Capítulo 40

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Semanas más tarde

Mi mayor error fue ocultarle a Charly los alcances de su prima, lo hice por petición de sus padres que temían por su salud. Una depresión seria delicada para ella en su estado de embarazo. Debí intuir que algo de esa naturaleza era difícil de esconder y que más temprano que tarde ella se iba a enterar.

Y lo hizo de la peor manera.

Ahora debía lidiar con su estado depresivo, el miedo a que decayera en alguna crisis, pero también con el enojo por le oculté cosas delicadas. Me sentía mal por ello, pero en ese momento creí era lo correcto, espero que ella pueda entenderlo.

Me habla y comparte conmigo cuando estoy en casa, pero no es la de antes. El que su prima siga dañando nuestra vida, jode. Estaba convencido que estando lejos dejaría de ser un problema.

Entregó información sobre el estado de salud de Charly al tal Mitch. Conoció los detalles gracias a sus tíos, quienes la daban creyendo que ella quería estar al pendiente del estado de salud de su prima. Debí ignorar los pedidos de sus padres, buscar el momento y decírselo.

No lo hice y debo vivir con el sentimiento de culpa.

—Un millón de dólares por tus pensamientos.

Gregory entra en escena con el pequeño en brazos. Nariz enrojecida, ojos hinchados y pestañas húmedas. Un círculo azul en su pierna descubierta habla de una vacuna. Su padre no se nota feliz por el llanto de su hijo y me enorgullece saber que es cada vez más humano.

—¿Qué tal le fue? —pregunto señalando el parche azul, con el dibujo de elefante en su interior.

—Todo iba bien hasta que vio eso —señala el círculo azul y mira a su hijo que gimotea —aguanto todo, no sintió el pinchazo...

—Pero le molestó el tatuaje —sigo por él y extiendo mis brazos —todo un Frederick.

El pequeño de lanza a mis brazos sonriente, una vez me ve se sorprende un poco y mira a su padre. Alguien que solo lleva cinco meses en la tierra todo es nuevo y el efecto espejo que ve, parece no gustarle. Decide regresar a los brazos de su padre que lo recibe sonriendo. Se pega a su cuello y se niega a darme la cara, bastante asustado.

—Es demasiado para él —habla su orgulloso padre —Addison y Alison les llevó un par de años entenderlo.

—Eran más relajadas —recuerdo —aun lo son. —sonrío al recordar que para ellas era un juego y solían dividirse cada una con un padre sin problemas.

Mi hermano parece viajar a esa época y sonríe mirando a su hijo a quien le acaricia la mejilla. Después del susto de la posible pérdida de las niñas, lo que llegaron fueron momentos alegres.

—Me acabo de enterar que tú y papá fueron exonerados. —intercambia miradas conmigo y sonríe.

No me sorprende que lo sepa antes que yo, tampoco siento celos por su posición privilegiada. Nunca me vi siendo el reemplazo de papá, llevar las riendas de la empresa familiar, no era mi sueño. Se creía que lo seria, por ser el más aplicado en los estudios y llegué a considerarlo.

Entendí rápidamente que no era lo mío. Quería seguir los pasos de mi padre, pero desde en su verdadera carrera. No manejando un monstruo que podría devorar mi alma u oscurecerla.

—No me han notificado...

—Lo harán en unas horas, aún no sale el fallo —sonríe excusándose, sentándose en la silla frente a mí con su hijo en su regazo. —¿Cómo sigue Charlotte?

—¿Lo de su prima? —ante su afirmación silenciosa sigo— No lo ha dicho directamente, pero está ofendida por habérselo ocultado.

—No creo sea necesario decirte que tiene motivos.

¡Jefe! ¿Yo qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora