𝐒𝐈𝐋𝐇𝐎𝐔𝐄𝐓𝐓𝐄

c a p i t u l o 36

En algún momento, después de al menos tres intentos, Celine tuvo que aceptar la irremediable realidad de que sin importar lo que hiciera, estaba atrapada. Clint le había prácticamente suplicado para que dejara de intentar usar sus poderes, de lo contrario terminaría más lastimada de lo que ya se encontraba gracias al artefacto que rodeaba su cuello.

Celine se apoyó en la pared dejando que su cuerpo descendiera poco a poco hasta tocar el frío suelo de la celda. Sus piernas quedaron flexionadas contra su pecho, colocó sus brazos sobre sus rodillas y escondió su cabeza dejando su mente volar. Las horas habían pasado con demasiada lentitud, no tenía idea de dónde estaban Buck y Steve, pero al menos no estaban en unas horribles celdas como ella y el resto del equipo.

Por un buen rato no escuchó ni un sólo ruido, ya nadie tenía energía o ánimo para seguir intentando escapar. Wanda llevaba horas sin hablar, ese último ataque de Rhodes la había lastimado considerablemente. Minutos después —no estaba segura de cuantos— escuchó una puerta abrirse. Ni siquiera se molestó en averiguar quién era, seguramente se trataba de Ross en un intento de sacarle información a uno de ellos de nuevo.

— ¡El futurista, caballeros! —exclamó Clint, aplaudiendo y con un tono de ironía— ¡El futurista está aquí! Él lo ve todo, sabe lo que es mejor para ti, les guste o no.

Descartando toda posibilidad de que se tratara del secretario, sabiendo ahora con seguridad quien era el recién llegado, aún así ni siquiera consideró el levantarse y saludarlo.

— Dame un respiro, Barton. —dijo Tony— No sabía que los pondrían aquí. Este lugar es para maniáticos, es un lugar para...

— Criminales. —la voz de Celine resonó en la cavidad auditiva del hombre de acero.

Celine espero verlo de pie frente a su celda con los brazos cruzados y el ceño fruncido en menos de dos segundos, pero Clint seguía despotricando en su contra así que enfrentarlo cara a cara aún tardó un poco más de dos segundos.

Finalmente, Tony apareció como ella esperaba, sólo que sus manos estaban dentro de los bolsillos de su pantalón y sus labios entreabiertos buscando las palabras adecuadas.

— No he venido aquí a pelear. —aviso antes de que ella pudiera siquiera hablar.

— ¿Crees que esto sea mejor que una prisión en Wakanda? —pregunto con toda la intención de ignorar sus primeras palabras— ¿O mejor que un centro psiquiátrico?

Tony resopló, pasó una mano por su nuca se tomó unos segundos para continuar.

— Lo lamento, ¿de acuerdo? Tenias razón, yo me equivoqué.

— Ah, ahora si quieres que hablemos. —replicó ella poniéndose de pie y acercándose más al cristal— ¿Y cuando nosotros quisimos hacerlo, qué hiciste? Nos mandaste al diablo. Así que ya es tarde ahora, Tony.

— Lo sé, lo sé. Si no quieres perdonarme ahora, no tienes que hacerlo, sólo escúchame. —habló rápidamente, casi arrastrando las palabras— Apagué el AV de ellos. Tenemos treinta segundos antes de que se den cuenta de que no es problema de ellos.

Celine lo miró de reojo, más no dijo nada que indicara que estaba dispuesta a dialogar, aún así, Tony continuó.

— Este es el sujeto que tenía que interrogar a Barnes. —explicó, desde su reloj de proyectaba la imagen de un hombre— Obviamente cometí un error. C, me equivoqué, pero estoy tratando de corregirlo. Sólo que necesito tu ayuda.

Esta vez Celine cruzó los brazos pero una sensación de alivio pasó por sus hombros, su expresión era más relajada.

— Te diré en donde están, pero tienes que jurarme que hablas en serio y que irás en plan de amigo.