Capítulo 12

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A la mañana siguiente y una hora antes de lo habitual, daba los últimos retoques a mi apariencia. Verifiqué mi bolso descubrí el frasco de medicamentos estaba vacío y tome uno nuevo.

Bajé al comedor con la seguridad de saber lo que debía hacer.

Toda la noche le di vueltas al asunto, logré tener una conversación coherente entre mi lado rebelde y el sensato. Puse en el tapete los pro y los contra y entendí que debía defenderme. El silencio me estaba matando y la acusación de mi padre enfermando.

Ganó el sensato cuya bandera era el deseo de contar mi verdad. Inspiré fuerte al pisar el último escalón y me voy al comedor. Al primero que encuentro es a Papá desayunando. Me detengo a su lado un instante, baja la cabeza mirando mis zapatos y regresa a su desayuno. Sus cejas fruncidas y comportamiento hostil, el mismo de estos día, mamá sonríe al verme llegar e intento devolver la sonrisa.

Solo que no puedo, aquellos detalles que salían frescos, hoy no es posible.

—Buenos días, papá. —saludo.

Le doy un beso en la mejilla que no corresponde, tampoco me abraza como lo hace siempre. Mamá contempla la escena con las manos en el delantal y preocupada. No sería fácil, mi padre estaba seguro yo lo había defraudado y dolía saber que creyera en la palabra de una sobrina que solo veía en navidades que en mí.

Busqué la mejor hora del día para enfrentarlo, solo podía verlo en la mañana o en la noche. Me decidí por la mañana, a esa hora ella no estaba, pues despertaba temprano y no habría interferencia. Daría mi verdad, sin importar que me creyeran o no.

Aunque doliera y destrozara mi alma su desconfianza.

—Buenos días mami.

Me acerco a ella que me abre los brazos y me besa varias veces en las mejillas. Recibo aquel calor con ansias y me llena de valor para enfrenta la furia de Owen Joly.

—Por los dos —susurra en mi oído y me enternece aquel gesto. —No cenaste.

—No podía pasar bocado —me alejo de ella y limpia mi rostro mientras me observa con ternura.

—Te haré tu comida favorita el sábado —afirmo y sonríe. —Esto se va a aclarar.

—Espero que pronto. —ruego.

Me alejo de ella y me instalo en medio de los dos. Recibo el zumo de frutas y lo siento amargo al pasar por mi garganta. Me tragado mi derrota y orgullo de forma genial.

No sé por dónde empezar, pero mientras me decido, hago un recuento en mi mente de lo sucedido ese día. Empezaría por lo más importante y lo que a mi juicio estaba causando la ira de mi padre.

—No hay nada entre mi jefe y yo. —empiezo a decir. —solo la relación jefe-empleada.

Me dirijo al lavaplatos y me distraigo lavando los trastes para no ver como soy ignorada. Su mutismo ante mi explicación daba muestra que no iba a ceder. Estaba decidida a dar mi versión y a esperar que aceptara lo que me acusa es absurdo.

Doy los detalles iniciales, que pidió bailar, luego explicarse. Se quedó tranquilo en la barra, pero decidimos salir. Fui asaltada esperando el transporte menos de cinco minutos después de haberme negado a bailar o a hablar. Narro los detalles del asalto de Dick, la defensa de Neal y Dorothy.

—Nos llevaron a la estación por perturbar el orden. Nunca nos pidieron explicación, creo que fue por morder a Dick. —mamá suelta una risita y yo otra, pero más bajo —No tuve otra opción, Dick redujo a Neal y no quería soltarlo. Ni los tirones de cabello míos y los puños de Dorothy lograban hacerlo.

¡Jefe! ¿Yo qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora