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Kim Namjoon siempre se había caracterizado por su excelente trabajo y su excesiva inteligencia, era de saberse que le gustaba mantener un perfil bajo y sobretodo era sumamente discreto. Se sabía que hacía varios años atrás había tenido una esposa quien lamentablemente falleció y desde ahí no se le vio con nadie más.

Sus allegados y obviamente el personal de la mansión sabían perfectamente que los buenos recuerdos no habían sido lo único que le dejó su cónyuge.
Aunque para Jimin no lo pareciera, claro que Namjoon se sintió el hombre más feliz cuando su pequeño nació y quería gritarlo a los 4 vientos, sin embargo el último deseo de su madre había sido mantener a su hijo en el anonimato y por supuesto Namjoon le prometió a su esposa protegerlo por sobre todas las cosas.

Lamentablemente en un ambiente como lo era la mafia y la delincuencia el mayor tenía bastantes enemigos, ingenuamente la única manera que se le ocurrió para salvaguardarlo fue mantenerlo encerrado, Jimin no tenía permitido salir de la mansión a menos que Namjoon y 10 guardaespaldas más lo acompañarán, se había educado en casa y curiosamente cualquier personal que saliera de la mansión terminaba en restos.

El mayor llegó a su hogar después de un tedioso viaje de negocios, por supuesto que esperaba entrar y encontrar el habitual silencio que tanto lo reconfortaba, contrario a eso descubrió al personal desesperado, su corazón se aceleró al mil por hora en cuanto pudo divisar a la Nana de su hijo hecha un mar de lagrimas y en ese entonces cayó en cuenta de lo que estaba pasando.

— Perdón, perdón, de verdad perdóneme. — suplicó.

— Explíqueme lo que sucede antes de rogar por perdón. — contestó el dueño de la casa con claro nerviosismo.

— y-yo... se lo juró que revisé su habitación antes de dormir... no entiendo lo qué pasó. — explicó sollozando sin alzar su vista.

— Señora — soltó con cansancio — ¿Dónde está mi hijo? — escupió Namjoon sin medir la fuerza de su voz.

— Estaba ahí anoche que revise... está mañana cuando lo llamé para desayunar no me contestó y... y-yo fui a su habitación, pero ya no estaba. — otro sollozo salió de su boca.

Namjoon de verdad no podía creerlo.

— ¿Revisaron las cámaras? — se dirigió ahora hacia los vigilantes.

Ambos asintieron temerosos.

— No pudimos encontrar nada señor, alguien borro las grabaciones. — contestó uno de ellos.

— ¿ Y ustedes dónde putas estaban? — Su poca paciencia se estaba acabando y era evidente.

— y-yo... estaba revisando alrededor de la casa, no se veía nada sospechoso y... — no pudo continuar hablando porque el puño del jefe arremetió con fuerza contra su mejilla.

— Quiero que me digas en dónde está mi hijo. — un gran enojo calentó su sangre y lo hizo tomar sus cabellos para levantar sin cuidado alguno la cabeza ajena.

— Se lo juro que no se señor. — espetó con pánico.

— Es tu culpa, todo es tu culpa. — mencionó para posteriormente sacar su pistola y colocarla por debajo de su barbilla.

— P-por favor señor, tengo familia...

Como resultado el sonido de una bala siendo disparada se escuchó dentro de la mansión.

— Necesito que rastrees su celular. — ordenó con una simpleza estremecedora hacia el detective que se encontraba en el extremo de la habitación. — Si para esta noche no lo localizas, date por muerto.

— S-si señor, como usted lo ordene.

Justo como le prometió a su esposa, Namjoon estaba dispuesto hasta a dar su propia vida con tal de proteger a su hijo.



Nota del autor: Esto sucedió mientras Jimin y Tae hablaban. Gracias por leer!

PECCATORI || Vmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora