Epílogo

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Un año después

Vivo con esta sensación de estar perdida. Vago por la existencia, desolada y con la angustia de que algo me falta. Estoy inundada de lagunas mentales, y no hay absolutamente nada que pueda hacer para remediarlo.

A veces tengo la ilusión de que regresa a mí aquello que perdí, pero no. Y es que ni siquiera sé qué es lo que busco, así que jamás podría encontrarlo.

No me queda más que actuar mi día a día en modo automático, con una sonrisa fingida, y el corazón amargo

-Sakura

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—¡No estás apreciando la ecografía! —se quejaba Suigetsu— Mira bien la foto... ¿por qué no lloras de felicidad?

—Porque no se trata de mi bebé, idiota. Tú serás padre, no yo.

—¡Pero Sasuke! Debes ser solidario... ¿cómo no puedes amar estas piernecitas, y esta cabecita, y estos bracitos...? —hablaba con un tono de voz que el Uchiha consideraba ridículo.

—Compadezco a Karin, en serio.

Ambos iban caminando por la calle. Sasuke acompañó a Suigetsu a buscar el último ultrasonido de su esposa embarazada, y ahora se dirigían de vuelta a la oficina.

—Paremos aquí, tengo hambre —pidió el futuro padre, deteniéndose afuera de una cafetería.

—Pero si acabamos de almorzar.

—Karin está esperando a mi hijo, ahora como por tres.

—¿Qué?

—Solo entremos.

Sasuke le siguió la corriente, igual que siempre hacía. Se sentaron junto a la ventana, y revisaron el menú. Pronto la mesera se les acercó para tomar su orden.

—Buenas tardes ¿qué van a pedir? —preguntó con una cálida sonrisa.

—Yo quiero una porción de mochi tradicional y un café simple, por favor —Suigetsu fue el primero en ordenar. Hasta el momento, no había despegado la vista del menú, pero en cuanto lo hizo y vio a la mesera... —Oye, yo te conozco... —dijo entrecerrando los ojos.

—Hmm... no, no lo creo.

—Sí... —leyó el nombre en la placa de su uniforme, y quedó con la boca abierta— ¡No puede ser!

—¿Qué te pasa? —Sasuke lo miró detenidamente intentando entender por qué su amigo tenía esa cara. Luego vio a la mesera, y entonces...

—Oigan... ¿les pasa algo? ¿Por qué me miran así? Si se sienten mal les puedo traer un vaso con agua, es gratis...

—Es que... es que... —Suigetsu empezó a tartamudear.

—Sakura —dijo Sasuke.

—Sí, así me llamo... ¿te conozco? Porque te me haces familiar.

El azabache se encontró en una encrucijada. Hace un año que decidió alejarse por completo de ella, pues como no lo recordaba, quería darle la oportunidad de iniciar una vida desde cero. Tsunade también estuvo agradecida por ello, y se aseguraría, esta vez, de que su hija no siguiera los mismos malos pasos que antes.

Pero le dolía, a Sasuke aún le dolía, porque no había dejado de amarla.

Todo ese tiempo se aguantó las ganas de buscarla, preguntar por ella, o si quiera verla de lejos. Y ahora estaba aquí, frente a él cuando menos se lo esperó.

¿Qué debía hacer? ¿Ser honesto? ¿Abrazarla, besarla?

—Entonces... ¿sí te conozco? —volvió a preguntar la pelirrosa— Disculpa si insisto tanto con eso, es que hace tiempo tuve un accidente y me dijeron que perdí la memoria, bueno, no del todo claro. Pero los doctores dicen que quizá de a poco pueda ir recuperando los recuerdos perdidos.

—Me parece a mí —inició Sasuke— que no deberías contar aquello tan a la ligera. Alguien podría aprovecharse de la situación.

—Tienes razón, me han dicho reiteradamente que soy muy ingenua.

—No, yo creo que simplemente eres demasiado buena. Crees en las personas y no ves lo malo en ellas. Esperas lo mejor de los demás.

Sakura le respondió con una sincera sonrisa. Sasuke sabía que ella no lo recordaba, y aunque no era posible, podría jurar que ella le observaba con los mismos ojos llenos de amor que cuando estaban juntos.

—Bueno, entonces... —se sonrojó— Una porción de mochis tradicionales con café simple, y... —apuntó a Sasuke con su lápiz para que le dijera lo que iba a ordenar.

—Solo café negro, por favor.

—Okay, enseguida les traigo su pedido.

Sakura se dio media vuelta en dirección a la cocina.

—¡Sasuke! —le gritó a la pelirrosa.

—¿Eh? —lo miró confundida.

Suigetsu estaba atónito contemplando la escena. Jamás pensó ver a su amigo gritando. La verdad es que sintió algo de vergüenza ajena.

—Yo... —entonces se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Se aclaró la garganta y prosiguió— Solo te decía que mi nombre es Sasuke.

—Oh... es un lindo nombre —Sakura respondió sonriente y siguió con lo suyo.

—¿Se puede saber qué planeas? Eres un desconocido para ella.

—Lo sé, pero... —La veía a lo lejos, paseando entre las mesas y siendo tan gentil como siempre. Estaba más hermosa que nunca.

—Ella lo hizo, pero tú no la has olvidado —dijo Suigetsu.

—No, por supuesto que no la he olvidado.

A diario recuerdo tu promesa, Sakura.

"Te prometo una última cosa, y es que voy a sanar. Curaré mis heridas internas, enmendaré mis errores, y me volveré una mujer de la que pueda estar orgullosa. También quiero ser buena para ti, y espero que algún día, cuando esté lista, tú sigas ahí. Espérame, por favor, sé que nuevamente soy egoísta, pero... no me interesa. Te amo, nos pertenecemos el uno al otro. Espérame que volveré a ti, no me olvides."

Regla 3, Sakura, esto terminará cuando tú quieras que termine. Yo no te ato a nada. Estaré aquí esperándote, incondicionalmente.

FIN

Corazón de azúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora