Cap. 20 - Final

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Su aspecto lo sorprendió. Siempre lo había visto impecablemente vestido, incluso cuándo iba a ver los partidos de golf. Aquel día, sin embargo, llevaba unos jeans gastados y una sencilla camisa blanca que ni siquiera había metido por dentro del pantalón.

Estaba apoyado en la pared, con las manos en los bolsillos, el pelo alborotado y cara de agotamiento.

Emilio parecía cómo si llevara días sin dormir.

— No pienso rendirme — anunció Emilio, a modo de saludo.

Joaquín parpadeó.

— ¿Qué?

— Que no pienso rendirme, no voy a dejarte escapar — Emilio entró en el apartamento y después de cerrar la puerta sin su permiso, lo tomó por la cintura —. Sé que todo ésto empezó cómo un engaño, pero tú y yo nos llevamos bien.

Hacía eso todo el tiempo, tocarlo cómo si fuera lo más normal del mundo. Joaquín siempre había pensado que su intención era distraerlo, confundirlo. Pero empezaba a preguntarse si tal vez en lugar de una seducción calculada era más una costumbre, cómo sino pudiera evitar tocarlo, cómo les había dicho una vez a los periodistas.

La idea de que necesitara tocarlo era muy tentadora. Demasiado tentadora. Y no podía caer en la trampa. No de nuevo.

De modo que se apartó lentamente de su agarre.

— Lo siento, Emilio. Me dá igual que seamos compatibles en la cama... — Joaquín recordó entonces que aún no se habían acostado juntos —. Bueno, en lo que se refiere al sexo. No puedo basar una relación en eso. Sí, podríamos alargar éste falso compromiso durante meses, pero tarde ó temprano tendría que terminar. Y dá igual cuándo ó cómo ocurriera, para mí sería horrible. Al menos si lo hago ahora, tengo alguna esperanza de olvidarte.

Emilio estudió su rostro con expresión intensa, serio cómo no lo había visto antes.

— ¿Y sino terminase? ¿Y sino tuvieras que olvidarme?

— ¿Qué estás diciendo?

— Que podríamos seguir juntos.

Joaquín dió un paso atrás, con el corazón acelerado mientras consideraba su proposición. Porque eso era: una proposición.

Y, curiosamente, su falta de engaño estuvo a punto de ganársela. Normalmente era tan seductor, tan encantador.

¿Sería sincera aquella repentina proposición?

Y entonces recordó las últimas semanas que pasaron juntos. Viendo cómo seducía a todo el mundo, lo bien que mentía. Sin saber que Emilio era el auténtico.

¿Podría Joaquín vivir así durante el resto de su vida?

— No, no puedo hacerlo — negó más para él mismo que para Emilio —. Según Niko, yo soy de los omegas de «ó todo ó nada», de los que una vez que se enamoran lo hacen para siempre. Y creo que tiene razón. No quiero estar enamorado de tí para siempre, Emilio.

Él hizo una mueca, cómo si lo hubiera golpeado en el estómago.

— Muy bien, si eso es lo que quieres...

Sino hubiera estado observándolo atentamente. Joaquín se habría perdido esa mueca de dolor. Pero la había visto y no podía dejarlo ir sin darle una explicación.

— Espera un momento...

— No hace falta, has sido muy claro Joaquín. No tenemos nada más que decirnos.

— Emilio, no es que no quiera enamorarme de tí, es que me dá miedo hacerlo — dijo sincero —. Sé que eres un camaleón, capaz de convertirte en lo que el interlocutor quiere ver, pero la verdad es que yo no sé lo que sientes por mí.

Accidental Fiancé // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora