Capítulo 35

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Narrador

El ruido sordo del cristal romperse hace eco en toda la lujosa edificación. Los gritos de un hombre exigiendo saber el paradero de sus cosas asusta a empleados y al niño que se aferra al cuello de su madre.

—Papá está enojado.

La vocecita infantil suena aterrada mientras aferra una de sus manitos en el cuello de su madre y la otra aprieta con fuerza la camisa.

—Tranquilo. —susurra abrazando a su hijo contra su pecho —mientras mamá este contigo, nada malo te sucederá.

Y no es que Dick golpee a su hijo o algo parecido, de atreverse se convertiría en asesina. Su humor cambió desde que Joshua su representante desapareció con parte de su dinero y bienes. Era castigo, le dejó todo a su manager y se hizo pasar en banca rota, para no darle nada a su hijo.

Luego de la desaparición de Joshua y su inminente ruina, Dick quiso acercarse a su hijo, uno que antes no le interesaba. Ella supo meses más tarde los motivos. El dinero que su padre había puesto a manos de su Dick Murray Hughes, su nieto y dejó a Aryana como su albacea. Algo que ella no supo sino hasta que padre se lo dijo tras volver de Paris.

Su ex solo quería volver a la buena vida que tenia antes. Ese descubrimiento y su comportamiento agresivo en aumento le hacían querer huir. Bajan las escaleras con el estruendo haciéndose cada ves mas fuerte.

—¿Dónde están? ¡Las deje aquí! —su voz chilla en las últimas palabras y Aryana niega apretando a su hijo contra ella.

Su sentido de supervivencia y el temor a perder su libertad le obliga a ir directo a la salida. Si golpea o hace daño a su hijo, ella lo asesinará esta firme en ello. Su padre ha exigido verla en prisión, a ella y a su nieto, solicitó un permiso especial para eso.

—¿A dónde van? —la pregunta la hace detener al llegar a la puerta y a su hijo saltar ante la cercanía de ese grito —El niño de aquí no sale.

—¿No me digas? —responde con sorna.

Da media vuelta enfrentándole y sonríe cuando descubre ha perdido el control. Los tres meses en París, fueron un completo grano en el trasero. Un Dick que jamás la celaba, lo hizo con todos (hasta con los meseros), su comportamiento siempre divertido había mutado a uno violento y amargo.

Antes era un imbécil con sentido común, hoy día un hijo de puta con delirios de persecución.

—¿Te burlas de mí?

—¡No! ¿Por qué o haría? —deja al niño en el suelo y este huye despavorido al jardín ignorando los llamados de su padre.

—¿Dónde está? Y no me mientas Aryana, sé que fuiste tu. —acusa y bufa.

No esta del todo en la ruina, tiene aun su trabajo y goza de prestigio, pero ya no puede darse los lujos que solía darse. Y, por ende, eso le impide codearse con modelos y actrices que pueden aumentar su nivel laboral y social.

Recuperarse, que es lo que quiere en ultimas. Su hijo le importa cinco.

—No sé de qué hablas o me acusas Dick ...para variar. Papá quiere ver a Dick y asegurarse que esté bien. —responde en calma cruzándose de brazos.

Una calma que le ha costado obtener y que en estos últimos meses la han puesto a prueba. Muere para el día en que decida firmarle la custodia total o que ese desconocido cumpla."—Por favor que cumpla". Largarse con su hijo a un lugar que no los reconozca, lejos de los señalamientos de ser la hija del senador, pedófilo, corrupto y un sinnúmero de acusaciones más. Mismo que asesinó a su esposa para cobrar una enorme póliza de seguro.

¡Jefe! ¿Yo qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora