Resurrección en Percy Jackson (PAUSADA)

Interés

Jon.

Desde que llegue al campamento me había sentido inquieto por ese aroma tan familiar, obviamente lo ignore con tal de ir con Annie.

Pero cuando tuve un momento de soledad recordé ese aroma y fui a investigar su procedencia.

Estaba cambiando con calma alrededor del campo de entrenamiento y allí vi una máquina que se movía junto con un sabueso del inframundo.

Le mire con cuidado y sonreí con cierto desdén.

- Hey - Le llamé con calma.

La máquina me miro con cierta amabilidad falsa.

- Hola niño - Saludo con cierta amabilidad pero aún así sentí la vena de mi frente palpitar con molestia.

- Veo que en estos últimos siglos te has vuelto tan insolente como para llamarme niño… - Dije con molestia mientras mis ojos destellaban con furia - Debería matarte Dédalo - Advertí.

El hombre abrió los ojos con sorpresa y me miro tratando de indagar en mi identidad.

- ¿Quién eres? - Pregunto perdiendo cualquier amabilidad.

- ¿Quién eres? - Pregunté molesto - Tratame de ud niño - Ordene con molestia.

La máquina de forma humana me miro con ojos agudos y suspiro.

- ¿Te conozco? - Pregunto con cierta preocupación.

- Te has olvidado de tu maestro - Dije con decepción.

El abrió los ojos con fuerza y me miro sorprendido.

- No eres el, el no era semidiós - Aseguró a lo que yo sonreí con cierto sadismo.

- Con qué dudas.… - Murmuré mientras mis ojos destellaban violentamente.

Como si un dios estuviera frente a él el cielo comenzó a caer y la tierra se sacudió.

Pero aún así no era el poder de un dios, era el poder de aquel hijo de la noche muerto ya hace tiempo.

- Señor… - Murmuró Dédalo un poco temeroso.

- Por fin, me estabas molestando bastante, casi te mato - Dije asustando al hombre - Aunque aún no me decido si hacerlo o no - Admiti con peligro en mi voz, era verdad.

Solo de por sí el haberme tratado de tu era suficiente para que lo matara.

- No podría señor, mi madre Atenea me ha marcado como Jehová a Caín y estoy condenado al eterno vivir - Lamento aunque ya lo había visto.

Sonreí y mi mano se alzó suavemente.

- Ningún dios me ha impedido nunca mi querer - Recordé mientras mis ojos destellaban.

El hombre no reaccionó pero .ostro confianza.

- ¿Y usted quiere matarme mi señor? - Pregunto a lo que me reí suavemente.

- Puede que si pero aún no - Dije tranquilo mientras me daba la vuelta y miraba de reojo a Dédalo - Pero pasará, no me gustan los humanos inmortales - Me queje recordando a Alice, el solo pensar en ella me hacía tener una fuerte idea. Nadie más que ella merece ser inmortal.

Oh Alice… su mero recuerdo me hacía sentir una incontrolable alegría y tristeza a la vez.

- Bien, me da igual lo quieras aquí así que no indagaré más sobre el tema pero quiero asegurarme de algo - Murmuré - ¿No les harás daño a los niños no? - Pregunté con calma.

El asintió tranquilo.

- No sacaría nada de herir a estos jóvenes - Dijo a lo que asentí.

- Cierto Dédalo - Dije con cierta advertencia en mi tono.