Capítulo 33

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Hillary llamó a la mañana, asegurando tener una opresión en el pecho que le impedía respirar. Le solicité acudir a urgencias y/o llamar a su medico de cabecera. Su doctor se había casado y estaba de luna de miel, no tenía a nadie de confianza.

Estaba afuera del edificio y solicitaba le diera la orden de entrar. Ella nunca pidió algo de esa naturaleza, ninguna mujer distinta a mi familia conocía el penhouse, salvo Charlotte.

El dolor que describía me hacía dudar, ella respiraba sin problemas mientras hablaba conmigo. Desde el arresto del senador y el escándalo ella ha vuelto a llamarme. Eso me hizo dudar de ese supuesto dolor. La he tratado lo más cortes posible y hasta le dije estar comprometido con un hijo en camino.

Ante su insistencia y el temor a que quizás estuviera siendo paranoico, llamé Won solicitándole el favor de tratarla. A ella le dije que la esperaba en el consultorio y con eso, di por terminado el asunto.

No quería que Charly pensara algo distinto a lo que en realidad era. Ayudar a una persona con una posible falla cardiaca.

No conté con que Hillary haría uso de su encanto y se las arreglaría para llegar a mi oficina, lugar en el que me esperaba de piernas cruzadas. Tal como lo sospeché respiraba bien y no había rastros de alguna falla.

Hillary solo quería que le prestara la atención, que, a su juicio, merecía.

—Hillary, esto no es el lugar para una revisión —hablo a la mujer que se desnuda ante mi —tampoco considero ético y correcto tratarte. Salvo en caso de urgencias.

—Esto es urgente. Te dije que mi corazón estaba sufriendo —hace un puchero y niego entregándole el abrigo.

—Estoy comprometido Hillary, amo a la madre de hijo —le digo por enésima vez.

—¿Qué sucede si ella si salió embarazada apropósito?

—Vístete —le ordeno alejándome del escritorio al verla caminar hacia mi —por favor, Hillary, no destroces de esta manera la buena imagen que tengo de ti.

—Soy una mujer enamorada, capaz de lo que sea por ti... —detengo mis pasos en mitad de la oficina y me vuelvo hacia ella.

—Según recuerdo no quisiste luchar ni un poco cuando sucedió lo de Aryana. —comento viendo la hora preocupado —te di muchas salidas, mostré mi apoyo y aun asi, quisiste terminar. Recoge tus cosas y vete, no quiero que Charly te encuentre aquí en esas condiciones.

Acabo por salir dejándola sola para vestirse. Charly entrara en cualquier momento y no deseo alterarla. El ruido de las puertas del ascensor me llega y camino en esa dirección.

Si la distraigo y le pido bajar con algún pretexto, alguien puede sacar a la molesta Hillary. En mala hora se le despertó el amor.

—¿Qué cojones? —pregunto en voz alta al ver que los números empiezan a descender.

Paso una mano por mi rostro y veo a todos lados en búsqueda de algo que indique quien estuvo aquí. Un pensamiento inoficioso, ya que mi parte lógica sabe quién fue. Presiono el otro ascensor, en espera de llegar a tiempo antes que se vaya.

—Matthew —escucho a Hillary llamarme y hasta los tacones correr, pero lo ignoro entrando al ascensor y cerrando rápidamente —no te atrevas a irte y dejar...

Me atreví, porque estaba en riesgo mi hijo y mujer. Tomo el móvil y le marco a Felipe, pero no hay respuesta. Intento un par de veces más con el mismo resultado. Cuando las puertas del ascensor se abren en el primer piso me dirijo directo a recepción y pregunto a la enfermera de turno.

¡Jefe! ¿Yo qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora