c a p í t u l o 32

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La suerte volvió a sonreírle cuando Sam apareció de la nada en la habitación en la que se encontraba

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La suerte volvió a sonreírle cuando Sam apareció de la nada en la habitación en la que se encontraba. Su respiración estaba agitada, podía ver su pecho subir y bajar con rapidez, pero espero pacientemente hasta que se deshiciera de la tecnológica cerradura que le impedía tener su libertad.

— ¿Qué diablos pasó? —cuestionó con rapidez, aún podía escuchar las alarmas sonando en todas las instalaciones.

— El doctor, Celine. —dijo Sam, tomaba aire y volvía a soltarlo hasta controlar su respiración— Algo le hizo a Barnes, está fuera de sí. Steve fue tras él pero...

Celine no espero a que terminará de explicarle, no había tiempo para escuchar más. Ni siquiera alcanzó a escuchar cuando Sam mencionó el nombre de Steve porque en ese momento ya estaba abandonando la habitación y echando a correr por todos los corredores hasta poder dar con él.

Forzaba sus piernas a correr más rápido, tanto que en algún momento comenzaron a sentirse débiles y que con un mal paso terminaría en el suelo sin la posibilidad de incorporarse rápido. Pero tenía que ser más rápida que los otros.

— ¡Celine, espera!

Sam era rápido, pero esta vez no lo era lo suficiente como para alcanzarla. Celine sentía la desesperación y un hueco desagradable se alojaba en su estómago.

— ¡Celine!

— ¡No tengo tiempo para esto!

Si no quería hablar, entonces debía actuar. Así que la tomó del brazo y la arrastró con él hasta que llegaron a la azotea. La escena era aterradora. Pudo percibir esa mirada llena de ira que vio en él hace dos años, ese instinto asesino que había estado guardado desde hace tiempo estaba ahí de nuevo. Y le dio miedo volver a perderlo. ¿Y si esta vez no podía regresar a la normalidad?

— ¡James! —exclamó lo suficientemente alto como para llamar su atención.

— ¡No! —vociferó Steve, impidiéndole acercarse.

Sam tuvo que rodear su cuerpo con sus brazos y poner cierta fuerza en su agarre, de lo contrario Celine se hubiese lanzado al peligro que representaba la pelea que se llevaba a cabo entre ambos soldados.
La caída del helicóptero era inminente, sólo ella podía intentar detenerlo pero la adrenalina del momento le impedía concentrarse.

Celine podía sentir una fuerte brisa golpear su rostro por los que los mechones de cabello se colaban en su visión impidiéndole ver todo claramente. Cerró los ojos con fuerza y el helicóptero quedó suspendido, a un par de centímetros de abandonar la plataforma y caer en picada. Pero no pudo evitar la caída de los dos hombres luego de que siguieran forcejeando.

{...}

Sam no tardó en encontrar un lugar seguro para ocultarse, al menos hasta que las cosas se calmaran un poco en las calles o encontraran la forma de salir sin llamar mucho la atención. Celine seguía mirando por una pequeña rendija como los helicópteros rondaban en el cielo en búsqueda de ellos. Oficialmente eran fugitivos, los más buscados.

𝐒𝐈𝐋𝐇𝐎𝐔𝐄𝐓𝐓𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora