ғᴇᴛɪᴄʜᴇ | sʜᴏᴡᴋɪ ᵎᵎ

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Pasos secos y sonidos con eco recorrían el lugar, de fondo la suave música acompañaba la visita mientras esta caminaba moribunda con ira reprimida pintada en cada poro de su perfecto rostro, sus dientes y puños apretados contenían intentos frustrados por golpear algo, o alguien.

No pasó mucho hasta que estuvo frente a la gran puerta de caoba pulcramente pulida y atestada de finos y suaves patrones sin simetría alguna, hipnóticos e interesantes pero solo para el verdadero ojo crítico del arte.

No golpeó, se tomó la libertad de entrar con sorpresa, en cuanto el lugar estuvo frente a sus ojos pudo reconocer que el sonido de aquella suave melodía clásica provenía de ahí, y como no, si quien se encontraba detrás de aquel gran escritorio de piedra era un aficionado de la música clásica de Frédéric Chopin, aunque ese detalle solo pocos conocían.

El joven vampiro frente a ella mantenía sus gustos para él y nadie más, lastimosamente no podía ocultarlo a ciertas personas.

Su madre siendo una de estas.

- Te he dicho que no podrás mantenerlo por mucho tiempo.

Sus palabras tan solo eran una fachada, el joven sabía lo que quería decir con exactitud, el nada sutil "te lo dije" estaba pintado con permanencia.

- ¿Qué es lo que a ocurrido, madre? - preguntó en cambio, aunque conocía la respuesta, tan solo quería atrasar un poco la bomba de tiempo que era su progenitora.

- Sohyuk, eso es lo que a ocurrido, sabe que ya no estoy liderando y no ha evitado atacarme con palabras pretenciosas.

- Debes tranquilizarte, estoy seguro que solo sospecha pero para comprobarlo quiere que tu se lo digas, no caigas en su juego madre. - la fémina rió divertida mientras negaba con la cabeza y se sentaba en uno de los sillones de tela romana.

- Hyunwoo, quiero que me lo digas siendo tú.

El menor suspiro cansado mientras pasaba su mano por entre las hebras de su sedoso cabello azabache, un dolor de cabeza eran siempre las noticias de su madre pero trataba de mantener la compostura, aunque eso hiciera un cambio para nada sutil en su forma de ser.

- Está bien, solo quiero que no caigas en sus juegos, mantendré esto por un tiempo más y luego lo haré saber. - contestó, su madre asintió pensativa mientras miraba perdida el hermoso tocadiscos que reposaba sobre una pequeña mesa de noche ubicada a un lado del enorme librero.

Aeolian Harp no dejaba de sonar llenando el lugar con la suave y relajante melodía.

- ¿Dejarás de ser cazador?

La pregunta sonó tan de repente que pareció no haber sido ni siquiera pensada, simplemente se deslizó entre los labios de la mujer sin delicadeza alguna pero tampoco con reproche.

- No, puedo ser un líder y un cazador, sería bueno.

- Pero correrías más riesgos. - lo interrumpió, Son Jung-Eum era una bella mujer de casi diez siglos, cuerpo curvilíneo y piel nívea, cabello negro azabache y corto y labios rechonchos color rosa pálido sin olvidar sus penetrantes y hermoso ojos color verde esmeralda. Pero lo que más la caracterizaba, era su sabiduría y paciencia sumándole una inteligencia innata que jamás se perdió con el tiempo, eso, la diferenciaba de las otras mujeres vampiras.

Ella se conservaba no en cuerpo, si no en mente.

- Tal vez tengas razón. . . pero eso se verá en el futuro, por ahora quiero seguir disfrutando de esto. - contestó con tranquilidad.

- Hyunwoo, ¿por cuánto más?

- Espera, solo espera. . . un poco más.

El silencio reino el lugar, la música paró tan de repente que a ninguno de los dos le gustó, era como si se lo dijesen, eran las palabras que querían evitar, uno más que el otro.

Ya no había mucho tiempo.

Solo estaban retrasando lo inevitable.

༒

Cerro detrás de el la puerta de su alcoba y suspiro con pesadez, el nudo de la corbata en su cuello ahora se le hacía una trampa mortal, lo desató con rapidez y lo lanzó como un simple juguete por algún rincón de la habitación.

En cuanto sus ojos subieron hasta posarse en su cama fue que notó la segunda presencia.

- ¿Qué pasa? ¿Porque paras? Me estabas dando un fascinante espectáculo. - reclamo la mujer con un puchero en sus labios.

Mina Myoui era sin duda una mujer de grandes dotes, pero solo, en el tema de la apariencia física.

- ¿Qué haces aquí? - aunque sospechaba la respuesta esperaba que no fuera eso, estaba cansado de que la mujer se le lanzará como gata en celo.

- Escuché que hoy no ha sido un gran día, vine a ver si... - sus piernas, que hasta ese momento se habían encontrado cruzadas una sobre otra, ahora se abrían dejando a la vista grandes cosas, aquella bata corta y de seda negra dejaba ver todo su cuerpo sin pudor alguno. - , podía animarte.

Bufó cansado, sus súplicas no sirvieron de nada.

- Mina, creo haberte dicho hace un siglo que no quería volver a tener nada contigo. - le recordó mientras se deshacía de su chaqueta.

- Per-

- Pero nada, ahora, por favor vete de mi habitación. - debería tener puntos por ser amable considerando que eso no estaba en su naturaleza y menos con esa chica que solo venía queriendo meterse entre sus piernas otra vez.

- Por favor, deja de hacerte desear yo sé que aún me quieres.

Loca y terca.

Aquellas palabras se repetían en la mente del vampiro mientras suspiraba cansado y se acercaba a la muchacha quien al verlo decidido sonrió ladino pensando que ya lo había logrado.

El de cabellos azabaches se posicionó frente a ella con un rostro neutro que a los ojos de la chica era completamente excitante, el mayor no dudo más y la tomó en brazos para ponerla sobre su hombro.

Llevándola como costal de papas se encaminó hacia la puerta de su habitación donde al abrirla la tiro sin penas al suelo.

- No sé cuántas veces tendré que decírtelo Mina, pero te lo voy a repetir.

La puerta se encontraba entreabierta, con Mina aún tirada en el suelo y observándolo con odio mientras él la miraba cansado y hastiado en sobre manera desde el interior de su cuarto.

- No te quiero en mi inmortal vida.

Y la puerta se cerró con fuerza, dando así terminada la discusión.

Holaaa, ¿cómo están?
Vengo con una nueva adaptación
Tengan bonito dia/tarde/noche¡!