Capítulo 37

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Narrador

—¿Qué tiene Matt y por qué no vamos al hospital? —pregunta por enésima vez.

El bombardeo de preguntas lo tienen estresado, ha perdido la cuenta de cuantas veces se ha arrepentido de colaborar.

¿Dañaras tu vida por una mujer? Esa golfa te está usando. Tienes tiempo de devolverte y decirle a tu jefe quien es la que está dando información. Se reprende así mismos.

El vidrio retrovisor le indican que el hombre de la moto no está allí. Aquello debería relajarlo y creer que el plan funcionó. Algo se lo impide y es la naturaleza de ese hombre, de los que no se rinde.

¿Acaso no te amenazó con matarte?

¡Fanfarroneaba!

Sabes que no. No lanza amenazas al azar.

Sacude su cabeza apretando con fuerza el volante y recordando.

Entró a trabajar bajo su mando en el último año en que el ese medio ruso estaba a cargo. Odiaba el aire de superioridad que mostraba y que debía aceptar, se había ganado. Era el mejor en el polígono, entrenamiento, agilidad y destreza. Contaba con el apoyo de los Frederick y los O'hurn. Esto hacían que la gran mayoría revoloteara a su alrededor.

Menos él.

Contrario a todos, Felipe podía sentir que algo ocultaba. Lo notaba, en las miradas que les dirigía a los hijos del dueño, cuando creía nadie lo veía. Aquel mentón altivo y comportamiento altanero no era de un empleado.

No. Jedrek era un líder innato, al que le era difícil disimular y bajar la cabeza en algunos momentos.

—Te hice una pregunta...

Bloquea el parloteo y se centra en el plan. Envió un mensaje a Alexis con la ubicación y comentó lo que vio. Estaba claro la orden que le pedirían, sacarla de la universidad y llevarla al penhouse.

—La llevo al penhouse —responde al fin y la siente respirar aliviada.

—¿Matt está allí?

—Debe llamarlo cuando esté en casa a salvo.

—¿A salvo de que o de quién? —mira hacia atrás y vuelve hacia él —no hay nadie.

—Esta allí, se lo aseguro —responde entre dientes —no se preocupe la dejaré a salvo y en buenas manos —sonríe internamente y se relaja cuando ella lo hace.

Rumbo al penhouse serán interceptados por los supuestos hombres de Jedrek, que se llevaran a la señora dejándolo herido. La rutina de estos días le iba a facilitar las cosas. Siempre les seguía solo, sin molestarse en ocultarse. Demostrado con eso que no había cambiado y se sentía intocable.

Ya no lo era, no pertenecía a Moscú y perdió el apoyo de los Frederick. Jedrek era un don nadie en este instante.

Había trazado una ruta de huida, usando calles alternas, solitarias y lugares casi desocupados. La ciudad tenía mucho de ellos, con movimientos solo en nocturnos, prostitutas y drogadictos. Eran los dueños de los locales, dormían durante al día permitiéndole cierta privacidad. Facilitando las cosas en ese instante.

—¡Felipe! —grita y salta espantado desviando el auto hacia un andén —¿Es que no te das cuenta de las cosas?

Se pasó un semáforo en rojo encontrándose con otro vehículo que salía pasaba de izquierda a derecha. Apoya la cabeza en el volante controlando la respiración.

—¿Pero que hace? —la voz de su jefa lo hace alzar el rostro. —quite sus asquerosas manos de encima.

Empezó el show.

¡Jefe! ¿Yo qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora