Chapter Four

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Final del recorrido

Ya habían avanzado con el recorrido.

Kate le había explicado la manera en que estaban distribuidas las cabañas. Durante todas las explicaciones Percy mantenía la mirada fija en sus ojos azules. Kate mentiría si dijera que no estaba nerviosa.

Había doce cabañas, estaban junto al lago y dispuestas en forma de U, dos al fondo y cinco a cada lado. Todas tenían un número de metal encima de la puerta. Impares a la izquierda, pares a la derecha.

La número 9 tenía chimeneas, como una pequeña fábrica; la 4, tomateras pintadas en las paredes y el techo de hierba auténtica; la 7, la cabaña de kate, parecía hecha de oro puro, brillaba tanto a la luz del sol que era casi imposible mirarla (algo extravagante para el gusto de Kate). Todas daban a una zona comunitaria del tamaño aproximado de un campo de fútbol, moteada de estatuas griegas, fuentes, arriates de flores y un par de canastas de básquet.

—No hemos visto más centauros— Comentó Percy.

—No, según Quirón los de su raza son gentes salvajes y bárbaras. Puedes encontrarlos en la naturaleza o en grandes eventos deportivos, pero no verás ninguno aquí.

—Quirón. ¿Es realmente...?

—¿El Quirón de las historias? ¿El maestro de Hércules y todo aquello? Sí, Percy, es el real.

—Pero ¿no tendría que estar muerto?

—No podría estar muerto. No depende de él. Eones atrás los dioses le concedieron el deseo de seguir trabajando en lo que amaba. Podría ser maestro de héroes tanto tiempo como la humanidad lo necesitara.— la mirada de Kate se desvío hasta la cabaña once, Annabeth los observaba. —Mira, Annabeth nos está esperando.

La once era la que más se parecía a la vieja y típica cabaña de campamento, con especial hincapié en lo de vieja. El umbral estaba muy gastado; la pintura marrón, desconchada. Encima de la puerta había uno de esos símbolos de la medicina, el comercio y otras cosas, una vara con dos culebras enroscadas.
La vara de Hermes.

Estaba llena de chicos y chicas, muchos más que el número de literas. Había sacos de dormir por todo el suelo. Parecía más un gimnasio donde la Cruz Roja hubiera montado un centro de evacuación.

—¿Y bien? —Urgió Annabeth tomando de la mano a la ojiazul para arrastrarla dentro. —Vamos.

Percy chocó al entrar por la puerta. Hubo algunas risitas, pero nadie dijo nada.

Annabeth anunció:

—Percy Jackson, te presento a la cabaña once.

—¿Normal o por determinar? —preguntó alguien.

LUZ EN LA OSCURIDAD                                         ┌Percy Jackson┐₁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora