Quince: Justo Como Antes

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Rara vez logré a ver a mis padres peleando. No pasaba mucho, éramos una familia feliz que disfrutaba de su tiempo juntos, viviendo en unidad hasta que el cáncer tocó a las puertas de mi madre.


Pero ya que lo recuerdo, mi padre a veces salía tarde en la noche, cuando mi madre dormía. Aquello pasó cuando yo apenas tenía unos cinco años, así que asumía que iba a por algo que hacía falta en la casa. Menuda inocencia.


Empiezo a dudar de la lealtad y fidelidad de mi padre hacia mi madre, aunque aquel pensamiento duele. Ella era una mujer noble y dulce, quizás la mejor de las esposas y de las madres. No se merecía tal cosa.


Pero por otro lado, ¿qué más estarían ocultando mi padre y la madre de Maddie?


Él no volvió en toda la noche, lo estuve esperando.


Dios, ¿y si le sucedió algo? No soportaría quedar huérfano... una vez más.


Siete y veintinueve de la mañana y entra por la puerta.


—¿Dónde habías estado?— Pregunto, revisando con la mirada si estaba en una pieza. —Juro por Dios que si el reloj avanzaba un minuto más iría a la policía.


Mi padre me ofreció una mirada de disculpa. Sabe lo nervioso que puedo llegar a ponerme y está claro que no lo tomó en cuenta cuando decidió salir por esa puerta y no volver en doce horas.


—Estoy bien, y lo siento por no reportarme. Necesitaba salir y hablar algunas cosas con algunas personas.— Aseguró.


—No me vuelvas a dar un susto como este.— Le dije abrazándolo.


Después comentó que tenía sueño ya que no había dormido en toda la noche y se dirigió a su habitación.


El deseo de saber lo que mi padre me escondía me carcomía por dentro, pero por ahora la preocupación de que algo pudo haberle pasado seguía ahí, latente, por lo cual no le daba mucha importancia al momento.


Al volver del instituto, mi padre estaba en su habitación, y por lo que pude oír, estaba en su computadora debido al constante sonido del teclado.


Decidí no molestarlo, conseguir algo para comer y hacer las tareas en mi habitación. Al llegar a ella, tomé el libro de historia y accidentalmente lo dejé caer. Me incliné para levantarlo, percatándome que una nota caía de ella.


Sonreí ante el pensamiento de que pudo ser Maddie quien la había dejado ahí.


Al tomarla y ver que era la letra de mi padre, pude sentir una leve presión en el pecho. Sí, nervios.


Me senté, sabiendo que él había sido lo suficientemente cobarde como para no decirme lo que fuese que estuviese en esa carta a la cara.



"Justin.


Sí, sé lo que debes estar pensando en este momento. ¿Por qué alguien que ves todos los días y vive contigo, te escribe una carta en vez de decirte las cosas a la cara?

Chanel → j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora