Joaquín recibió una increíble cantidad de llamadas y correos electrónicos cuándo regresó a su casa.
La mayoría eran de personas con las que no había tenido oportunidad de hablar durante la falsa fiesta de compromiso. Algunas que se habían dado cuenta de su repentina desaparición y querían saber si estaba bien ó enterarse de algún chisme si lo hubiera. Unas pocas, de gente que parecía genuinamente preocupada por la situación y por él.
Sin ganas de contestar alguna de ellas se encerró en su cuarto y vió novelas románticas porque tanto él cómo su omega eran masoquistas y necesitaban tener su mente ocupada en otra cosa que no fuera Emilio.
Dias después su celo llegó y no fué lo que esperaba.
Joaquín estaba acostumbrado a su omega pidiendo un alfa de cara desconocida que lo cuidara y satisficiera. Estaba demás mencionar que sus celos los pasaba sólo y algunas veces la asistente de su padre se aseguraba de que Joaquín estuviera vivo al término de éste con una simple llamada a su celular.
Ésta vez fué completamente diferente. Joaquín sólo deseaba a un alfa con un rostro singular. Un alfa con pestañas largas y pómulos bien marcados. Un alfa con sonrisa de pirata y ojos color cafés. Joaquín llamaba por Emilio sin saberlo.
Su olor era intenso y agradeció a la asistente de su padre por cuidarlo durante esos días. Joaquín se negaba a comer ó a tomar agua. Pero cuándo la chica mencionaba a Emilio, Joaquín obedecía ciegamente sin protestar. Sus necesidades sexuales las tuvo que atender con una almohada mientras susurraba el nombre de Emilio.
Se sentía triste y deseoso, patético, se dijo a sí mismo. No podía creer que su propio omega llamaba por un alfa que lo había engañado no sólo a él, sino que a todo el mundo. Había caído en su red de mentiras y ahi estaba él, en sus días más vulnerables, esperándolo y deseándolo cómo si fuera el amor de su vida.
Adolorido no sólo por no tener a un alfa que no pasara su celo con él. Adolorido del corazón por haberse enamorado de un alfa que ni siquiera lo miraba cómo un omega, sino cómo un error que había cometido por una apuesta.
Joaquín lloraba en las noches, diciendo que era por su horrible situación. Aunque en su interior sabía que le lloraba a alguien más.
Dias después de vivir lo que fué su peor celo. La única llamada que devolvió fué la de Nikolás Caballero. Pero no podía contarle a su amigo lo que había pasado porque no sabía cómo decirle que su ordenada vida había dado un giro de 360 grados y todo por un alfa.
La única persona cuya llamada ansiaba era la de Emilio.
Durante las semanas pasadas había estado constantemente a su lado, defendiéndolo, apoyándolo. Pero ahora, cuándo necesitaba un hombro sobre el que llorar, había desaparecido.
Claro que Emilio no podría protegerlo de sí mismo.
De modo que se quedó en casa, trabajando largas horas en la página web de su padre. Estuvo casi 1 semana entera sin ver a nadie más que al chico de Meyakiito, que le llevaba la cena del restaurante asiático.
Pero por fin, el lunes, unas semanas después de haber tenido su celo, Niko fué a buscarlo para invitarlo a comer. Pero se mostraba extrañamente cauteloso.
Joaquín nunca se había visto a sí mismo cómo un omega frágil. Él no necesitaba que lo envolvieran entre algodones. Pero tal vez por estar en compañía de Niko ó tal vez porque se sentía más vulnerable que nunca, se encontró contándole la verdad.
— Debería ver el lado bueno del asunto — le dijo, mientras comía un poco de helado —. Sólo me había enamorado un poquito.
Nikolás lo miró, sin decir nada.
— ¿Qué? — pregunto Joaquín al notar su mirada.
— Nada.
— Parecía que ibas a decir algo.
— No, sólo... la verdad es que no creo que tú puedas enamorarte sólo un poquito, Joaquín.
— Pues claro que puedo. Mi compañera de facultad lo hacía todo el tiempo.
— Sí, bueno, tal vez otras personas pueden hacerlo, pero no creo que tú puedas.
— ¿Porqué no?
— Tengo la impresión de que tú eres de los omegas de «ó todo ó nada» — Niko hizo una pausa, inclinando a un lado la cabeza, pensativo —. Lo que me has contado, que Emilio hizo todo eso porque se sentía culpable... la verdad es que no me lo creo.
— ¿No lo crees?
— Te juro que cuándo te mira... en fin, te mira cómo Eduardo me mira a mí.
Joaquín soltó un bufido de incredulidad.
— Yo he visto cómo te mira Eduardo. Es una mirada intensa, apasionada, posesiva.
— ¡Exactamente!
— Yo creo que tú estás enamorado y lo ves todo de color de rosa — Joaquín suspiró —. Lo que imaginas cómo amor por parte de Emilio es sólo... no lo sé, una indigestión ó algo así — intentó bromear —. Pero gracias por decirlo, eres un buen amigo.
Niko le hizo un guiño conspirador.
— Sí, lo soy. Ó al menos quiero serlo.
Mientras volvía a casa, Joaquín pensaba en lo que Niko había dicho: que él no sería capaz de enamorarse sólo un poquito.
¿Y si tenía razón? ¿Y si se había enamorado de un alfa que no podía amarlo?
Estar con Emilio había despertado un lado apasionado que siempre había mantenido bajo control.
¿Qué sería de esa parte de él ahora que Emilio no estaba en su vida? ¿Encontraría a otro alfa que lo hiciera sentir lo mismo algún día?
Estaba contemplando esa deprimente posibilidad por la noche, mientras esperaba su cena y en cuánto sonó el timbre Joaquín pulsó el botón del portero automático.
Pero cuándo abrió la puerta no encontró al chico de Mayakiito con sus rollos de sushi que había ordenado para la cena.
Se encontró al alfa que había llamado días antes en su celo y por el cuál esperaba ansioso una llamada.
Emilio.
Seguimos...........
Nos vemos AlbertXioW.
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Accidental Fiancé // Adaptación Emiliaco
FanfictionEmilio Marcos es un alfa «playboy» corredor de bolsa y Joaquín Bondoni es un omega «puritano» hijo de un famoso senador. Ellos se conocen en un bar una noche. Después de esa noche Emilio no podía olvidar a Joaquín. Estaba obsesionado por volver a a...