Capítulo 7

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Desiré estaba en embarazo, ese descubrimiento tenía a su esposo al borde de un infarto. Siempre supimos que había un treinta por ciento de posibilidades de salir embarazada. Ambos se quedaron en el setenta por ciento.

Todos lo hicimos, en realidad.

La vida nos mostró que no hay nada seguro, y un porcentaje negativo no era indicador de perder. Su embarazo cuenta con riesgo; aun así, existen especialistas que estarán monitoreándola y nos podrán ayudar a disminuir riesgos.

—Estará bien, confía en mi —le calmo apoyando una mano en sus hombros y afirma —tiene riesgos, pero ella es aplicada, sabe lo atípico de su embarazo y está dispuesta a colaborar.

Es la mejor manera de que llegue a feliz término, que esté plenamente consciente de los riesgos. Necesita adoptar hábitos saludables y una rutina de ejercicios. Ella tiene toda la disposición, en su esposo y en mi buenos aliados.

—Tengo al mejor con ella —sonríe al verme y le muestro el pulgar como respuesta —Me enteré de lo de Aryana ¿Todo bien?

—Dentro de lo que esperaba.

Tengo a Isabella y Jason pendientes a nuestra conversación. Jamás me ha gustado hacer de mi vida privada un circo y no iba a empezar ahora.

—¿Le has dejado las cosas claras? Si no tienes el tiempo y el valor, lo hago yo.

Sonrió sin ver a Gregory y afirmo en silencio. Aryana había traspasado los límites y no estaba dispuesto a permitírselo. Fue demasiado lejos con golpear a Hillary y hubiera sucedido lo mismo con Charlotte.

Charlotte...

Descubrir quién era le dio otro motivo a su presencia en el hospital. Jason disipó mis dudas y se burló de mi al enterarse que la creí amante de papá. Había que ver el rostro de mi padre al verla, para entender porque creí aquello.

—Golpeó a Hillary y la dejó con siete días de incapacidad. —comento pateando una pequeña roca apoyado el capo de la limosina—no soportó el escándalo y me mandó al diablo.

No la juzgó, la entiendo mas de lo que pueden imaginar.

El recuerdo de Charlotte y la forma que tuvo de darme el recado me saca una sonrisa. Gregory, que está sentado a mi lado se aleja al escucharme dar los detalles que siguen.

—Fue ella que pidió el divorcio ¿Qué carajos le pasa?

Aquel día no le permití hablar mucho y lo que dijo estuvo cargado de insensatez. No tenía interés en ese instante, más que en sacarla de mi oficina. No había justificación a lo que hizo, ni siquiera si fuera mi esposa, novia o casi algo.

—¿Hay alguna posibilidad con Hillary? —insiste.

—Su profesión es su medio de vida, no le gustó el escándalo. —Jason niega y yo me encojo de hombros —algunos aún le temen a su padre.

Ya no por ser senador o los contactos políticos que pueda tener. Su círculo de amigos se extendido a terrenos peligrosos para quien tenga la mala fortuna de ser su enemigo.

—Debe existir algo que puedas hacer —comenta Isabella —Creí que habías prohibido tenerla cerca.

—¿No te ibas a comprometer con ella? —pregunta Gregory intrigado.

—Las estadistas confirman que a todo hombre le tocan siete mujeres y ella dejó claro que no me quiere de regreso.

—Ve por esas seis restantes tigre —explotó en risa ante la respuesta de Isabella y los demás me siguen. —Eso sí, no te quejes si mamá no te vuelve a dirigir la palabra.

¡Jefe! ¿Yo qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora