Once: Debe Ser Un Ángel

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El camino a casa de Maddie fue el mejor. Reímos y bromeamos, y en realidad había olvidado como se hacía aquello.

Todo fluye de manera tan natural cuando estoy con ella. Podré ser retraído, antisocial, y de ese tipo de personas que les cuesta sonreír, pero eso es historia en tanto la veo.

Quisiera tomar su mano al salir del coche, dejarla en la puerta de su casa y besarla antes de irme, y decirle lo mucho que la quiero.

Pero lamentablemente la vida no siempre es como nosotros quisiéramos.

Así que, simplemente le abrí la puerta del coche y me despedí con un abrazo y un “nos vemos luego, gracias por acompañarme esta noche”

De todo lo que había sucedido aquella noche, una de las cosas en las que seguro pensaré al irme a dormir será el momento cuando dijo que estaba soltera. Que salió con un chico por un par de semanas, pero se dio cuenta de que lo suyo no iba a funcionar y le cortó.

Un poco egoísta de mi parte que me alegre, sí, pero, ¿quién no lo haría en mi lugar?

Conduje de vuelta a mí casa, por lo que tuve que pasar por el cementerio. Cuando llegué ahí, me detuve un momento, miré hacia donde sabía que la tumba de mi madre se encontraba y dije: —Sí, mamá. Me he enamorado de Maddie Young.

Y entonces seguí mi camino.

Al llegar a mi casa, mi padre me recibió en la sala de estar con una sonrisa en su rostro y una mirada expectante.

—¿Qué tal estuvo, hijo? ¿Qué te pareció Ámber?— Preguntó sin ningún tipo de rodeos.

—Algo inoportuna.— Arqueé mis cejas hacia arriba, recordando cuando me preguntó si Maddie era mi novia. —Pero, mejor de lo que pensé.— Reconforté.

Pero no. No quería que Ámber Mercier me agradara, y mucho menos aceptarla. Aquello sería una traición directa a mi madre, y yo sería incapaz.

—¿Cuando será la boda?— Pregunté, ya en un hilo de voz. No quería saber la respuesta realmente pero no dejaría que me tomara por sorpresa.

—Tres meses.— Me vio, esperando mí reacción.

Asentí y dejé el lugar, caminando hasta mi habitación.

Tres meses.

Cien días para que mi madre sea oficialmente reemplazada.

Me llamarán inmaduro, puesto a que soy adulto y sigo estancado en aquellos días. Joder, no puedo hablar con nadie puesto a que todos opinarían lo mismo: “Supéralo, esto pasa todo el tiempo”.

Pero no me puedo arrancar el sentimiento del pecho.

Necesitaba desahogarme. Por lo cual me dispuse a tomar lápiz y papel y comenzar a escribir como ya era costumbre; pero, el sonido de mi teléfono me detuvo.

Chanel → j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora