10

193 40 6
                                    

Sea como hubiese sido, no lo iba a permitir.

Fue como su mantra, se mantuvo una hora encerrado en su oficina repitiendose una y otra vez aquella oración, no logró calmar su frustración aunque lo intentara, se sintió como una rara enfermedad dolorosa que tú controlas con la mente.

Recuerda muy bien las palabras de Changkyun cada que no podía controlar algo que sentía: «Todo está en la mente»

El dolor estaba en la mente pero... ¿qué hay del amor? ¿Eso también lo controlaba la mente?

Suspiro cansado mientras miraba perdido el techo que se alzaba frente a él, tenía una caza en la tarde, está vez Changkyun lo acompañaría, puesto que el rebelde que estaba suelto era de la tribu del peli gris, no faltaba mucho para que Changkyun tocara su puerta y no faltaba mucho para que tenga que volver a ver a Kihyun.

Se maldice por todo, por haber conocido a ese humano, por haberlo contratado, por haberlo acogido en su hogar y por estar tan malditamente orgulloso de todo lo que el pelirrojo puede lograr.

Gruñe alto por sus pensamientos, ¿por qué no puede maldecir sin halagar al humano?

De todas formas lo que más odia... es lo que cruzó en su cabeza cuando tuvo las sospechas de que Yoo Kihyun era su Detè, imaginarlo como una pareja había sido inevitable, fue como una obligación gustosa.

Imaginar a Kihyun como su pareja... el chico estaba loco, claro, el fetiche que tenía era sumamente raro hasta cierto punto pero... tal vez, y solo tal vez, le haya gustado eso, parecía que no eran tan diferentes en ese aspecto. Sería delito no reconocer que era sumamente hermoso, Hyunwoo parecía haber reconocido que tenía una obsesión con las mejillas del humano.

Parecían suaves bajo su tacto y lastimosamente solo tuvo el placer de acariciarlas dos veces, cuando estás se pintaban de un bajo carmín avivaba el deseo de querer tomarla entre sus manos y apretarlas para después besarlas una y otra y otra y otra vez.

Otra característica del humano, su rojizo cabello, tan hermoso como el atardecer que logra ver por las tardes desde su ventana, tan suave y sedoso que... infiernos, tenía un problema con el humano.

Otra cosa eran sus ojos, brillantes y expresivos, Hyunwoo pudo notar al instante lo que el humano trata de guardar con tanto desdén, sus pesadillas, aunque ni estás podían quitarle el brillo deslumbrante a su mirada, sus ojos eran como el espejo a una enorme galaxia plagada de estrellas por doquier.

Y por último... sus labios, rojos y rellenos tan suaves como cereza tan apetecibles, maldito sea si no se le cruzó por la cabeza morder aquellos labios y ver como el rojo se extendía en ellos hasta pintarlos por completo invitándolo a probarlos con más ganas.

Él lo haría, claro que lo haría y si tan solo soñarlo lo tenía tan mal, probarlo lo dejaría en una tumba.

Las puertas se abrieron con fuerza dejando pasar así a un hombre de cabellos grises y gran porte, detrás de él y escondido a la vista de los dos vampiros mayores un joven de cabellos castaños miraba atento y embelesado al recién llegado, suspiro antes de volver por dónde vino.

— Te estabas tardando mucho — dijo Son, su mueca divertida le saco al mayor un bufido antes de que este se sentara como peso muerto sobre uno de los sillones.

— Deja de quejarte y mantente callado, estoy muy cansado así que dormiré un rato.

— ¿Desde cuándo tu duermes? — Changkyun calló.

ғᴇᴛɪᴄʜᴇ | sʜᴏᴡᴋɪ  ᵎᵎ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora