Capítulo 31

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Matthew

Me hice adicto a la incertidumbre, me alimenté de ella y de las pistas falsas que pudiera llegar a Mila. Lo hacía por Charly y la tesis que absurdamente la chiquilla había hurtado.

Dolió verla sufrir por el daño que ocasionó su prima. La depresión en que se sumergió causó más sufrimiento que la acusación en contra mía.

Dio muestra de fortaleza cuando decidió levantarse con más fuerza, decidida a no dejarse vencer. Sus padres y yo celebramos verla tomar aquella decisión, la apoyamos en ello. Empezaría la tesis de nuevo y esta vez, contaría con el apoyo de todos los que la queríamos.

Ha empezado a estudiar y eso le ha permitido distraerse. Sus profesores le han colaborado y dado mecanismos para solucionar el problema. Aún le duele la traición, pero eso no le ha impedido retomarla con más fuerza.

Cincuenta tres días más tarde, seguía sin haber rastros de Mila. El taxi donde fue sacada del aeropuerto fue abandonado en una estación de autobuses. Una zona libre de cámaras, impidiendo saber quién lo hizo. Lo que sí se sabe es que ella no ha tomado ningún tipo de transporte. Si salió o fue sacada de la ciudad lo hizo por medio privado.

No ha usado tarjetas, redes o móvil. Asiéndonos dudar sobre que se había ido por voluntad propia y empezando a creer que quizás estaba en manos criminales.

Agoté todos los recursos. La tensión en los Joly y los señalamientos en mi contra empezaban a preocuparme.

No había nada que hacer, más que esperar. Las autoridades descartaron secuestro extorsivo, porque no han pedido nada o entregado pruebas de supervivencia. Dado sus problemas en casa y el abuso de sustancias ilegales, empezaron a hablar que ella pudo irse por su voluntad.

Justo cuando todos creíamos todo lo contrario.

El capitán Fleming, estaba al tanto de todo. No dio detalles puntuales de la investigación que salió de la tesis de Charly, por no dañar la investigación. Solo que Charly había destapado, varias estafas a aseguradoras, asaltos y asesinato. Diversos accidentes de tránsito que fueron registrados como tal, pero que la historia real era muy distinta.

—Lo encuentro hoy más callado que nunca doctor —comenta el paciente de las nueve de la mañana. —aún tengo alientos para una última aventura. Dígame a quien debo golpear.

—Tu corazón dice otra cosa Alfred —respondo cuando acabo de revisarlo. —no hay novedad señor Alfred, ni buena ni mala.

—Eso es bueno, muy bueno. —sonríe cerrando su camisa y bajando de la camilla.

—Es esa chica desaparecida —conoce del tema, porque su hijo tiene a cargo la investigación privada y afirma con rostro preocupado.

—No hay rastros de ella. Mi hijo tiene la loca idea que solo se esconde —sus ojos negros marchitos por el paso del tiempo muestran confusión —me cuesta creer que alguien sea capaz de algo asi. Imagino que el abuso de esas tonterías le llena la cabeza de algodón.

—En el mejor de los casos fue eso Alfred. Creo que es hora de buscarla en otros lugares—afirma arreglando su saco y viéndome serio.

—Debería probar con recompensas. —aconseja —En una hora tendrá muchos datos, algunos falsos, pero dará resultados.

No deseo tener a personas llamando, dando pistas falsos o creándolas para obtener tres dólares. Alfred sonríe ante mi silencio y acaba por vestirse. Los padres de Mila se han negado a buscar en la morgue y siguen esperando por una llamada de rescate.

Hasta hace un mes atrás yo dudaba que ella estuviera secuestrada. Después de tanto tiempo, pienso diferente.

—Están las fotos de los dos hombres que la sacaron del aeropuerto. —sigue —es cuestión de unir la pregunta y cifra correcta doctor. —estira la mano hacia mí sin dejar de sonreír —Que tenga éxito en su búsqueda.

¡Jefe! ¿Yo qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora