XXIV

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— ¡Papá, te tengo una sorpresa! — Grito emocionado, aún con la gravedad aumentada a cien

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— ¡Papá, te tengo una sorpresa! — Grito emocionado, aún con la gravedad aumentada a cien.

Él pelinegro se movia dando golpes al aire, — Trunks, no es mi cumpleaños o alguna de las fechas que tu madre celebra. — se detuvo, al segundo que lo observo, como había crecido su cachorro, ya tenia ocho años y era en extremo fuerte e inteligente.

Él pelila negó, — ¡es algo mejor! Mira. — cerro sus ojos concentrándose, tomando el aire deseado para luego expulsarlo en suspiro, de pronto su cabello se torno dorado y su poder aumento de golpe.

Vegeta no podía creer lo que veía, ¡su hijo era un súper saiyajin! Tenia ocho malditos años y alcanzo un increíble poder, maldición. Una sonrisa se le escapo, asombrado, — mocoso, hijo del... — no siguio la frase, — esto es malditamente asombroso, enano, ¿como lo lograste? — pregunto, realmente interesado.

Trunks sonrio emocionado, — estaba entrenando con Goten, empezamos a pelear y de pronto sentí este poder, no queria que me ganará y te decepcionara. — admitió, sintiéndose un poco avergonzado.

En ese momento su padre sentia un geninuo orgullo, — increíble, — apreto sus puños transformándose también, — ahora mismo podrás entrenar a mi mismo nivel, como tanto querias, — adopto una pose de pelea, — ¿listo? — le regalo una sonrisa.

Él joven asintió, imitando su pose, — ¡claro, papá! — exclamó sintiendo la euforia.

Padre e hijo entrenaron a un nivel muchísimo más avanzado, ninguno se rendiría, intercambiaban golpes, hasta aumentaron la gravedad. Uno de los momentos que más disfrutaban los dos, era su pasatiempo y curiosamente Bulma lo entendia, ella los apoyaba, en serio que si. Mientras peleaban Vegeta tan solo recordaba lo que poco que vivió en Vegitasei, su padre jamás entreno con él o hizo todo lo que él ha hecho por su cachorro, ir a un jodido parque de diversiones con él y Goten, dejarlo dormir con ellos y en su pecho, llevarlo al parque, cargarlo en su hombro, porqué si, aún lo hacia, entrenar con él, cuidar a su esposa... Jamás, y nunca supo porqué lo hizo. Pero es que ese mocoso le dio la sensación de hogar como para nombrarlo con un mito de su planeta.

Ya faltaba poco para el torneo, pelearía con Kakarotto lo vencería, a como diera de lugar, él tampoco decepcionaría a su familia, haría lo que fuera.

Tomo aire, sintiéndose agotado, — es hora de cenar, Trunks, vamos. — ordeno, al segundo que tomaba una botella de agua y le entregaba una a su hijo.

Él pequeño bebió cediento, para luego hablar; — eres asombroso, papá, eres muy fuerte. — lo halago, sintiendo esa admiración hacia él.

Paternidad. || V.B || ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora