Cap. 9

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No supo quién soltó el gemido fuerte, probablemente ambos. Y es que Joaquín podía no ser virgen, pero estaba apretado y Emilio se estaba controlando demasiado para no lastimarlo.

Sentirlo alrededor de él era todo un paraíso y cuándo Joaquín subió ambas piernas a las caderas de Emilio para dejarlo entrar mejor, Emilio pudo jurar escuchar a los ángeles cantando.

Lo tomó por su trasero y lo moldeó a su gusto, mientras se enterraba en él fuerte y rápido. Joaquín se mordía el labio para no soltar gritos y gemidos.

Emilip notó cómo sus ojos cambiaban a un miel más oscuro, pero aún tenían ese brillo encantador. Con una mano le libero el labio y lo besó duro, apasionado, mientras seguía moviendo sus caderas.

Joaquín soltó un gemido en su boca y arqueó la espalda al sentir a Emilio tocando su punto de placer. El cuello de Joaquín quedó al descubierto y los colmillos de Emilio empezaron a doler.

Emilio jamás había sentido la necesidad de marcar a un omega, siempre se había enorgullecido de su autocontrol, pero en ese momento empezaba a dudar de su existencia.

Sin pensarlo se acercó a su cuello oliendo su aroma, lo chupó y besó tratando de quitarse las ganas de marcarlo ahí mismo.

Joaquín arqueó la espalda al sentir los colmillos raspar su cuello, movió sus caderas al ritmo de Emilio y cuándo terminó de besar su cuello lo atrajo hacía sus labios.

Unos minutos después, jadeando, llegaban al orgasmo al mismo tiempo. Joaquín soltó un gemido mientras se derramaba en el abdomen de ambos.

El nudo de Emilio creciendo en el interior de Joaquín, ambos respirando dificultosamente. Cuándo terminó, Emilio salió del interior de Joaquín y éste bajó sus piernas para apoyarse en el suelo.

No debería haber sido así.

Emilio lo tenía todo planeado: se acostaría con Joaquín y lo olvidaría.

No debería haber perdido el control y saber que los dos lo habían perdido no era un gran consuelo.

Joaquín seguía temblando cuándo se apartó un poco para tomar su ropa del suelo, algo tan desconcertante cómo quitárselo. Nada en Joaquín Bondoni era lo que había esperado.

Joaquín parpadeó cómo desconcertado, sus mejillas ardiendo, los labios hinchados. Cualquiera que lo viese en aquel momento sabría que acababa de hacer el amor. Todo en él era tentador, erótico.

Tanto que mirándolo volvió a excitarse. Sino hubiera tenido el orgasmo más fantástico de su vida y sino estuviera intentando controlar el pánico...

- Ha sido asombroso - Joaquín se llevó las manos al pecho, cómo si así pudiera controlar los latidos de su corazón -. ¿Siempre es así? Bueno, ya sé que... en fin, no tenía ni idea.

Emilio intentó abrocharle la camisa, pero era cómo sino supiera cómo hacerlo.

- Tenemos que irnos de aquí. ¿Conoces algún atajo para ir al aparcamiento? - habló Emilio.

- ¿Quieres que nos vayamos? - preguntó Joaquín desconcertado.

- Desde luego.

- ¿No vamos a hacerlo otra vez? - Joaquín soltó una carcajada al ver su expresión -. Sí, ya lo sé, parezco un tonto, ¿no?

- Vamos, tenemos...

- ¿Porqué quieres salir corriendo?

- No es eso - Emilio no salía de su asombro -. Intento llevarte a casa. Tú mismo has dicho que no querías rumores y si alguien te viera así, lo sabría.

- Ah, ya lo entiendo. Tú eres ese tipo de alfa - dijo Joaquín entonces -. Lo sabía desde el principio, claro. Y, sin embargo, he caído en la trampa de todas formas.

«Déjalo ir», pensaba Emilio. «Deja que crea eso, será lo más fácil para todos».

- Pero yo he ganado éste punto. Aunque el sexo sea estupendo, no merece la pena.

Y, después de decir eso, Joaquín se dió la vuelta.

Emilio quería dejarlo ir, quería fingir que no lo había herido, que no estaba actuando cómo un idiota.

Pero sabía que era así.

- ¡Espera un momento! - lo llamó -. Ni siquiera me has dado una oportunidad.

- ¿Una oportunidad para qué? ¿Para qué me dejes plantado?

Había tal vulnerabilidad en su mirada que, sin pensar, Emili9 tomó su cara entre las manos.

- Tengo que ver a un cliente ésta tarde, pero podemos vernos mañana.

- No quieres verme, lo que pasa es que te sientes culpable.

- Sí, es verdad - admitió él -. Prométeme que nos veremos mañana.

¿Ahora estaba suplicando verlo? ¿Cómo había ocurrido eso?

- Te invito a cenar - insistió.

Joaquín negó con la cabeza.

- No, gracias. Mañana se celebra la gala de Trabor Lights para las escuelas locales y yo estoy en el comité. Si me pierdo el evento, la gente se dará cuenta.

- Muy bien, entonces nos veremos allí.

- Déjalo, Emilio. Yo sabía lo que estaba haciendo, no he dicho que te hayas aprovechado de mí ni nada parecido.

Allí estaba otra vez, esa sinceridad sangrante.

- Joaquín... - pero Emilio no sabía cómo terminar la frase.

Le estaba dando la oportunidad de marcharse y debería aceptarla.

Pero antes de que pudiera pararse a pensar, lo tomó entre sus brazos. Sólo quería darle un abrazo de despedida, pero no pudo evitar robarle un último beso.

Y puso en ese beso todo lo que no podía decir, todas las emociones para las que aún no tenía nombre: el remordimiento, la disculpa, la sorpresa ante su asombrosa mezcla de ingenuidad, sinceridad y sensualidad, incluso el miedo.

Joaquín le devolvió el beso con una pasión que lo dejó temblando y tuvo que echar mano de toda su fuerza de voluntad para apartarse.

Pero cuándo se apartó vió que el brillo de recelo en sus ojos había desaparecido.

Mientras Joaquín subía al auto. Emili9 estaba dándose de bofetadas mentalmente. Había empeorado la situación.

Debería salir corriendo y,sin embargo, había prometido verlo otra vez.

Se lo había suplicado.

¿Qué tenía aquel omega que lo convertía en un alfa idiota sin voluntad?

¿Qué tenía aquel omega que lo convertía en un alfa idiota sin voluntad?

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Seguimos........


Espero les haya gustado.....

Hasta el próximo capítulo AlbertXioW.

Accidental Fiancé // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora