XVI

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Se acomodo en la silla, cruzado se brazos, observando como Trunks se arropaba emocionado, al segundo de estar en esa posicion habló feliz, — ¡estoy listo! — observo atento a su padre

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Se acomodo en la silla, cruzado se brazos, observando como Trunks se arropaba emocionado, al segundo de estar en esa posicion habló feliz, — ¡estoy listo! — observo atento a su padre.

Él pelinegro dejo salir un suspiro mientras pensaba en que historia podía contarle, hasta que después de dar vueltas, recordó vagamente un mito de su pueblo, — en Vegitasei, habían enormes arboles de un tono azul y bosques que cubrían la mitad del planeta, se decía que esos bosques eran así porqué la Diosa Merkina dio su sangre para que el planeta tuviera frutos, para nosotros los saiyajin, ya que a pesar de ser un lugar avanzado, era seco en vegetación. La mujer era como una aparición, una guerrera que al momento de llegar junto al Dios de la batalla y la justicia, dejaron su sangre caer al lugar para darle vida, ella se convirtió en los arboles de Vegitasei y en el fruto que los guerreros necesitaban. Solamente el saiyajin digno podía adentrarse al bosque y si tenia suerte, ser bendecido por la diosa. — al finalizar, sonrió con nostalgia, tuvo el breve recuerdo de su madre narrandole esa historia cuando tenia cinco años.

Él pequeño sonrió, — ¡es asombroso, papá! Quiero ser como el Dios de la batalla. — Aquello no pudo ser más que satisfactorio, recordar que llevaba el nombre de ese Dios lo hizo sonreír.

— Ya te conte una historia, ahora a dormir, mocoso, — ordeno, al segundo que se levantaba, — y no quiero otro berrinche, ya duermete, enano. — Trunks rio divertido.

— ¡Descansa, papá! — exclamo feliz, — ¡descansa, mamá! — ante eso Vegeta se detuvo, giro levemente para observar a su esposa en el marco de la puerta viéndolos con una sonrisa.

— Lo lamento, no quise interrumpir, — se adentro, enseñando su suave camisón de pijama, inclinándose hacia su pequeño, besándole la frente, — descansa, pequeño Dios de las batallas. — con gracia beso sus mejillas haciéndolo reír, para luego enderezarse.

Ambos salieron de la habitación, cerrando la puerta. Al estar solos, este simplemente suspiro, — escuchaste todo, ¿verdad? — ella asintió, al momento que abrazaba su esposo por el pecho.

— Me gusto la historia, ¿omitiste pedazos violentos?

— Y unos detalles sobre el sexo, del resto todo es verdad. — comento con una sonrisa ladeada.

En ese momento Bulma no dudo en besarlo, quería sentirlo, ese segundo que vio como compartían padre e hijo, hizo que adorara más su vida, muchísimo más. Si en el momento que se enamoro de Vegeta en los tres años hubiera imaginado esa escena, habría soñado como una colegiala, pero ahora real y adoraba que así fuera.

Paternidad. || V.B || ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora