Emilio miró alrededor, buscando unos cabellos rizados castaños en las gradas y lo encontró inmediatamente. Aunque se había puesto una boina para evitar el sol. Entre todas aquellas personas con vestimenta de diseño y joyas escandalosas, Joaquín tenía un aspecto elegante y delicado.
Afortunadamente, había varios asientos vacíos a su lado ya que la mayoría de los invitados seguían en la sala.
— ¿Te importa si me siento? — Emilio no esperó respuesta.
Joaquín se quitó las gafas de sol, sorprendido. Abrió la boca para decir algo, pero pareció pensárselo mejor y volvió a ponerse las gafas.
— No, en absoluto — murmuró, mirando de nuevo hacía el campo, aunque el partido aún no había empezado —. Puedes sentarte dónde quieras.
Su tono era frío, cómo si estuviera hablando con un extraño. Por un momento al alfa le enojó eso. Claro que era un extraño.
La tensión sexual entre ellos era evidente, pero no se conocían de nada.
Emilio intentó acomodarse en el banco de madera. A pesar de que los más ricos de la Cdmx acudían al campeonato de golf, el sitio era una mezcla de elegancia extravagante y utilitarismo. Un recordatorio de que estaban allí para ver deporte, no sólo para beber y salir en las revistas.
— Has salido corriendo de la sala antes de que pudiera saludarte.
— Quería encontrar un buen asiento — dijo Joaquín, sin mirarlo.
— La otra noche también te fuiste sin decirme adiós. Se te dá bien escapar a toda prisa.
Por fin, Joaquín se volvió para mirarlo.
— Si crees que me das miedo, estás equivocado.
— Me alegro porque no me gusta dar miedo. Si te diera miedo, me sentiría en la obligación de marcharme.
Joaquín apretó los labios, cómo si estuviera preguntándose qué debía decir. Pero, por fin, pareció decidir que lo mejor era ser sincero.
— Me han advertido sobre tí.
— Ah, de modo que sentías curiosidad por saber quién soy.
— No, en absoluto. Pero la persona que estaba conmigo hace unos minutos sí te conocía y me ha dicho que eres un notorio playboy. Yo no he preguntado por tí.
— Estás mintiendo.
Joaquín lo miró, perplejo. Podía ver sus ojos a través del cristal de las gafas, pero no era lo bastante claro cómo para saber si estaba diciendo la verdad.
— Esa persona me dió su opinión sin que yo se la pidiera.
Emilio sonrió.
— No hay nada malo en investigar un poco. Yo he estado preguntando por ahí.
— ¿Cómo sabías...?
— ¿Quién eras? Es fácil reconocerte, Joaquín Bondoni. El último buen omega de América.
Joaquín cerró la boca, indignado. Emilio pudo oler un poco de su enojo. Sonrió para sus adentros.
— Veo que no te gustó la entrevista.
— Aunque tuviéramos 1 semana no podría decirte todo lo que no me gustó de esa entrevista. ¿Te gustaría a tí que te resumieran en una frase así? Es ridículo.
— ¿Una frase cómo «notorio playboy»? Al menos a tí te han dado 6 palabras, tú me has dado 2.
— No eran mis palabras — protestó Joaquín —. Seguro que eres algo más que un notorio playboy y un adicto al trabajo.
— ¿También soy adicto al trabajo?
— Eso me han dicho, pero dá igual. Tú y yo no tenemos nada que ver.
Emilio estuvo a punto de reír ante tan sincera afirmación.
— Pues yo creo que sí.
Joaquín, que tenía las piernas cruzadas y sin darse cuenta mostraba unos muslos preciosos, se movió en el asiento, incómodo.
— No me refería a eso.
— Entiendo.
— Pero demuestra que tengo razón. Tú no haces más que insinuar... conmigo, lo que ves es lo que hay.
— Eso no significa que no podamos estar juntos.
— ¿Has leído la entrevista?
— De arriba a abajo.
— Entonces sabrás...
— Nadie es tan bueno. Además, yo estaba allí la otra noche —Emilio se inclinó hacía adelante, apoyando los codos en las rodillas para estar un poco más cerca —. No puedes negar que nos sentimos atraídos el uno por el otro.
— Yo no he negado nada.
Su mirada era tan directa cómo sus palabras. Con éste chico no había engaños.
Emilio pasó un dedo por su rodilla. Esperaba que se apartase y cuándo no lo hizo se alegró.
Joaquín no había mordido el anzuelo, pero tampoco estaba nadando hacía el otro lado.
— A pesar de lo que decías sobre la abstinencia, la otra noche estuviste a punto de irte a la cama con un extraño.
Le sorprendió que Joaquín lo mirase directamente a los ojos. Unos ojos mieles enormes, preciosos.
— ¿De verdad quieres hablar de abstinencia con el ultimo buen omega de América?
Emilio soltó una carcajada.
— No, la verdad es que se me ocurren cosas mucho más interesantes. Pero estoy dispuesto a hablar de lo que tú quieras.
— Hablar es lo único que vas a conseguir.
— Me arriesgaré porque, digas lo que digas sobre la castidad, estás deseando dejarte llevar.
— Pero no lo haré, ésa es la cuestión — Joaquín se puso los lentes de sol en la camisa medio abierta antes de levantarse—. Ven, vamos.
— ¿Dónde? — preguntó desconcertado.
— A otro sitio. Éste es el partido de inauguración del torneo y hay más famosos que en Broadway. Y, por lo tanto, también hay periodistas y fotógrafos por todas partes. No voy a discutir contigo sobre moralidad delante de todo el mundo.
— ¿Quieres que vayamos a un sitio más privado? — exclamó Emilio —. Tienes una manera muy original de rechazar a un alfa.
Joaquín le dió una última mirada y comenzó a caminar. Emilio se mojó los labios ante la bonita panorámica de su trasero. Sin esperar más caminó detrás de él.
El juego estaba por empezar. Y no se refería al partido de golf.
Seguimos........
¿Qué creen que pase en el siguiente capítulo? Ya quieren SMUT?
Nos vemos AlbertXioW.
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Accidental Fiancé // Adaptación Emiliaco
FanfictionEmilio Marcos es un alfa «playboy» corredor de bolsa y Joaquín Bondoni es un omega «puritano» hijo de un famoso senador. Ellos se conocen en un bar una noche. Después de esa noche Emilio no podía olvidar a Joaquín. Estaba obsesionado por volver a a...