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Diecisiete: Un Tal Justin Bieber

Y aquí me encontraba yo. Nervioso, jugando con mis dedos sin saber que diría a continuación. Qué pasaría cuando esa puerta se abra.

Toqué tres veces y esperé, hasta que una chica quien parecía ser la mucama, abrió la puerta.

Frunció el ceño, claramente no me había visto por aquí antes.

-Buenas tardes. ¿Qué desea?

-¿Se encuentra el Señor Young?

-Sí.

-Necesito hablar urgentemente con él.

-¿El señor lo está esperando?

-No, pero necesito hablar con él.

-¿Cómo se llama?- La chica sigue mirándome con el ceño fruncido. Todo por aquí es muy... lujoso. Y yo no aparento ser de aquí. Ha de pensar que soy un ladrón o algo.

-Justin Bieber.

-Espere un momento.

Cierra la puerta. Dios, ¿qué le diré a éste hombre? "¿hola, soy el enamorado de su nieta, pero también el primogénito del que puede ser su hijo, me podría confirmar si esto último es cierto?"

Por un momento me acobardo y pienso que es mejor volver luego, cuando piense mejor lo que vaya a decir, entonces doy la vuelta para irme. Muy tarde. En ese momento, el señor Young abre la puerta, haciendo que cancele lo que estaba por hacer.

-¿Quién es usted?- Me pregunta, este hombre parece tener unos sesenta y cinco años, me saca una cabeza de altura y su voz es profunda. Me encojo instintivamente.

-Soy Justin Bieber, señor.

Puedo ver como su mandíbula se tensa al oír mi apellido. Sí, él ha estado sabiendo de mi padre todos estos años, su acción me lo acaba de confirmar.

-Como puede saber por mi apellido, soy hijo de Jeremy Bieber, y nieto de Rebeca Bieber.- Continúo.

-Pase.- Me dice simplemente, su voz es tosca.

Paso, y me encuentro con una mansión aún más lujosa en su interior de lo que es en su exterior, donde todo parece ser de porcelana, y el suelo que estoy pisando en este momento puede costar más que mi casa entera.

Maddie es tan humilde a pesar de sus raíces.

Me lleva a su despacho y otra de sus empleadas entra de manera apresurada, llenando dos tazas con café, situándolas frente a nosotros, para después salir con la misma prisa con la que entró.

-¿A qué haz venido aquí? ¿Tu padre sabe que estás aquí?

-No, no lo sabe. Él, uhm, quería impedirme que viniera aquí. Pero simplemente tenía que hacerlo.- Muerdo el interior de mi mejilla y tomo un sorbo de café, aunque ni siquiera me guste, preparándome mentalmente para lo que viene después. -Necesito saber mis raíces.

-¿Perdón?- Frunce el ceño, haciendo que una pronunciada arruga se forme en su entrecejo. -Creo que eso se lo deberías preguntar a tus padres, niño. No tengo tiempo para esto.

-¡No! Espere.- Lo interrumpo antes de que me pida que me vaya. -Me he enterado de que puede que su hija Samantha y mi padre sean hermanos. Yo necesito saber si es cierto.

-¿Y eso en qué te afecta a ti?- Pregunta, ya irritado.

-Amo a su nieta, señor, a Maddie Young.- Respondo de manera firme, sorprendiéndolo. -Y no sabe lo difícil que es para mí sentir esto y no saber si somos parientes. He tratado de alejarme de ella, pero no puedo. No soy capaz. Y le juro que si me dice que en realidad somos primos, me alejaré, porque no habrá opción, pero no seré capaz de mantenerme lejos mientras esté en la incertidumbre.

Él me mira largo y tendido, debatiéndose si debería decirme la verdad, quizás.

Estoy al borde de mi asiento, literalmente. No sé que haría si me dijese que en efecto somos parientes.

-Estuve con tu abuela, sí. Pero, las fechas no coinciden. Ella, si no me equivoco, se embarazó en agosto, y para esa fecha, no la había visto en dos meses. Puedes estar tranquilo, Maddie y tú no están biológicamente relacionados.

Dejo salir un suspiro que no sabía que había estado conteniendo y le agradezco a Dios mentalmente.

Ahora nadie se interpondrá entre Maddie y yo.

-Pero no le digas a nadie que viniste. Ni menciones que esto pasó. Nunca me ha gustado hablar sobre mi vida privada, por eso ellos nunca supieron la verdad. Tú y yo nunca nos hemos visto.

-No hay problema con eso.- Aclaro. -Pero, ¿por qué a mí? ¿por qué si aceptó hablar conmigo?

-Porque mi nieta Maddie ha estado hablando conmigo por teléfono.- Informa. -Y no ha parado de hablarme de lo ilusionada y enamorada que está de un tal Justin Bieber que la trata de las mil maravillas.- Sonríe. Y yo también lo hago, ¿en serio Maddie dice esas cosas de mí? -Cuídala mucho. Es una chica maravillosa.

-Lo haré, señor. No se preocupe por eso.

Estrecho manos con él y salgo de su casa tras despedirme. Todo ha salido mejor de lo que imaginaba.

Saco mi celular y abro el contacto de Maddie, informándole que sí quiero pasar el rato con ella como me lo había preguntado antes.

Tomo un bus de vuelta a la ciudad, y me dirijo a la casa de Maddie.

En tanto me abre la puerta, la tomo por la cintura y le robo un beso.

-Wow.- Dice, con una sonrisa en su rostro, aún sorprendida. -¿Qué fue eso?- Ríe nerviosamente.

-Nada. Sólo quería demostrarte lo feliz que estoy de tenerte en mi vida.- Digo, besando su frente. Puedo ver como sus mejillas se tornan rojas. La amo tanto.

-Pues deberías demostrármelo de esa forma más seguido, ¿no crees?- Ríe. -Pasa, tengo palomitas de maíz y El Diario de Noah.

-Suena muy bien.- Respondo. En realidad todo lo que salga de su boca saldría bien.

Espero que a partir de aquí nuestros problemas disminuyan de manera considerable. Nos lo merecemos.