Chapter Fifteen

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Taeyong
Milán, Italia

Después de varios intentos, Yoonoh miraba confundido y desconcertado el arma, no salía ninguna bala de la boca y algo comenzó en su interior a temblar. Se dio cuenta de que no tenía ninguna bala, pues revisó el cartucho y la respuesta se encontraba frente a sus ojos.

—Te haces llamar líder de mafia cuando ni siquiera sabes cuál es el peso de un arma que no está cargada y otra que claramente lo está. —el sonido del disparo se hizo presente al igual que el quejido de Jeong. Taeyong tenía el arma cargada y ahora, la usaría en contra de quien quisiera tocar y quitarle a su muñeca— escúchame con atención, no sabes con qué te estas metiendo. Si tocas a mi muñeca, siquiera un pelo o te dignas a ir a Rusia a verla y hacerla sufrir, olvídate de que tenga compasión contigo, terminarás muerto, está vez de verdad.

P-Peleare por ella maldito enfermo. —escupió a pesar del dolor, no se sentía derrotado del todo— ella será mi de nuevo, lo fue una vez, ¿porque no lo sería de nuevo?

—Primero aprende a defenderte bien, eso es lo principal. —y le dio un golpe a puño cerrado dejándolo inconsciente en aquel lugar junto a su auto— pedazo de mierda

Taeyong subió de nuevo a su auto y aunque haya dejado al chico en el pavimento cual trapo viejo, no le importó, lo único que quería era regresar con su muñeca pues sus negocios habían terminado y lo más importante ahora para él, era tenerla a su lado. Y sabía cómo hacerlo.........

Tiempo después:

Su jet había aterrizado y a paso apresurado tomó su auto para ir con su muñeca, quería verla lo más pronto posible, quería enamorarla para que así olvide a su ex marido. Que lo quisiera a él, solo a él.

El sonido del motor del auto resonaba en las calles de la ciudad de San Petersburgo. Taeyong aceleró no le importaba el no detenerse con los autos ni mucho menos provocar un accidente. Tenía suerte de que ningún oficial estuviera de guardia por esa zona y en menos de treinta minutos llegó a su "humilde" vivienda donde los portones se abrieron en su llegada. La luz de la luna iluminaba la gran mansión.

Estacionó el auto en la entrada, dejando la puerta abierta y corriendo hacia dentro. Con la mirada la buscó por cada uno de los rincones de la casa, cocina, baño, estudio, sala, comedor, patios. No había señales de ella y eso comenzaba a preocuparle. Si había una cosa que le molestara, era que posiblemente ella había entrado al sótano y para él, ese era su lugar prohibido, principalmente porque sabía que ella vería a las personas y trataría de ayudarlas, justo como había pasado con sus muñeca anteriores.

—¿Taeyong? —escuchó la vocecita que tanto quería oír— ¿como llegaste tan rápido?

Giro sobre sus talones, mirando a su muñeca con el cabello liso y suave, sin ninguna pizca de tinte en él y unos pantalones deportivos que el mismo había comprado para ella.
Corrió a abrazarla, sintiendo como ella se removía un poco pero aún así no la soltó. Sentía su calidez en su pecho y como en un intento casi fallido Sooah lo rodeaba con sus brazos igual.

¿Donde estabas? —cuestionó en un susurro, no la había visto en ningún parte de la casa— te busqué pero no te veía por ningún lado

—Solo~ estaba explorando el lugar. —no la escucho muy convencida—

—Dime la verdad, sabes que puedo sacarla con solo unos cuantos cortes en tu linda piel. —el rostro de Sooah palidecio unos segundos— habla

—Bajé al sótano, te juro que no quería per...... —Taeyong no dijo nada, sabia que había visto los posibles rehenes que tenía en uno de sus tantas habitaciones de tortura—

—¿Quien te dio permiso de bajar? ¿Que te dijeron esos animales? —Sooah no podía creer lo que él peliazul le estaba diciendo— ¿¡qué mierda te dijeron!?

—¡¿De qué demonios estas hablando?! ¡Son personas por el amor de Dios! —se quejó en cuanto el chico jalo de su cabello, veía de nuevo aquellos ojos fríos y sin una pizca de compasión. Sabia que era imposible que Taeyong tuviera amor en su corazón— ¡s-sueltame!

—Bien, dices que son personas pero yo los veo de una forma distinta. —jalo aun más el cabello de la chica, sacándole más quejidos— para mí son ratas de alcantarilla, que me traicionaron y en ciertas ocasiones hablaron mal de mi. Además de que debían dinero, lo cual es un pecado antes mis ojos, asesinos tal como yo que llevan maldad en sus corazones.

Comenzó a caminar sin soltarla, Sooah no sabía que tenía planeado el chico, forcejaba tratando de soltarse pero la fuerza de Taeyong era demasiado para hacer algo.
Miró como iban bajando las escaleras, de nuevo iban al sótano, donde ella estaba cuando fue su prisionera durante una semana y donde casi muere debido a la falta de alimento.

Se detuvo en frente de una puerta, una de las tantas que había ahí, abriendo y encontrando a un hombre, descuidado con barba larga, cabello sucio y pies encadenados.
Se arrincono en la esquina de la habitación, temblando de miedo de tan solo ver al peliazul con ese entrecejo fruncido y con una sonrisa un tanto tétrica.

—Vaya vaya, nuestro querido animal y rata por fin tendrá lo que tanto se merece. —por nada del mundo soltaba a Sooah, aterrorizada simplemente siguió quejándose pese a sus intentos fallidos y más aún cuando vio aquella mesa de tortura justo a su derecha— ven querida muñeca, tu serás mi espectadora principal

La aventó contra el suelo, para luego encadenarla de nuevo, a pesar de sus gritos y quejidos.
Taeyong se colocó los guantes de látex negros, escogiendo y jugando con los pensamientos del hombre que retrocedía asustado debido a los posibles movimientos del chico.

Finalmente escogió una de las tantas herramientas de tortura que tenía en su poder. Unas pinzas. Lo suficientemente grandes como para abrir la boca del hombre y que muriera desangrado.

—¡BASTA, BASTA POR FAVOR! —Sooah tuvo que gritar de desesperación al ver como poco a poco Taeyong insertaba la pinza, sentía su sangre helar al ver como los quejidos comenzaban, como la desesperación se hacía presente  y como la piel comenzaba a agrietarse provocando un gran dolor— ¡p-por f-favor!

No tardó mucho en que sus palabras se cortaran y los pedazos de carne salieran volando a poca distancia de donde ella estaba, quedando traumada por completo y con la vista perdida, el simple hecho de ver el cuerpo, sin vida, sin una gota de vida y con los ojos abiertos viéndola la hizo asustar aún más.

—Ahora te das cuenta, de que soy un maldito monstruo, que merezco que me teman y lo más importante de todo......—tomó sus cabellos con fuerza— que solamente tú, querida muñeca, has sido capaz de sobrevivir. Así que decide, ¿prefieres estar encadenada aquí por defender a estos animales que no merecen ni llamarse así? ó ¿prefieres venir conmigo, tener una vida y sobrevivir junto a mi?























Vivir o morir querida, solo tu puedes decidir

𝑴𝒂𝒇𝒊𝒂'𝒔 𝒐𝒃𝒔𝒆𝒔𝒔𝒊𝒐𝒏 [𝑳𝒆𝒆 𝑻𝒂𝒆𝒚𝒐𝒏𝒈]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora