Capítulo 24

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Narrador

Un auto negro de vidrios polarizados espera a tres cientos metros del lugar del gimnasio. Joe y Bill están en el interior en espera de la salida de la asistente de ese hospital.

Para Joe seguir personas es el peor trabajo del mundo, sobre todo cuando son dos chicas. En maldita mala hora una de ellas se le ocurrió la idea de fisgonear donde no debía.

—¿Seguro no ha salido? —le pregunta Bill a Joe quien niega.

—Fue a su trabajo, pero no duró. —empieza a describir Joe tamborileando los dedos en el volante —tuvo una discusión con uno de los escoltas al salir dos horas después. No ha ido a la estación, tampoco fue a trabajar. Estuvo dando vueltas todo el día, con ese hombre siguiendo sus pasos.

—¿Su novio?

—No lo parece. No he visto vínculos que nos hagan creerlo, ni siquiera de amigos. Rara vez cruzan palabras y si lo hacen son solo minutos. —responde.

—¿Entonces que es? —Joe sonríe apoyando su cuerpo en el volante.

—Creo que es obvio…

—Allí está.

Señala a la chica que sale del lugar en compañía de dos hombres. Uno de ellos es el que todos estos días le ha seguido a una distancia considerable. Ambos se sorprenden al darse cuenta de quien es el segundo.

—Acaban de responderte porque lleva escoltas desde el día que la seguimos. —habla Joe sacando un cigarro y el encendedor—se acuesta con su jefe. ¿Crees que eso haga parte de su tesis?

Una persona con un sueño por cumplir es capaz de todo con tal de lograrlo. Bill no duda en que esa podría ser el objetivo de esa chica. El problema figura en que dicha tesis está destapando cosas peligrosas.

 Sobre todo, para Charlotte Joly.

—Los seguiré a pie —abre la puerta del auto y saca un pie mirando en dirección a su compañero—espérame en el bar de siempre.

La pareja sigue el camino a pie, solo con dos hombres como guardaespaldas. Joe sabe que eso no es posible, antes lanzarse a los lobos él había investigado sobre los dueños de la multinacional.

—Esos hombres no hacen esos actos sin tomar medidas —aconseja —de todas maneras, no podremos hacer nada.

—No puedo quedarme de brazos cruzados, esperando por algo que quizás no vaya a suceder. Si se dio cuenta del porque la seguimos, dejó de llevar los documentos a todos lados.

—Tenemos algo —le explica encendiendo el auto —sabemos que es la amante del dueño, trabajan juntos es muy probable que él le diera esos los documentos.

Aparte de los dos hombres (uno delante y otro atrás), no ve a nadie más, pero no se fía. Le han pedido seguirla y dar los detalles de los lugares que visitaba. sus pláticas con ese oficial y el intercambio de documentos tenían a uno de los jefes alterados.

En qué momento se le ocurrió hacer su tesis de grado sobre las estafas a las aseguradoras, no tienen idea. Antes que ese chica apareciera todo era perfecto, el doctor rara vez metía mano en las demandas o archivos. Se limitaba a firmar y entregar los documentos que luego eran enviados a las asegurados y/o juzgados.  

—De ser asi, el doctor ya hubiera actuado…

—Amenazó al senador—le recuerda y Joe niega. —es cuestión de tiempo para que lo descubra.

De otra manera no se explica por qué el intercambio con ese oficial. Los motivos por los cuales le suelte tanta información sin hacer preguntas.

—No tiene idea de los verdaderos motivos y tampoco que su amante esta tan cerca de jodernos la vida.

¡Jefe! ¿Yo qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora