a los chicos sin habla.

Heredera-Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora