Veintiuno: Bienvenido a casa

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Agradeciéndole al chico de la cafetería por su servicio, salí del lugar y caminé por los pasillos del hospital con una sonrisa en el rostro. Tenía grandiosas noticias para Justin, y para mi suerte, me habían honrado con ser yo quien se las diera.

Después de un par de semanas aquí, por fin los médicos habían deducido que Justin estaba en condiciones de volver a casa. Aún hay un par de cosas que debe hacer, necesita terapia para recuperar todas sus funciones desde que no puede caminar tan bien como antes. Pero lo mejor es que ha salido de todo esto, y podrá estar en casa con su padre.

No me he movido de aquí prácticamente en todo el tiempo en el que Justin se encontró hospitalizado. Una vez que las clases terminaban, tomaba el primer autobús hasta el hospital para cuidar de Justin. El siempre insistía en que fuera a mi casa para terminar mis asignaciones pero siempre me rehusé. No había nada malo con hacerlas sentada a su lado.

Por otro lado, sólo quedaba un mes para la boda de Jeremy y Ámber. Justin ha aprendido a aceptarla, pero incluso así, a veces tiene esta mirada en sus ojos... cómo si sintiera que no es del todo correcto aceptar esa relación. Y lo comprendo, pues si mi madre intentara salir con alguien más me sentiría del mismo modo.

Girando el pomo de la puerta para abrirla, entré a la habitación de Justin para verlo, apenas despertándose. Estaba frotando sus ojos, acostumbrándolos a la luz mientras las puntas de su cabello iban en todas direcciones.

Se veía adorable.

—¡Hola!— Le digo, acercándome a él para dejar un beso en su frente —¿Cómo haz amanecido?

—Bien, aunque un poco cansado— Ríe.

—Te he traído el desayuno— Le digo, tendiéndole la bolsa con dos sándwiches y un café.

—Gracias. No sabes el favor que me has hecho, la comida de aquí no es exactamente un deleite— Niego con la cabeza, riendo ante sus palabras. Él deja el desayuno en la mesa al lado de su cama, y se dispone a ponerse de pie. Inmediatamente me levanto a ayudarlo.

Él hace su camino lentamente hacia el baño, dejándome sola. Mientras no está, decido encender el televisor para buscar algo que ver. Recostándome en la cama, mis ojos bajan y captan un pedazo de papel sobresaliendo un poco de debajo de la almohada.

Sabiendo perfectamente de qué se trataba, esbocé una débil sonrisa y tomé el papel, desdoblándolo y leyéndolo. Sé que podía estar mal esto, pero sé que en este papel expresa lo que siente sin ataduras, y si hay algo mal necesito saberlo. Si él no estuviera en un hospital, recuperándose de un accidente de tránsito, no me metería en sus cosas.

"Mamá; hace un tiempo que no te escribo.

He estado enfrentándome en una dura batalla, en medio de la vida y la muerte por un par de días hasta que finalmente salí de la incertidumbre y los doctores me informaron que mi recuperación era un noventa y nueve por ciento segura.

Hace un par de meses, me hubiera gustado que este hubiera sido mi fin y por fin reunirme contigo. Pero, si soy honesto, estoy agradecido de haberme salvado. Espero no te enoje saber eso, mamá.

Cuando estaba en terapia intensiva y tenía a todas estas personas alrededor de mi revisando mi estado de salud cada cinco minutos, realmente no eran las agujas y las heridas lo que provocaban dolor en mí. Al principio, el miedo me invadió pues pensé que Maddie estaba en el mismo estado que yo o quizás peor. Y eso hubiera sido mi culpa, no habría podido vivir con ese pensamiento.

Pero cuando me enteré de que ella había resultado prácticamente ilesa, aún no estaba del todo tranquilo pues sabía que probablemente ella estaba allí afuera hecha un mar de lágrimas por mi culpa. Saber que mi padre estaba consciente de que su familia, el único que le quedaba, estaba al borde de la muerte tampoco me reconfortaba.

Entonces me di cuenta de que si me iba, tenía mucho más que perder de lo que ganaría si lo hiciera.

Perdón mamá, pero esta no era mi hora.

No te preocupes, algún día nos veremos de nuevo.

Con amor, Justin."

Apenas había terminado de leer cuando la puerta del baño se abrió, sacándome de mis pensamientos. Mi corazón se aceleró y subí la mirada hasta Justin, quien estaba de pie frente a mí luciendo desconcertado. Inmediatamente doblé el papel y lo puse de nuevo en su sitio.

Pude haber dicho disculpas en el típico tartamudeo, pero, ¿en qué contribuiría eso? Por otro lado, me levanté, y le di un abrazo. Simplemente sabía que lo necesitaba, y yo estaba aquí para hacerlo sentir lo mejor posible. Vaciló un momento, sobresaltado, pero después me correspondió.

—Mil gracias por quedarte con nosotros— Susurro en su oído, y después me alejo un poco para mirarlo a los ojos y luego besarlo.

Somos interrumpidos cuando alguien toca la puerta, nos separamos y entonces Jeremy entra.

—¿Le has dicho, Maddie?— Me pregunta y Justin frunce el ceño. Oops, lo había olvidado.

—No, qué tonta soy— Digo estampando mi mano izquierda contra mi frente.

—¿Qué sucede?— Justin interviene.

—Pues...— Alargo —¡Te han dado el alta!— Informo alegremente y sus ojos se iluminan. No lo había visto así de feliz desde hace un buen tiempo.

—¿En serio?— Pregunta con emoción y yo asiento.

—Sabes que no jugaría con algo así— Sonriendo ampliamente, Justin me hala en un nuevo abrazo, para después abrazar a su padre. Esto me pone algo sentimental, ya que me recuerda un poco al mío. Sacudiendo mi cabeza, me deshago de los pensamientos que empiezan a surgir en mi mente.

—Bueno, es hora de ir a casa— Informa Jeremy.

—Pero, ¿Qué con mis cosas? No he empacado.

—Lo hice mientras dormías— Le responde.

El camino hasta la casa de Justin transcurre en tranquilidad, Justin se encuentra en el asiento trasero del auto a mi lado, tomando mi mano. Por otro lado, Jeremy conduce y Ámber habla animadamente con él.

Me sorprende el gran corazón de Ámber. Ella había estado con Jeremy en el hospital todo el tiempo en el que Justin se quedó ahí, sin quejarse ni una sola vez, sin importarle que falte un mes para su boda y no han preparado ni la mitad de las cosas.

Una vez llegamos, ayudo a Justin a salir del auto dándole mi mano. Jeremy se adelanta para abrir la puerta, y cuando lo hace, se puede apreciar un cartel que dice "Bienvenido a casa, Justin", junto con la mesa puesta, y una sencilla pero bonita decoración con globos en las paredes.

Ahora, ¿quién fue el encargado de realizar todo esto, si todos estaban en el hospital? En tanto la puerta se abrió, pudimos ver a Michael de pie atrás del comedor, quien soplo un silbato en tanto entramos, a modo de celebración.

—Un pequeño gesto para darte la bienvenida— Jeremy le explica a Justin, quien luce más feliz que nunca.

—¡Bro! Cuánto tiempo sin verte— Dice Michael, dirigiéndose hasta Justin y abrazándolo fraternalmente.

—¿Hicieron esto por mí?— Pregunta él hacia su padre y Michael, y los aludidos asienten —Son los mejores.

—Bueno, pero ¿qué estamos esperando? ¡A comer, el manjar se enfría!— Ámber interviene, y todos nos dirigimos a la mesa para comer y compartir alegremente.

La verdad, esta es la familia más unida que he conocido.

Y me alegra empezar a ser una pequeña parte de ella.

Chanel → j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora