Joaquín, enfadado, se dirigió a la carpa para comer algo. Y por supuesto que no esperaba que Emilio lo siguiera.
Si su comportamiento hacía que Emilio saliera corriendo, sería un final lógico para aquella pesadilla. Y le daba igual.
Aquella noche, el catering lo organizaba un restaurante asiático y después de tomar un plato de tempura, buscó una mesa en el jardín, bajo un nogal, dónde intentó comer sin preocuparse de las miradas de curiosidad.
Pero un segundo después, Emilio se sentó a su lado. Incluso sin levantar la mirada supo que estaba allí.
— Yo no quería... — hablo Emilio.
— Lo sé — lo interrumpió Joaquín —. Tienes razón. Ésta situación es complicada para todos y echarnos la culpa el uno al otro no servirá de nada. Pero no puedo pedirte que te sacrifiques por mi culpa.
— Fué culpa de los dos — dijo Emilio.
— No, es culpa mía. Tú eres un notorio playboy, ya me habían avisado. Y yo debería haber sido más fuerte. No puedo echarte la culpa por haber olvidado mis valores. Son míos y si yo no soy capaz de mantenerlos no puedo culpar a nadie más que a mí mismo.
Emilio se inclinó hacía delante.
— Lo que quieres decir es que no puedes culparme porque yo soy un «notorio playboy» ¿es eso? Tú, por otro lado, eres culpable incluso de hablar conmigo.
— Yo no he dicho eso.
— ¿Entonces qué has querido decir?
— Sólo que... — Joaquín no terminó la frase —. En fin, que yo sabía lo que me jugaba. No sabía que iban a hacernos una foto, pero debería saber que podría pasar. Y sé mejor que nadie, que siempre acabas pagando los errores, así que debería haber tenido más cuidado.
La expresión de Emilio se suavizó un poco.
— Tú tienes experiencia con la prensa, pero yo tengo experiencia con el sexo y debería haber parado antes de que se nos fuera de las manos. Pero...
No había terminado la frase, pero estaba muy claro lo que quería decir: no había parado por la misma razón por la que Joaquín no había pensado en los fotógrafos.
La pasión se les había ido de las manos. No porque fueran unos irresponsables, sino porque lo que había entre ellos era más poderoso de lo que esperaban.
No era simple química entre ellos, era algo más, algo más profundo y poderoso.
En ese momento, Joaquín sintió que estaba de vuelta en la vieja casa, viendo el brillo de sus ojos mientras inclinaba la cabeza para besarlo.
Y, de nuevo, se sintió lleno de esa sensación de poder, esa sensación de que todo estaba bien. Cómo si hubiera nacido para aquello, cómo si su cuerpo hubiera sido creado con el propósito de excitarlo, cómo él estaba hecho para darle placer.
El poder que tenía sobre él era una sensación embriagadora, más fuerte de lo que nunca había experimentado antes.
Era una pena que no pudiera volver a experimentarla nunca.
Emilio era un alfa peligroso y debía tener cuidado.
— Digamos que ha sido culpa de los dos y dejémoslo así —dijo Joaquín para detener lo que estaba por pasar.
Emilio asintió con la cabeza.
— La cuestión es cómo vamos a solucionarlo.
— No sé si podremos hacerlo — soltó sincero.
— Yo puedo solucionarlo. Puedo arreglar lo que haga falta —Emilio sonrió mientras metía el palillo chino en la cajita —. Pero tienes que confiar en mí.
Se mostraba satisfecho, absolutamente seguro de sí mismo. Un poco irritante, pero enternecedor a la vez, pensó Joaquín, sin saber porqué.
Cuándo lo miró a los ojos sintió un pellizco en el corazón. Le gustaría apoyar la cabeza en su pecho y quitarse la ropa al mismo tiempo. Pero lo que lo asustaba de verdad era el deseo de apoyar la cabeza en su pecho.
— ¿Y qué piensas hacer? La mentira que le has contado a la congresista Sevilla no ha arreglado nada. Aunque te hubiera creído...
— ¿Tú sabes a qué me dedico?
— Sé que eres corredor de bolsa — contestó Joaquín, sorprendido.
— Ser corredor de bolsa es un juego de confianza — empezó a explicarle Emilio —. Convenzo a la gente para que invierta enormes cantidades de dinero y para que hagan eso deben tener absoluta fé en mí.
Joaquín imaginaba que no le resultaría difícil. Esa sonrisa suya, medio burlona, medio encantadora, despertaba confianza. Confiar en él había creado el problema precisamente, pero cuándo Emilio le dijo: «Confía en mí», Joaquín quería hacerlo.
— Yo vengo de una familia de clase trabajadora — siguió —. Cuándo empecé en éste negocio sólo tenía un título universitario y la determinación de triunfar en la vida. Y sólo con eso convencí a mis primeros clientes para que pusieran sus fortunas en mis manos. Si pude hacerlo, te aseguro que puedo convencer a la gente de que estamos prometidos.
Joaquín estaba de acuerdo. Emilio lo había seducido porque tocaba algo en su interior, algo que nadie más había tocado nunca. La experiencia lo había dejado absolutamente desconcertado y por eso no podía lamentar que hubiera pasado. Hacer el amor con él había sido una de las mejores experiencias de su vida.
Aunque el falso compromiso funcionara y su reputación permaneciese intacta, nunca volvería a ser la persona que había sido antes de conocer a Emilio Marcos.
Emilio no sabía lo que Joaquín estaba pensando, pero mientras esperaba su respuesta tenía el corazón acelerado. ¿Porqué?
Él convencía a clientes para que pusieran fortunas en sus manos, hacía tratos, negociaba, estudiaba el mercado y ganaba millones de libras. Y nada de eso lo había puesto nervioso nunca. Pero con Joaquín sí estaba nervioso, no sabía porqué.
Tal vez porque por primera vez le importaba de verdad. Si perdía un cliente, conseguía otro. Si un trato no salía bien, buscaba uno nuevo. Si perdía dinero, ganaba más. Pero con Joaquín... bueno, sólo había un Joaquín y si lo echaba a perder, no habría otra oportunidad.
— ¿Qué dices, confías en mí? — le preguntó Emilio.
Joaquín lo miró a los ojos durante unos segundos.
— Sí, confío en tí — respondió por fin.
Emilio tomó su cara entre sus manos y al pasar un dedo por sus mejillas se sorprendió de lo suaves que eran.
Joaquín se había puesto colorado y eso le daba un aspecto vulnerable. De nuevo, el sereno Joaquín parecía encantadamente nervioso.
— Emilio, de verdad...
Y antes de que Joaquín pudiera decir algo más, Emilio interrumpió la protesta con un beso.
Seguimos.........
Nos vemos AlbertXioW.
ESTÁS LEYENDO
Accidental Fiancé // Adaptación Emiliaco
FanfictionEmilio Marcos es un alfa «playboy» corredor de bolsa y Joaquín Bondoni es un omega «puritano» hijo de un famoso senador. Ellos se conocen en un bar una noche. Después de esa noche Emilio no podía olvidar a Joaquín. Estaba obsesionado por volver a a...