Cuando reinó la franqueza

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Sakura volvió al presente cuando sintió que Katsuyu se movió.

La gatita blanca se había levantado y corrió hacia la ventana, salió por ahí y se dirigió al jardín.

—¡Katsuyu! ¿Qué pasa? —la pelirrosa también salió de la casa, preocupada por el repentino acto de su mascota. Vio que estaba maullando al lado del portón, por lo que lo abrió para averiguar de qué se trataba todo esto.

—Te fuiste tan repentinamente que me preocupé.

—Sasuke...

Sakura comenzó a llorar. No eran demasiadas lágrimas, pero aun así...

—¿Qué es lo que te sucede? —cuestionó él.

La pelirrosa prácticamente se arrojó a sus brazos para ser sostenida.

—No era un sueño —dijo entre sollozos— ¿verdad?

—Sakura, no entiendo...

—Me refiero a todo... no son solo sueños, sí pasó en la realidad...

—... —finalmente creyó entender— ¿Recuperaste la memoria? —y tras eso, ella solo lloró más fuerte.

—No sé... no sé qué es cierto y qué no lo es.

—Hmm...

—¡Pero no me dejes! Por favor, no me importa quién seas realmente, pero no me dejes... Y si resulta que yo hice todas esas cosas horribles, por favor perdóname y no te alejes de mí... No me dejes... —suplicaba.

Sakura se aferró más fuerte, y ocultó su cabeza en el pecho de Sasuke, empapándolo con lágrimas.

—No lo haré. —Habló con determinación, cerró la puerta tras él y los dirigió a ambos dentro de la casa.

—————

Sasuke

No fue hasta ahora que me di cuenta de que nunca antes había estado en la casa de Sakura, y mucho menos en su recámara.

Me sentía emocionado de alguna forma. Como cuando eres adolescente y entras por primera vez al dormitorio de la chica que te gusta. Es un mundo completamente desconocido e intrigante.

Todo el lugar era como lo imaginé, bueno, es que conocía bien a mi novia, por lo que me era fácil imaginar los detalles.

Paredes blancas, cortinas gamuza de un verde jade, muchas plantas -que, intuía, por supuesto fueron cuidadosamente seleccionadas para que no envenenaran a Katsuyu-, una cama matrimonial cuyo respaldo era de bronce -bastante interesante... pero no era el momento de pensar en nuevas formas de tener sexo, ni en lo mucho que me gustaría amarrar sus extremidades a los fierros dorados...-, y una infinidad de libros (todos de ciencia). Era, sin duda alguna, el cuarto de mi Sakura.

Y la que lloraba mirando la nada misma, suspirando con dolor, es también mi Sakura.

—Hey... —la senté en la cama y le tomé las manos, luego las besé— Cálmate.

Ella sacó algo de su bolsillo y luego me lo dio.

—Sayuri lo encontró en tu velador —explicó al ver mi cara de sorpresa.

—Claro... —suspiré. No quería que las cosas sucedieran así, y ahora, por culpa de mi egoísmo porque no resistí estar alejado de ella, está sufriendo.

—¿Cuál era su nombre? El pelirrojo que...

—Sasori.

—¿Qué fue lo que pasó con él? Si no me equivoco, le hice daño y él me amenazó.

—El accidente que tuviste, que tuvimos, lo provocó él. Nos chocó y murió instantáneamente. —La sentí temblar, y si es que es posible, se puso más pálida de lo que ya era.

—¡¿Qué?! ¡¿Cómo que "tuvimos"?! ¡¿Cómo que él murió?! No entiendo...

—Shh... —la abracé, con todas mis fuerzas, como si alguien quisiera arrebatármela de los brazos— Te diré todo, lo prometo.

——————

Cumplí mi palabra, y revelé su historia, nuestra historia, con lujo de detalles, siempre haciéndole saber que ella no era la culpable de nada y que ahora era una mujer diferente.

—Finalmente... —suspiré— en la carta que me dejaste decías que por favor te esperara porque volverías a mí. Que no te olvidara...

—Como yo te olvidé a ti... —parecía estar en estado de shock— no sabes cuanto lo siento.

—Hmp... —sonreí— no tienes por qué. Un año después, te volví a encontrar en la cafetería.

—Sí, eso lo recuerdo. Vaya... es demasiado para procesar, es que... me siento tan agobiada, ¿puedes abrir la ventana, por favor?

—Sí —obedecí rápidamente porque se veía muy alterada.

—Aún hay mucho que no recuerdo, pero también hay mucho que sí. Me duele saber todo lo que hice, pasé tanto tiempo queriendo recordar y resulta que mi cerebro solo me estaba protegiendo.

—Sé que no fuiste la mejor persona, estafando hombres, robando... Sin embargo, si nunca hubieses entrado a Corazón de Azúcar, no nos habríamos conocido.

—Supongo que en ese aspecto tienes razón. No me queda más que darte las gracias.

—¿Por qué?

—Porque, Sasuke... regla número 3, eso lo recuerdo muy bien. —Sujetó con gentileza mi rostro y lo acarició, observándome con sus ojos llenos de devoción.

—Esto termina cuando tú quieras que termine. Yo no te ato a nada. Estaré aquí esperándote, incondicionalmente.

—Y por eso te agradezco, cumpliste la regla al pie de la letra. —Besó delicadamente mis labios, mientras sus lágrimas volvían a caer— Te amo tanto, con todo mi corazón, te amo. Así que por favor, perdóname.

Sakura estás siendo una molestia... Te dije que no te disculparas, nada de lo que ha pasado es tu culpa.

—Okey... —rio. Me volvió a besar, esta vez, apasionadamente. Fue tan intenso, como si nos volviésemos a reencontrar. Estuvimos así un rato hasta que las cosas empezaron a acalorarse.

La recosté y le besé el cuello -mi actividad favorita-. Ella, tan codiciosa como era, se frotaba contra mi pantalón.

—¿Qué pasa? ¿Quieres que el primer hombre que te hizo llegar al orgasmo te penetre?

—¡Tonto! Ya olvida eso que dije. En ese entonces no recordaba...— se ruborizó.

—Dime... ¿es cierto? —Le sonreí, solo ella lograba eso...

—¡Cállate!

Comenzaba a molestarse, así que la besé.

Por fin todo se sentía correcto, esperé mucho por esto.

—Sakura —tuve que detenerme— Tienes que saber que durante mucho tiempo me planteé el dejarte ir. Cuando te volví a encontrar, siendo mesera, no sabía si intentar estar contigo era lo correcto. Todavía no lo sé...

—Ahora tú estás siendo una molestia. Escúchame, Sasuke... me alegra que no te rindieras conmigo, porque yo tampoco lo habría hecho contigo. —Así era ella, tenía tanto amor para dar.— La cosa es... que no sé si lo nuestro será para siempre, pero quiero aprovechar cada minuto a tu lado, ¿me dejarías?

—Tienes una nueva vida. El que hayas recuperado gran parte de tu memoria no significa que debas continuar conmigo. Sakura, ¿estás segura de que....

—Quiero estar a tu lado, ¿me dejarías? —me insistió.

¿Y quién soy yo para negarle algo a mi mujer?

Corazón de azúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora