Cuando me olvidé de ti (I)

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—Linda, escucha, se ve que estás pasando por muchos problemas, pero no podemos ingresarte sin una orden médica.

—¡Usted no entiende! Necesito ayuda... ¡Con urgencia!

Sakura discutía con Helen, la recepcionista.

—Si quieres puedo agendarte una hora con algún médico, y luego tú...

—¡Eso no me servirá!

—¿Sakura? —Esa era la voz de Temari, su amiga enfermera— ¿Qué haces aquí?

—¡Señora Temari! —habló Helen— Esta jovencita no entiende que no puede internarse sin el consentimiento de un doctor, y yo ya no sé cómo explicarle.

—No te preocupes, yo me encargo —Temari se acercó a la pelirrosa y le pasó el brazo por la espalda— Vamos a alimentar a los patos ¿sí?

——————

Temari

Recuerdo cuando conocí a Sakura. Ella tenía aproximadamente 14 años y de todos los patitos recién nacidos, ella parecía ser la más desorientada.

Su madre, Tsunade, sufría depresión y trastorno bipolar tipo 1. Habían llegado hacía poco tiempo de Francia, y la señora Senju tuvo que estar un tiempo internada y bajo vigilancia, pues era eso o perdería la custodia de su hija.

Sakura se quedaba por las noches con su abuela materna, y durante el día venía aquí. Quería asegurarse de que Tsunade estuviera bien y no le faltara nada. Pero no es un ambiente para niños, así que cuando la descubrí mirando impactada cómo un paciente intentaba quitarse la vida, la envié al estanque a jugar con las aves.

Sé que tuve que decirle que se fuera a su casa, pero se me partía el corazón de tan solo verla. Tan inocente y temerosa, su familia se había disuelto. Estaba lejos de Francia, país en el cual vivió toda su infancia. Casi no hablaba con su papá, y su madre estaba mal de salud. No podía dejarla sola.

—¿Recuerdas cuando viniste aquí por primera vez? —le pregunté. Ella parecía estar muy concentrada dándole de comer a las palomas, cisnes y patos.

—Sí.

—¿Recuerdas lo que te dije?

—...

—"Las personas piensan que deben vivir con una sonrisa fingida, y el corazón amargo, pero no es cierto. Y quienes están aquí, son los primeros en entenderlo".

—Eso me ayudó. Me calmó saber que mi mamá estaba aquí porque quería mejorar.

—Pero, mi niña, creo que no comprendiste bien el contexto. Algunos necesitan ayuda especializada para mejorar, esas son las personas que deben estar aquí. Tú no estás enferma, solo necesitas entenderte a ti misma. Escucharte, cuidarte, quererte.

—He arruinado absolutamente todo. Además, tengo problemas con la comida, con las relaciones... Siempre me estoy saboteando.

—Comprendo, y tal vez asistir a terapia sea bueno para ti, pero no te vayas a los extremos.

—No sé por dónde iniciar...

—¿Qué te parece si me cuentas todo? Me llevaré tu secreto a la tumba, te lo prometo.

—Hmm... Bueno, no pierdo nada. Mi vida ya no puede empeorar...

Entonces me contaste todo, hasta el más mínimo detalle. Desde el inicio, cuando tus padres se divorciaron, hasta lo ocurrido esta mañana. Estuvimos ahí por horas y nada más importó. Quería ayudarte, quiero ayudarte, porque ese es mi trabajo. Y porque odio ver que una flameante llama se extinga a causa de otros. Y, Sakura, eso eres tú. Una víctima de otros.

—Ahora está en tus manos la decisión de mejorar o empeorar. Ya no puedes culpar a otros, Sakura, y no puedes depender del resto para sanar. Debe ser por ti misma, hazte responsable de tus acciones.

—No sé cómo...

—Pregúntate a ti misma qué es lo que necesitas. Honestamente ¿cómo crees que podrías transformar todo lo malo que no te gusta?

—Quizá... alejándome de una vez por todas de todo. Aunque eso signifique...

—Quizá... ¿mudarte?

Corazón de azúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora