Chapter Nine

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Taeyong
San Petersburgo, Rusia

El chico estaba aguantando las ganas de regresar a ese lugar y matar al pedazo de mierda ahí mismo enfrente de todos. Había llegado a su hogar en menos de lo esperado, porque estaba preocupado por las heridas de su hermosa muñeca, no eran tan graves, pero aún así el que tuviera sangre saliendo por su boca, no lo tranquilizaba.

—Laura, traeme el botiquín. —la anciana en pijama simplemente asintió y casi corriendo bajo a uno de los almacenes a buscar la pequeña caja blanca que su amo tanto le solicitaba—

Taeyong dejó a Sooah en su cama, quitando los finos cabellos que volaban por su rostro y que posiblemente estaban manchados con la sangre de sus labios. El azabache no podía estar más molesto de que hayan tocado lo que es suyo, quería romperles el cráneo a golpes, pero debía controlarse si querías que Sooah no le tuviera más miedo.

Laura no tardó en llegar con el botiquín e inmediatamente salió de la habitación para dejar a ambos solos y que Taeyong la curara.
El azabache limpió la herida de sus mejillas y posteriormente la sangre que estaba en los labios, delineando perfectamente las líneas de estos y verla aún más de cerca que antes. En cuanto escaneo por completo su rostro, su mirada pasó a su cuello, dándose cuenta que aquel collar de plata portaba un anillo de bodas masculino.

—¿Tu prometido iba a ser ese tipo que te engañaba? Vaya partido. —la mirada de Sooah se perdió ante su comentario, levantó su vista hacia Taeyong quien en cuanto la observó quedarse callada, prefirió no decir nada más—

El silencio inundó la habitación unos momentos, dejando que solo se escuchara el pequeño sonido de él hisopo pasando por las mejillas de ella, hasta que al fin, Sooah pudo responder esa pregunta que tanto la atormentaba. Se lleno de valor, algo que nunca había hecho y pudo pronunciar y aceptar esas palabras que salieron de sus labios.

—Mi esposo falleció. —Taeyong se quedó quieto ante esas palabras y con cuidado se alejó de ella hasta una distancia razonable— hace tiempo........ murió el día que nos casamos. Si, lo dije. Después de todo, lo más probable es que no salga de aquí y que además me investigues sino te lo digo

No dijo nada, solo~ se quedó en silencio, un silencio que para Sooah no sabía que significaba. Que posiblemente estaba pensando en que había sucedió.
Pareciera como si el chico le quisiera decir algo, pero solamente aventó todo contra el suelo y posteriormente salió de la habitación con un portazo.

—¿Que demonios le sucede? —¿se había molestado por decir que había estado casada? Lo más probable es que si—

Tuvo que terminar de curar sus heridas por ella misma y varias horas después no hubo rastros de Taeyong por ningún lado.
Su estómago rugía de hambre y no iba a quedarse ahí sentada esperando hasta la mañana siguiente. Bajaría a comer algo, sin importar que Laura no estuviera en servicio.

Abrió la puerta de la habitación, todo estaba en silencio, no había ninguna luz encendida por los pasillos. Parecía película de terror.
Dio un suspiro largo y temeroso antes de salir a pasos lentos y cortos para poder bajar a la cocina o mejor dicho el restaurante, ya que suponía que era enorme.

Finalmente topó con el barandal de las escaleras, cedro tallado y pintado que le daba un toque elegante a aquella casa, los escalones forrados de loza de madre haciendo que tuviera que bajar con cuidado para no resbalar y posiblemente caer.
Una vez abajo siguió caminando hasta que por fin, entre tanta oscuridad, pudo llegar a la dichosa cocina que sería un paraíso en las siguientes horas para ella.

Galletas, pan, leche, jugos, cereales, guisos que le habían dado y que le habían encantado. Toda esa comida, su destino era el estómago de Sooah, quien sólo lamio sus labios y comenzó con lo primero que vio. Galletas de sandwich.
Dos paquetes cupieron en su estómago, luego un vaso de leche y por último un poco más de casa cosas que había ahí.

Se sentía llena y a pesar de no querer dejar rastro en aquel lugar, las envolturas y trastes sucios la delataban así que, con la mayor pereza del mundo, se dispuso a limpiar.
Eran pasadas las doce de noche, habían pasado alrededor de cuatro horas desde que había visto al chico, pero al parecer no había ningún rastro de él por la casa, o eso creyó ella.

Desde el sótano, Taeyong podía observar cada movimiento que ella realizaba. Le daba risa el verla actuando de esa manera, a escondidas de todos y creyendo que nadie la observaba. Su muñeca podía tener libertad cuando él desaparecía en la noches, así que~ ¿porque no observar lo que hacía mientras no estaba?

—Veamos que es lo que te gusta. —cambio la cámara la verla entrar a la sala con una pantalla enorme— así que te gusta el televisor

¿A quien no? El televisor era una obsesión para todos, o al menos eso creía él. Al verla encender con mucho cuidado e inmediatamente bajar el volumen de éste, río divertido, pues las muñecas que antes había visto, jamás en su vida hubieran tocado algo que no era suyo. Lo cual le aburría. Sooah, para él era bastante diferente, única, especial y solo suya.

Había salido de la habitación cuando ella mencionó que era casada, debido a que la presión en los ojos de Sooah le habían dicho que no estaba bien y que posiblemente aún no había superado el trauma que la muerte de su marido le había dejado.
"Yoonoh, Yoonoh" Por alguna razón ese nombre le sonaba familiar, ¿pero donde mierda lo había escuchado?

Finalmente decidió levantarse y acompañar a su muñeca, no quería dejarla sola, quería que ella le pidiera que la cuidara, pero tomará un tiempo para el miedo en su cuerpo se vaya, que dejara de temerle.
En cuanto subió al primer nivel y abrió la puerta, la mirada de Sooah palidecio. Apagó el televisor de inmediato y sus piernas quisieron correr aún más rápido. Fue inútil, el peliazul era mucho mas alto que ella, por consiguiente se paró justo delante de su muñeca, sacándole un brinco del susto.

—Husmeando y tocando cosas que no son tuyas. —la chica ni siquiera se dignaba a mirarlo a los ojos, lo cual le molestaba a Taeyong, no quería que le temiera— muñeca~, mírame

No lo hizo, creyó que le daría una reprimenda y que la dejaría sin comer durante varios días como había hecho antes.
Taeyong tomó su mandíbula con delicadeza, haciendo que levantara su vista y encontrará aquellos ojos obscuros, brillosos y apunto de llorar.

No me lastimes, p-por favor. —eso le quebró el corazón al azabache, quien sin saber la razón de sus actos, simplemente la rodeo con sus brazos en un cálido abrazo, como cuando ella estaba tendiendo un ataque—

Yo jamás te lastimaria. —se calmó un poco al sentirla relajarse en sus brazos— jamás lo haría

𝑴𝒂𝒇𝒊𝒂'𝒔 𝒐𝒃𝒔𝒆𝒔𝒔𝒊𝒐𝒏 [𝑳𝒆𝒆 𝑻𝒂𝒆𝒚𝒐𝒏𝒈]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora