CAPÍTULO 9

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James

Ella es única, no puedo sacarla de mi cabeza aunque eso suponga que la prensa no pare de hablar de nosotros y mi madre piense que ella no es lo suficientemente buena para mí.
Odio que tenga ese control sobre nuestra familia, ella no puede controlar con quién salgo o con quién no.

Hablando de la reina de roma…

-Buenos días hijo.

-Adiós mamá - dije tratando de salir de la cocina -

-Hijo por favor sé más respetuoso.

-No eres la más indicada para hablar de respeto.

-No vayas por ahí….

-¿Por qué no? Si total me vas a echar en cara todo lo que haga, porque te diga dos verdades no te va a pasar nada.

-Esa chica no te va a hacer nada bueno, lo presiento.

-No sabes una mierda de ella así que no sigas. Y déjame en paz de una vez.

Intenté despejarme, necesitaba verla. Pero no quiero hacerle daño, peor, no quiero que mi madre le haga daño.

-Preciosa. ¿Te apetece quedar?

- Claro, vente a mi casa si quieres.

Esta chica va a ser difícil de sacarla de mi cabeza.

-Hola. - responde sonriendo cuando le abre la puerta -

-Hola preciosa.

-¿Por qué querías verme? ¿Pasa algo?

-¿Tiene que pasar algo para ver a mi novia? - digo mientras la cojo de la cintura y la atraigo hacia mí -

-¡¿Tú que?!

-Mi novia. - digo feliz -

Había algo en su cara que había cambiado, tenía algo especial en su mirada. Pero por mucho que luchara contra su ser parece no haberle servido de nada. Porque  de pronto una sonrisa tonta apareció en su rostro.

-¿Te está gustando el libro que te compré?

-De hecho ya me lo acabé.

-¿Ya? No sé cómo haces para estudiar, sacar notazas y a la vez acabar un libro en menos de dos semanas.

-Los libros son lo único que me sacan de la realidad, leo cuando veo que no puedo más y necesito escapar.

-Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, ¿verdad preciosa?

-Lo sé tonto. Mira que te parece si me esperas aquí mientras me arreglo y vamos al centro a comer helados.

-Me parece buena idea.

-Ok ya vengo.

Poco después la vi bajar con un vestido blanco no muy arreglado, acompañado con unas converse blancas y una cazadora vaquera.

-¿Lista?

-Sí.

Estamos en el parque cerca de un centro comercial, se aferra a mi mano mientras caminamos. Ella es tan especial para mí, que con solo una sonrisa hace que mi rostro se ilumine. La brisa invade su cuerpo haciendo que tiende mi chaqueta sobre sus hombros.

La gente baile y ríe en los bares que hay cerca, ojalá la vida sea solo esto y los momentos y personas que no te aportan nada bueno se fueran.

-En que piensas.

-En tí.

-Venga en serio en que piensas.

-En que esto no será para siempre.

-¿Por qué no? No pienses en eso, vive el momento.

-La gente a la que aprecio acaba yéndose de mi lado.

-Pues yo no pienso irme.

Cogí su mano delicadamente protegiéndola de todo el mal que pudiera acercarse a ella, ella es el motivo por el que me levanto día tras día.

-Te quiero, ¿lo sabías?

-No me ha quedado claro creo que sí… - dijo divertida -

La besé, sonó a despedida pero no era mi intención. La quiero conmigo, no quiero que se vaya no quiero volver a la realidad.

-¿Y ahora?

-Creo que ya sí me quedó claro.

-¿Crees?

-Ajá

-Bien pues tendré que demostrartelo comprandote cosas materiales, ¿no? Eso es lo que hacen los ricos.

-Sabes que eso conmigo no funciona.

-Lo sé, por eso te quiero tal y como eres.

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¿Qué habrá pasado con aquel misterioso mensaje?

¡Los amo!

Nuria Muñoz.

Mi vida, Mi decisión [Libro 1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora