— Yo soy fútbol y tú eres golf — habló por fin Emilio.
— ¿No te gusta el golf? — Joaquín arrugó el ceño, desconcertado —. Si no te gusta, no tienes que venir a los partidos.
— No, no es eso. Pero yo no crecí viendo partidos de golf. Probablemente tenía 20 años cuándo descubrí que era un deporte y no sólo un pasatiempo para los ricos.
— Ah, ya — Joaquín asintió con la cabeza —. Bueno, mira, el jugador que está por tirar es Eduardo Barquín y lo que hace...
— No, entiendo el deporte, entiendo lo que hacen.
— ¿Entonces cuál es el problema?
— Que pertenecemos a mundos diferentes y eso no debería ser un problema, pero... — Emilio movió lo hombros, intentando librarse de la tensión que se acumulaba allí —. Mira, entiendo que tengas dudas, pero la gente empezará a dudar si no me presentas a tu padre.
— ¿Conocer a mi...? — Joaquín no entendía — ¿Eso es lo que te preocupa?
— Es un poco raro que no me lo hayas presentado. Nuestro compromiso apareció en los periódicos.
Joaquín lo miró, pensativo.
— ¿Crees que me avergüenzo de tí?
Emilio miró hacía el campo.
— Yo no he dicho eso.
— Yo soy fútbol, tú eres golf — repitió Joaquín, imitando su voz —. Yo no hablo de sentimientos, así que uso analogías deportivas.
Emiloo querría enfadarse con él, pero le resultaba imposible. ¿Acaso éste omega bonito era capaz de leer sus pensamientos?
— Por cierto, tampoco tú me has presentado a tu familia — le recordó Joaquín.
— En eso tienes razón — tuvo que reconocer él —. Pero cuándo quieras ir a Mérida para que mi madre organice una parrillada y te presente a hermanas, tíos, cuñados, primos y vecinos, sólo tienes que decírmelo.
Joaquín lo miró, sorprendido.
— Pero...
— Era una broma, ya he llamado a mi madre para contarle la verdad. Le he pedido que lo guardara en secreto y se cortaría las venas antes de traicionar a uno de sus hijos.
— No estoy preocupado.
— No quería que se emocionase, ya sabes — Emilio alzó las cejas e hizo un gesto con su boca —. Mi madre no suele leer revistas de chismes, pero está loca por tener nietos.
— Ah — Joaquín asintió con la cabeza aún embelesado ante sus gestos —. No hace falta que me los presentes, pero seguro que son encantadores.
— ¿Encantadores? Volverían loco a cualquiera, te lo aseguro. ¿Qué ha dicho tu padre, por cierto?
— Lo que se podía esperar, que está deseando darte la bienvenida a la familia. Cree que eres el ejemplo perfecto de que la educación y el trabajo ayudan a la gente ambiciosa a superar sus orígenes humildes — Joaquín sonrió —. ¿No viste la conferencia de prensa?
— Sí, la ví. Mi secretaria me envió el link de internet. Pero has hablado con él personalmente, imagino.
— No, está muy ocupado — dijo Joaquín, sin mirarlo.
— Pero acabas de comprometerte. ¿No te ha llamado por celular? ¿No quiere saber nada sobre mí, el alfa que supuestamente vá a casarse con su único hijo?
— He hablado con su ayudante varias veces. Ella me ha enviado tu informe.
— ¿Qué informe? — Emilio lo miró desconcertado.
Joaquín hizo una mueca. Mierda.
— Será mejor que no sepas nada más. Yo no le he preguntado de dónde sacan la información, ya sabes cómo son los políticos. Pero si así te sientes mejor, había un post-it con una nota que decía: Parece una elección sensata.
— Sí, eso es mucho mejor — replicó Emilio, irónico.
— Siento lo del informe — dijo Joaquín sincero —. Seguramente no debería haberte dicho nada.
— Olvídalo — murmuró él.
¿Porqué se disculpaba? ¿Su padre era un imbécil y Joaquín pedía disculpas?
Debería ser el senador quién pidiera disculpas por no encontrar tiempo para llamar a su hijo por celular.
Emilio apretó su mano.
— ¿Tu padre no sabe que tiene un hijo estupendo?
— Soy un valor seguro para su equipo político, me dicen eso todo el tiempo.
¿Pero se lo decía su padre ó los ayudantes de su padre? Ser un valor seguro no era lo mismo que ser querido. Iba a decirlo cuándo Joaquín cambió de tema.
— ¿Vas a alojarte en mi casa ó no? Sé que el dinero no es un problema para tí, pero me sentiría mejor sabiendo que no estás en un hotel — soltó Joaquín sincero —. Además, yo vivo en la casita de invitados y la casa principal está vacía. Estarías más cómodo allí y...
Joaquín vaciló en seguir hablando y Emilio pudo jurar que era una de las pocas veces que lo había visto nervioso.
— ¿Y qué?
— Saily, la ayudante de mi padre, me dijo que quería organizar una fiesta para celebrar nuestro compromiso al final de la temporada. Pero no te preocupes, la convenceré para que no lo haga.
— No, que haga lo que quiera. Y me alojaré en tu casa si así te sientes más tranquilo.
— La verdad es que no quiero ser un inconveniente para tí.
Lo había dicho cómo sino tuviera importancia, mirando el partido, pero esas palabras quedaron grabadas en la mente de Emilio.
Debido a las circunstancias de su nacimiento, Joaquín se había sentido cómo un inconveniente toda la vida. En lugar de ver a su hijo por lo que era, un chico inteligente y maravilloso, el senador lo veía cómo una carga.
Mientras Joaquín buscaba su aprobación a toda costa. Era un hijo modelo y todas sus decisiones, personales y profesionales, tenían cómo objetivo beneficiar la carrera política de su padre. Y él no era capaz de agradecerlo.
En ese momento, Emilio deseó no conocer nunca al senador Bondoni porque podría darle un puñetazo.
Él nunca había sido una persona violenta, pero estaba dispuesto a pegarle a cualquiera que le hiciera daño a Joaquín. Primero había estado a punto de lanzarse contra Karol, luego pegarle a un reportero y ahora a su padre...
¿De dónde salía esa vena protectora? ¿Y porqué sólo Joaquín la despertaba?
Seguimos...........
Nos vemos AlbertXioW.
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Accidental Fiancé // Adaptación Emiliaco
FanfictionEmilio Marcos es un alfa «playboy» corredor de bolsa y Joaquín Bondoni es un omega «puritano» hijo de un famoso senador. Ellos se conocen en un bar una noche. Después de esa noche Emilio no podía olvidar a Joaquín. Estaba obsesionado por volver a a...