Capítulo 28

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Charlotte

Su cumpleaños nos tomó en el aire, al mismo nivel de mi felicidad. Estuve al pendiente del cambio en mi reloj y le di el beso en el momento justo. Yo había comprado un obsequio para él, pero quedó en el equipaje.

Matt me ofreció quedarnos el día de hoy y mostrarme la ciudad. La boda se realizaría mañana en la tarde, así que había tiempo para llegar. Los tres días se convertirían en cinco y no me quejé por el cambio de planes.

La ciudad era maravillosa, su arquitectura, paisajes y había un sin número de lugares que ver que no pude negarme. Lo asombroso del lugar y sus escenarios me tenían maravillada.

Nuestra excursión duró todo el día llegamos al hotel en la noche. Yo no había logrado dormir, era imposible hacerlo ¡Estaba en Roma! Ni en mis locos sueños sucedería algo asi.

Observo el paisaje desde el balcón de la habitación y sonrío feliz. Le he enviado a mis padres varias fotos e intercambiado mensajes con ellos todo el día. Matt se ha mofado pues no dejan de preguntar si estoy bien o tengo problemas con mi acompañante.

¡Ninguno! Porque es perfecto.

—Ven a la cama —Matt pasa las manos por mi cintura atrayéndome hacia él —no has descansado en todo el día.

¡No puedo! tengo el temor que si lo hago despertaré y me daré cuenta de que estaba en un sueño. Sonrió al sentir la tibieza de sus labios en mi cuello y ser alzada en brazos.

—No quiero dormir...

—¿Quién habló de dormir?

Su pregunta tiene un tinte erótico o yo estoy predispuesta a ello cada que el me besa o toca. Me alza en brazos y sin dejar de besarme entra conmigo a la habitación dejándome en mitad de la cama.

—Si crees que es muy pronto —niego y sonríe —¿Segura? No es obligación hacerlo.

Mis labios se resecan al verle desnudarse, fija sus ojos verdes en mi rostro sin dejar de sonreír. El nerviosismo por verle desvestir llega hasta mis mejillas. Necesito decir algo, romper el silencio o acabaré huyendo. He deseado tanto tiempo por esto que es absurdo que pierda valor ahora.

—¿Y el baile? —pregunto coqueta y sonríe —puedes hacerlo con más ritmo, pareces un tronco.

—Me muevo mejor en lugares más estrechos. Mis movimientos son perfectos allí, te lo demostraré.

Pronuncia aquello con voz ronca cuando sólo le queda el bóxer.

—¡Aquí! —señala su rostro al notar el pánico en mi rostro al ver su desnudez.

Eliminando el poco espacio que nos dividía y con ello se fue el aire de mis pulmones.

Mi desnudez ocurre de manera lenta, reemplazado mi ropa por besos. Sintió mis miedos y me ayudó con ellos. Brindó calma en medio de la tormenta de emociones que causaba verme desnuda frente a un hombre y contemplar la magnitud de la suya.

Desde que subí de peso odié los espejos, no podía verme en ellos sin sentir tristeza por mi apariencia. Matt me hizo sentir perfecta, dibujo con sus manos cada curva de mi cuerpo, reemplazando sus dedos por besos. Creí desvanecerme en cada una de sus caricias y besos. Observó mi cuerpo como si fuera el mejor que había visto, me trató de la misma manera.

Cuando nuestra unión llegó, no tenía dudas que mi cuerpo y alma le pertenecían. El término "su mujer" jamás había tenido sentido como en ese instante. Ni el afrodisíaco más potente tendría tanta efectividad como escuchar mi nombre de sus labios. Parecían traer música que lograron activar todos mis sentidos.

¡Jefe! ¿Yo qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora