Chanel → j.b

Cuatro: Tenemos Que Hablar

Volver a la universidad fue muy difícil.

¿Con qué cara vería a Maddie después de lo sucedido?

¿Cómo me verán los demás después de salir corriendo de la cafetería?

Pero, lo que más me dolía... era que había perdido mi carta.

De seguro mi madre está muy decepcionada de mí.

Me lo pensé dos veces antes de entrar al aula de clases, sin embargo tuve que hacerlo.

Todas las miradas se posaron sobre mí, y sobre los moretones y rasguños leves que tenía debido a mi accidente. Trágame, tierra.

Me senté en silencio al lado del puesto vacío de Maddie, me pregunté porqué no había asistido a clases.

—Buenos días, jóvenes.— Dijo el profesor de geometría, colocándose en frente de su escritorio. —Antes de empezar la clase, debo darles una pequeña charla. Tengo información de lo que ha pasado hace dos semanas en la cafetería, y las consecuencias que trajo. Comprendemos, en el Sophomore College, que el estudiante Frank Baker es, indirectamente, culpable de el incidente que sufrió el señor Justin Bieber. Por lo cual, ha sido expulsado. No sólo por esto, sino porque Baker ha estado cometiendo bullying contra varios...

Y dejé de escucharlo. Sí, Baker se fue, pero dejó bastante daño para toda mi estadía en la universidad. Eso, sin mencionar que me dejó como un total idiota frente a Maddie.

La mañana pasó, consistiendo en constantes susurros a mis espaldas sobre mí.

Parecía que aquello fuera a ser de esa manera por siempre.

—Hola, bro.— Dijo Michael alegremente, empezando a caminar a mi lado. —Es muy extraño que Young haya faltado, sabes... ella prácticamente vive y muere por los estudios.— Comentó. Yo sólo suspiré en respuesta. —¿Es... todo cierto lo que había dicho Baker, verdad?

—Sí.— Me limité a decir. Los ojos de Michael se ensancharon en sorpresa.

—Dios, siento tanto lo que te ocurrió. Espero que la vida se lo pague a Baker.

“Yo simplemente esperaba no estar aquí para verlo”dije para mis adentros.

Llegamos a mi casa, donde mi padre estaba hablando con alguien.

Podría jurar que mi corazón se detuvo en el momento en el que la ví.

Se levantó, frotando las palmas de sus manos con sus jeans, y me miró a los ojos.

—Justin...— Murmuró.

Oh, Maddie. ¿Qué haces aquí?

—Tenemos que hablar.— Dijo con firmeza.