Capítulo 16

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Cada que mi móvil suena y es un mensaje de mi jefe, mi corazón se acelera. Se que solo son preguntas sobre mi trabajo o algunas inquietudes de cualquier demanda, pero mi corazón lo siente como si me extrañara.

He creado un mundo paralelo, en donde mi jefe me envía mensajes cada cierto tiempo porque me extraña y necesita una excusa para saber de mí. En mi mundo, mi jefe esta enamorado de mí y no sabe cómo demostrarlo.

En la realidad, es un desordenado sin remedios.              

Mis padres estuvieron preocupados los primeros días, por el bombardeo de mensajes. Fue lógica su preocupación y curiosidad por saber lo que decían aquellos mensajes. Les dije que era simple información de trabajo y no hicieron mas preguntas.

El señor Frederick se comportó de forma excelente. La desconfianza que mi padre le tiene es opacada por esa verdad, los Frederick fueron los ángeles que ayudaron a que estuviera con ellos nuevamente.

Dejo el móvil en mi tocador y voy por el medicamento de las tres de la tarde. Están bajo llaves en el estudio de papá, solo los tres tenemos acceso a ellas. A mitad de las escaleras me detengo contemplando el calendario con el octavo día tachado por mí esta mañana.

De los treinta y dos días que me dieron solo llevo ocho. No creo poder soportar otro mes en casa, la quietud me estaba volviendo loca y la intromisión de Mila en todo igual. Siempre estaba husmeando en mis cosas, creando un ambiente tenso entre mis padres y yo o haciendo comentarios malintencionados.

—¿Mami? —le llamo. 

Dejo pasar varios minutos y ante el silencio sigo bajando las escaleras. Vuelvo a llamarla sin respuesta y empiezo a preocuparme. Mila hace la siesta a esa hora y ella nunca sabe nada sobre nada. Saco la capsula del escritorio, vuelvo a cerrar con llave y me dirijo a la cocina. Pegado en el refri hay una nota escrita a mano por mamá.

“Estoy con Ruth, en una hora regreso. Por favor bebé, no te dejes provocar. Te ama mamá.”

Lo había olvidado. Mamá y Ruth, la vecina suelen ver serie juntas en la tarde acompañados de té y galletas recién horneadas. Una vieja y sana costumbre, ambas solían estar solas a esa hora, era su manera de hacerse compañía.

Mamá tiene una hora de esparcimiento, libre de estrés, papá tiene diez. Solo yo debo soportarla todo el tiempo y tener que ponerme una máscara de hipocresía.

No me han dado los detalles de lo que sucede con Mila. Mis padres, tíos se reunieron y al llegaron a la conclusión que Mila debería quedarse.

Julián y Canden, me aseguraron que no fue decisión de mis padres, tampoco lo hicieron para que me sirviera de compañía. Todos tenían claro el comportamiento agresivo de Mila conmigo; aun asi “—Lo que sea sucede es más importante que tu comodidad” fueron las palabras de Canden, el mayor de los hijos de mis tíos.

Hay cosas que es mejor no saber y más si solo traerá preocupación a mi vida. Lanzo la capsula a mi garganta y la bajo con sumo de frutas. El silencio que se siente en este instante me recuerda a la época en que estábamos solos y sonrío.

—Si sobrevives a esta prueba tienes ganado el cielo Charlotte Joly. —sentencio a la estancia vacía.

—¿Decías algo? 

Los bellos de mi cuello se erizan ante esa voz, suelto el aire y giro lentamente hacia ella. Mila obstaculiza la única salida de la cocina, pero no es eso lo que me preocupa, ni siquiera es el vestido que trae puesto.

Es el móvil que tiene en sus manos y la manera en que me mira.

Es un vestido de gala tipo sirena, escote en V largo, de los primeros que compré cuando engordé. Es de imaginar como le queda a Mila, quien era incluso más delgada que yo (cuando tenía un cuerpo normal), aunque mas baja.

¡Jefe! ¿Yo qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora