c a p í t u l o 43

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— No se te ocurra salir de aquí.

Celine frunció el ceño, con más sorpresa que confusión. Bucky hablaba en serio, el tono en su voz le recordó aquellos tiempos en los que vestía su uniforme militar y lo llamaban sargento. Ciertamente algunas cosas no cambiaban del todo.

— No me quedaré aquí, me necesitan allá afuera.

— Lo lamento, linda, pero no era una pregunta. — la castaña pudo notar cierta tensión en él que pocas veces veía— Tal vez ellos te necesiten allá, pero yo te necesito aquí. Donde sé que estarás lejos del peligro.

Pero Celine volvió a negar, la simple idea de que no sólo sus amigos, sino que su prometido también, estarían allá afuera peleando y no poder tener idea alguna de lo que sucedía, le aterraba.

— No puedo quedarme aquí tranquila sabiendo que allá afuera...

— Todo va a estar bien, te lo prometo.

Celine negó efusivamente.

— Eso no lo sabes. —comenzó a sentir su cuerpo tembloroso. Pocas veces había sentido tanto temor y algo en ella siempre le decía que confiara en su instinto.

— Tienes razón, no lo sé. Pero si sé que estarás a salvo. —James tomó su rostro entre sus manos y depositó un beso en la frente de la chica cortando de repente cualquier objeción que haya querido salir de su boca.— Es mi última palabra. Wanda..

Maximoff asintió, Bucky la miraba con cierta súplica, así que las palabras no eran tan necesarias para entender lo que quería decirle.

— Yo me encargo. —le aseguró, y sólo así, aprovechando el momento que Celine quiso objetar, Bucky pudo salir.

¿Y desde cuando estos dos se ponían de acuerdo? Celine estuvo a punto de maldecir a su prometido y a su amiga a la misma vez. Pero Wanda actuó más rápido, tomandola de la mano y arrastrándola con ella hasta la superficie donde se encontraba Visión. Con cero palabras pero con la mano sudorosa, Maximoff pudo darle a entender que la necesitaba ahí a su lado, tanto como el equipo en campo abierto.

Y por un buen rato trató de concentrarse en lo que sea que Shuri estuviera haciendo.

— ¿Cómo vamos Shuri? —preguntó, al mismo tiempo que jugueteaba con sus dedos, mirando instintivamente por las enormes ventanas.

Esperaba ver algo que le informará como iba todo allá afuera o saldría ella misma a averiguarlo.

— Necesito un poco más de tiempo. —dijo Shuri, demasiado concentrada como para mirarla.

Visión sentía su inquietud, y de vez en cuando la miraba de reojo. Celine comenzaba a morder sus uñas, acción por la cual, Steve ya le hubiera dado un manotazo, y sólo se detuvo cuando una mano tomó la suya.

— El Sargento Barnes es un buen soldado. —dijo Visión, en una forma muy suya de decirle que su prometido estaría bien— Y también será un buen esposo.

Celine sonrió ligeramente, con las mejillas coloreadas en un tono rojizo. Wanda la miró con picardía.

— ¿Cuándo? —preguntó Maximoff, pues recordaba que hace pocas horas su amiga había reclamado por tener que aplazar su boda.

— Bueno, yo tendría que estar alistando mi vestido y comprando una botella de champán. En lugar de eso, estoy aquí, salvando el mundo de un demente.

Por primera vez en horas, tal vez días, Wanda soltó una carcajada.

— ¿Es un buen momento para pedirte que seas mi dama de honor? Bueno, que sean mis damas de honor. —corrigió, mirando fugazmente a la princesa wakandiana.— Hubiera preferido decirlo a todas juntas, pero mis otras dos damas están allá afuera, así que tendré que hablar con ellas más tarde.

Shuri soltó una risa nerviosa, usar un vestido de gala y un peinado adornado no era su plan ideal para el fin de semana, pero igual aceptó; Wanda, por el contrario, están a punto de soltarse a llorar.

— ¿Sabes qué? Trae ese champán, al diablo lo de salvar el mundo.

Las risas cesaron.
Y ese fue la última vez que compartieron un momento tan ameno, porque todo estaba por irse a la basura.

Celine se apresuró hasta los ventanales, unas enormes máquinas se abrían paso por debajo de la tierra, evitando por completo la barrera.

— Maldición. —masculló.

Todo se estaba complicando para el equipo allá afuera y ella no podría esperar dos minutos más.

— Quédate aquí. —ordenó Wanda, a punto de darse la media vuelta. Celine apenas pudo reaccionar, todo estaba pasando muy rápido.

— No, yo iré.

— No. —sentenció con firmeza— Le dije a Bucky que te mantendría a salvo y eso es lo que haré. ¿Crees que puedas cuidar al amor de mi vida por mi?

Su mirada era de súplica y a la vez desesperación, Celine lo entendía perfectamente.

— ¿Podrías cuidar al mío allá afuera?

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— Shuri. —canturreo, con voz apresurada— Dime que ya estás a nada de acabar con eso.

La mencionada negó, si antes se estaba tomando su tiempo, ahora actuaba con más rapidez, comenzaba a desesperarse.

— La paciencia es una virtud.

— No, ésta vez no.

Un grito ingreso en su cavidad auditiva y pronto se puso a la defensiva. Se encontraban frente a un intruso que a simple vista podía decir que no venía con buenas intenciones.

La Dora Milaje a cargo cayó en un segundo, Shuri tuvo que poner pausa a su trabajo para unirse a la defensiva, pero aquel intruso era u  guerrero experimentado cuyas habilidades apenas empezaban a descubrir. No tardo mucho en desarmar a la princesa. Su objetivo ahí era llegar hasta el portador de la gema, así tuviera que deshacerse de cualquiera que se atravesara en su camino.

— Visión, sal de aquí. —ordenó a su amigo, decidida a hacerle frente al intruso para ganarle tiempo— Por tu bien, será mejor que no intentes nada estúpido. —advirtió Celine al alienígena.

— Apartate de mi camino. —amenazó, su voz rasposa le pareció desagradable. Pero se concentró más en la lanza que tenía en sus manos.

Celine bufó, comenzaba a fastidiarse  demasiado rápido.

— Bien, esto va a doler.

Su intento por desarmarlo se había complicado. Su contrincante poseía una fuerza con la que nunca antes se había enfrentado. Si llegara a descuidarse, podría acabar con ella fácilmente.

— ¡Celine!

— ¡Visión, vete de aquí!

Su cuello fue aprisionado por su mano, y pronto su anatomía chocó contra el muro. Sus poderes eran inservibles si no lograba  concentrarse, y el aire en sus pulmones agotándose poco a poco se lo complicaba demasiado.

— Vis... vete...

Pero el androide no estaba dispuesto a dejarla. Con las fuerzas que aún guardaba, se lanzó hacía Corvus logrando retenerlo lo suficiente para que Celine pudiera recuperarse.

— Cap, necesito un poco de refuerzos por acá. —informó colocándose el auricular. Cruzaba los dedos para que alguien estuviese lo suficientemente cerca como para llegar rápido.

— ¡En camino! —la voz agitada de Steve logró aliviarla un poco.

Asi que respiró hondo, se puso de pie y se lanzó nuevamente contra ese intruso que había logrado sacarla de sus casillas en un par de segundos.

𝐒𝐈𝐋𝐇𝐎𝐔𝐄𝐓𝐓𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora